a vacunación y la recuperación económica serán los asideros de Pedro Sánchez tras el fiasco de Madrid. Enmudecido durante su presencia en la cumbre de la UE en Oporto, el líder del PSOE acude esta semana al Congreso para explicar sus planes de legislatura después de levantarse el estado de alarma entre un mar de críticas de las autonomías y la disparidad de los tribunales. Asuntos pendientes de enjundia como el calendario de transferencias a la CAV, la mesa de diálogo bilateral con el Govern, la relación con el bloque de la investidura que exige el cumplimiento de los compromisos y, uno más partidista, las primarias socialistas andaluzas se cuelan en la agenda del presidente español bajo una atmósfera tensionada y con la derecha espoleada. “¿Se siente respaldado por los españoles?”, será la primera pregunta que afrontará por parte del líder del PP, Pablo Casado.

El PSOE ha asumido su debacle en la Asamblea con la dimisión de su secretario general y hombre de confianza, José Manuel Franco, y con la renuncia del candidato, Ángel Gabilondo, sin que Moncloa haga autocrítica de la derrota más allá de achacarla a la fatiga pandémica y a que no se sienten cómodos debatiendo en campaña sobre “cañas y berberechos”. Casi sin tiempo, el líder socialista ha visto cómo la expresidenta andaluza Susana Díaz, a la que derrotó en las primarias de 2017, se lanza a otras de cara a pelear por la Junta frente al candidato promovido desde Madrid, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas. En el horizonte de lo mucho que puede suceder a partir de ahora en el Partido Socialista está el 40º congreso de octubre en Valencia. Para entonces se espera que el control de la pandemia haya despejado el camino de la recuperación económica y social. Pero una nueva ola, con los líderes autonómicos en pie de guerra por el descontrol en la unificación de las restricciones, al albur del juez de turno, supondría un varapalo difícil de sortear. El mecanismo para que el Tribunal Supremo dirima sobre la legalidad de las limitaciones más duras, también puede ver cómo los reproches se multiplican.

El reajuste en Unidas Podemos por la marcha en dos tiempos de Pablo Iglesias: primero del Gobierno de coalición y luego de todos sus cargos tras el fracaso de la izquierda en los comicios madrileños, puede afectar al Ejecutivo de Sánchez. Yolanda Díaz, vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, militante del PCE, tendrá un papel relevante para encauzar los proyectos para la recuperación con un perfil más empático que el del dimitido líder morado. La también ministra Ione Belarra se postula para dirigir Podemos, con Irene Montero como número dos para equilibrar así las distintas fuerzas de la formación, a expensas de Vistalegre 4, el mismo día de las primarias socialistas en Andalucía.

Las complicaciones relaciones del soberanismo catalán, con Esquerra apostando por gobernar en minoría, también pueden mediatizar el guion de Sánchez, aunque los republicanos sopesan respaldar la reforma del delito de sedición. Un examen orientativo será la posición que en su día adopten los partidos de izquierda y nacionalistas que sujetan al Ejecutivo cuando el Parlamento tenga que legislar las medidas del plan de recuperación. Ya hay leyes en trámite que pueden dar pistas, sin ir más lejos la reforma de la Ley de Secretos Oficiales. Aunque sus socios no piensan en el adelanto electoral ni vislumbran unos presupuestos que pongan en peligro la legislatura, Sánchez lidiará con un PP plegado a la estrategia de Díaz Ayuso, asumiendo las tesis de Vox, aunque Casado sea el interlocutor para los asuntos de Estado, como la renovación del CGPJ.