- El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, defendió ayer la memoria de las víctimas de ETA, el Grapo, los GAL y del yihadismo en un acto simbólico de destrucción de más de 1.300 armas incautadas a organizaciones terroristas celebrado en el Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada de Valdemoro (Madrid) que no contó, pese a estar invitados, con la asistencia de los líderes de la oposición ni los expresidentes del Ejecutivo.

En un acto donde se utilizó una apisonadora para escenificar la destrucción de armas como “grandísimo símbolo” de la victoria del Estado de Derecho, Sánchez recordó que “aún queda por arrojar luz” sobre los crímenes de ETA sin resolver, en un acto al que acudieron representantes de todos los cuerpos policiales, entre ellos de la Ertzaintza y de los Mossos d’Esquadra, con el major Josep Lluís Trapero.

De hecho, dentro de los corrillos habituales en este tipo de ceremonias se vio al propio Sánchez y al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, hablando con Trapero. Al final del discurso, la representación de la AVT se dirigió al presidente español para recriminarle el acercamiento a Euskadi de presos de ETA. Las asociaciones de víctimas Covite y Dignidad y Justicia no asistieron al acto y lo calificaron de “propagandístico”.

Estas críticas se extendieron a los partidos de la oposición y el presidente del PP, Pablo Casado, afirmó que “al Gobierno le sobran los actos de propaganda, los pactos con Bildu y los acercamientos de presos etarras”. Para Santiago Abascal (Vox), la convocatoria fue un “insultante paripé” de Sánchez para destruir las armas “que sus ahora socios usaron para cometer sus crímenes”. En total se destruyeron 1.377 armas y 19 piezas: 697 pistolas, 172 revólveres, 274 subfusiles y fusiles de asalto, rifles de precisión y escopetas.