- “Yo iba a viajes parlamentarios con gente del PP que te decía que tenía la foto de Franco en la sala de estar”, rememora Anasagasti. “Vox estaba dentro”, constata a modo de contexto comparativo.

¿Qué recuerdos le asoman?

-Aznar no ganó en 1996 con mayoría absoluta, y la noche electoral empezó mal. Rodrigo Rato me dijo que preguntaron a Javier Arzalluz quién tenía que conformar gobierno. Arzalluz, que estaba en Bilbao, dijo que quien había ganado las elecciones, que era Aznar, y que lo tenía que hacer era negociar. Rato me dijo que se miró con Aznar y que aquello fue determinante.

¿Hasta ese punto estaban inseguros?

-Sí, porque tenían miedo de que González concitase el apoyo de CiU, del PNV e IU para seguir gobernando. Cuando a Aznar le interesó ser posibilista, lo hizo.

-El día del pacto, en su despacho de Génova 13 nos dijo: ¿Sabéis lo que yo quiero? Que el Guernica de Picasso vaya a Bilbao, y yo sacarme una foto delante, porque no olvidéis que mi padre nació en Bilbao. Y yo creo que con eso pasaríamos la página de la guerra civil. Luego, se puede imaginar, no hizo ni puñetero caso, pero ese era uno de los complejos que tenía.

Una visión muy ingenua, por muy simbólico que sea el Guernica.

-Sí, pero salió de él. Nosotros lo último que pensábamos era reivindicar el Guernica de Picasso.

Y luego fueron a cenar.

-Fuimos a Jockey. Estaban Aznar, Rato, Rajoy y Mayor Oreja.

Los futuros candidatos a sucederle.

-Exacto. No estaba Cascos, eso también es otro dato. Arzalluz, en la distancia corta, cuando quería, era un encantador de serpientes. Se quedaron embobados, les habló de Alemania, del Der Spiegel, de los jesuitas... y Aznar estaba entregado, como un alumno ante su profesor, fascinado con Arzalluz. Había logrado que el monstruo nacionalista firmara un acuerdo de investidura nada menos que con él. Después Aznar me llamó por teléfono para decirme que la negociación para los plenos se la encargaba a Cascos, que era el dóberman. Sin embargo, me llamó y me dijo: mira, yo soy ingeniero, el presidente me ha dicho que asegure las votaciones, pues las aseguro. Aquí esto funciona de la siguiente manera: qué quieres tú, qué quiero yo, y cómo lo vendemos’. Así, en ese plan, como si fuéramos a un mercado de ganado.

¿Cuándo saltaron las alarmas sobre la evolución de Aznar?

-Arzalluz le decía a Aznar que para saber si había agua en la piscina, había que asomarse, y que para saber cómo estaba el mundo de ETA había que hacerlo. Mayor Oreja lo impidió, ahí empezó la ruptura. Un día me cogió Mariano Rajoy por el pasillo y me dijo: ¿No te das cuenta de que el presidente es una víctima de ETA? Yo le contesté: ¿Qué me estás diciendo, que no puede ser una persona normal para abordar este tema?

La ruptura llega tras Lizarra.

-Sí, creo que fue en diciembre de 1998 que llamó Aznar a Javier (Arzalluz) y Javier me puso el teléfono en voz, para que escuchara la conversación, y le dice que le preocupa que ha visto que va a ir con el lehendakari y con Garaikoetxea a una manifestación por los presos en Bilbao. Si lo hacéis, no me pidas tener ningún tipo de relación. Te lo estoy diciendo muy en serio. Ahí se rompió la relación entre ellos.

¿Y la segunda legislatura de Aznar cómo la recuerda?

-Con horror. Aznar quiso hacer de esa investidura la ruptura total y absoluta con nosotros. A mí me masacró, me dijo de todo, no me esperaba su virulencia, agresividad y descalificación. Estaba además Ibarretxe en el Gobierno Vasco y le trataron de todo. Nos hicieron la vida imposible, quisieron unir nacionalismo vasco con ETA, y fue una legislatura nefasta.

Y de 2004 hasta hoy.

-Yo creo que sabía que Rato tenía mayor personalidad que Rajoy, y pensaba que Rajoy iba a ser una alfombra. Con el tema de la guerra de Irak Aznar se codeó con Bush y Blair, y se creyó un líder mundial. Tiene un carácter duro, seco, es hombre de poder, hay que reconocerlo, e intimida cuando está cabreado. Así como a Rajoy no le tomas muy en serio, a este sí. Y después de Fraga Iribarne, que jamás había podido llegar al poder, Aznar lo logra con mayoría absoluta, y eso no era fácil. Yo creo que quiso montar la FAES para tener presencia en América Latina, pero al romper relaciones con Rajoy, que no le siguió en todo eso, quedó un poco colgado de la brocha. No olvidemos que también logró que su mujer fuera alcaldesa de Madrid. Tenía sus piezas moviéndose por ahí, pero casi todos sus ministros han sido procesados. Cumplió su papel en un momento determinado. Aznar era tres en uno, extrema derecha, derecha y centro. Eso tuvo su valor.