- “El PP tiene que adaptarse a los cambios que ya están y que van a venir, como todos los partidos”, recuerda Landaburu al analizar la encrucijada de esta formación, 25 años después de aquel lejano 1996. ¿Qué le viene a la cabeza al recordar los gobiernos de Aznar?

-Es un ejemplo de los jarrones chinos, que molestan más que nada. Tuvo una etapa más conciliadora, la del Pacto del Majestic, la de hablar en catalán en la intimidad, entenderse con Xabier Arzalluz, por intereses respectivos, con aquella frase de este último de que había conseguido más en 13 días con Aznar que en 14 años con Felipe González. Después está la segunda etapa, donde se transforma completamente con mayoría absoluta, su amistad con Bush, y su idea de que sacaba a España del rincón de la historia. Se vuelve un hombre arrogante. Llega la guerra de Irak, el Prestige, y el gran fracaso que es el 11 de marzo, en el cual acusaron a ETA de los atentados hasta el mismo sábado víspera de las elecciones para no perderlas. Es la trayectoria de un hombre prepotente, que sigue con sus mentiras, no reconoce nada, está encima del bien y del mal, y del Partido Popular actual.

Según le dijeron, falto de conexión en la Unión Europea.

-Tenía muy pocos amigos. Mi hermano Eneko, ya jubilado, que estuvo mucho tiempo en las comisiones de la UE y grandes cumbres europeas, porque era director general, me decía que cuando llegaba Aznar le hacían el vacío tanto Schröder, el alemán, como Jacques Chirac, que no le podía ver, y le decía yo soy presidente y usted primer ministro, no lo olvide. El único amigo a la hora de tomar el café era Berlusconi.

¿Y qué opina del tercer Aznar, una vez que dejó la Moncloa, con sus notables feos a Rajoy?

-Rajoy, el elegido en la terna con Rato y Mayor Oreja, designado a dedo, con sus virtudes y defectos, como tenemos todos, llegó en un momento a separarse de la línea de Aznar, que le nombró para poder controlar al presidente y el partido. A partir de ese momento, cada uno llevó su camino.

Eso deja un precedente también para Casado, que parecía que se ajustaba más al perfil de Aznar...

-Yo creo que lo de Casado es diferente, porque es un producto también de Aznar, fue asesor en un momento dado, y tiene más amistad con él. Aznar no acepta la situación de un Partido Popular diluido y que ha perdido muchas elecciones. Lo único que le dice es que intente hacer lo que él hizo, reunificar el centroderecha.

Tarea mucho más difícil que la del propio Aznar, con el peso de Vox.

-Evidentemente, porque ya no hay bipartidismo. Está la entrada de Podemos, desde 2015. La de Vox a la derecha distorsiona completamente, porque podía haber una operación del PP y Ciudadanos, pero no dan tampoco las cifras. La debacle Ciudadanos y el reforzamiento de Vox colocan en una situación muy complicada al Partido Popular para reajustar filas, reformar su programa e intentar hacer lo que hizo Aznar en el 96. Y lo que nunca va a hacer Aznar, que no reconoce ni la guerra de Irak, ni la corrupción de sus ministros, ni el 11-M, es dar un apoyo existencialista a Casado. Le apoyará si van bien las cosas, y si no van bien, seguirá siendo José María Aznar.

¿Su motivación es apadrinar a quien resulte exitoso?

-Puede ser Feijóo la pieza clave, que está esperando su momento, y que si las cosas no van bien en el PP la única alternativa sea él. ¿Por qué? Porque Feijóo gana elecciones. Casado las pierde. Eso es la política. Cuando ganas todo va bien, cuando pierdes se complican todas las cosas. Yo creo que Ayuso no tiene ningún porvenir ahí, por mucho que su asesor, Miguel Ángel Rodríguez, ex asesor de Aznar en su momento, intente catapultarla a la cima del partido. Aznar no va a volver, aunque le gustaría en el fondo, pero sí va intentar controlar desde fuera. Aunque desde fuera se controla cada vez menos, por mucho que te llames José María Aznar. Es igual que Felipe González. Desde fuera no se controla un partido. No le controló a Zapatero ni mucho menos hoy a Sánchez.

¿La socialdemocracia está recuperando prestigio o la pandemia puede dar alas al neoliberalismo?

-Gente que vota al PSOE puede mañana votar al PP. Esos son los misterios de la política. El problema que tiene la derecha española es pactar o no con Vox. En Europa eso no se admitiría. Creo que al final no pactarán, porque sería su tumba y solo daría más votos a la extrema derecha. El PP tiene que buscar su hueco, si se apoya en Vox tiene la partida completamente perdida. Y las futuras políticas, sean más progresistas o liberales, se tendrán que hacer teniendo en cuenta el marco europeo, de las grandes líneas económicas y sociales.