l exsenador del PNV Iñaki Anasagasti considera que "es una pena que guionistas, directores y productores vascos no conozcan historias como la del Cojo Gómez, primo pirata del lehendakari Aguirre, que bien merecerían que las viésemos todos en pantalla pues son cosas que ocurrieron y que tenían el móvil de la defensa de los intereses vascos". Figura que ha pasado de puntillas en contadas ocasiones por el papel mediático, fue un hombre temido. El Cojo Gómez, que cojo era desde que los carabineros colombianos le partieron de un balazo una rodilla dominó durante años las selvas impenetrables del Chocó que separan los países de Colombia y Panamá.

Anasagasti es un apasionado de su persona y todo empeño queda corto para dar a conocer a los cuatro puntos cardinales su impronta. Él mismo ha escrito sobre el pirata asesinado en Colombia cuyo segundo apellido fue el materno también del lehendakari José Antonio Aguirre: Lekube. Han ahondado en su biografía personas como Antxon Urrosolo o Iñaki Bernardo. Incluso, cuenta con un libro en inglés A wanted man El Cojo Gómez in Colombia, obra de Kay Hummel.

"Antes, mucho antes de que los Trujillo pidieran su cabeza y los americanos su colaboración, nació Gómez Lekube. Esto ocurría en 1902 en Getxo", arrancaba con cierto misterio su aportación Urrosolo. La vida puso al futuro cojo en América desde niño. Primero Cuba, luego de nuevo Euskadi, Colombia, en Ecuador se arruinó y retornó a Colombia. Urrosolo mantiene que Gómez "bebía siempre con avidez" de las fuentes del contrabando. Así, pronto amasó dinero y pasó a Panamá. "Estableció sus nuevas rutas desde este país hasta la ciudad de Medellín en Colombia". En Panamá "compró sedas y cigarrillos y los trasladó a hombros por la selva hasta Turbo. Se había iniciado la leyenda de el Cojo Gómez, aporta Bernardo en un reportaje donde se recoge un testimonio de Larrazabal, un miembro de la Congregación de Carmelitas en Colombia. "Traía un contrabando de oro oculto en una especie de venda, envuelta a su vez en la pierna. Se la quitó sin más en mi habitación y la depositó en un pequeño estante de libros que había allí, dejándola así sin más precaución, a la vista de quien entrara, con la sola recomendación de que se la retuviera hasta su vuelta".

Ese era solo un ejemplo de su modus operandi. Anasagasti confirma que el Cojo dominó con violencia los nudos que desarrollaban sus embarcaciones contrabandistas rápida con lealtad de los cholos, los indios cunas, que le creían invulnerable a la metralla. No así la de los negros moradores de caseríos costeros. A tres de ellos los compraron para que ultimaran a Gómez Lekube en un playón de pescadores y "lo echaran al mar, el de sus travesías de matute, al mar que lo tragó como a pirata del siglo XVIII en algún ataque a Portobello o Cartagena de Indias".

A juicio de Iñaki Bernardo la personalidad de este contrabandista "quizás sea tan contradictoria como su vida". Según detalla, en política se declaraba abertzale y "hacía profesión de demócrata convencido y militante". Estaba orgulloso de su parentesco con José Antonio Aguirre. "Según algunos de los que le conocieron, en el seno de Luis Gómez Lekube obraban dos tendencias, la del dinero y la notoriedad".

De ahí que procuraba la comodidad para sí en medio de cualquier circunstancia. "Quizás no podía considerársele valiente, aunque sí aventurero y arrojadizo", agrega Bernardo, quien detalla que no empezaría hasta 1942 a colaborar para el Servicio Vasco de Información y no ya directamente para el Ejército de los Estados Unidos. En ese año, y coincidiendo con el viaje de José Antonio Aguirre a Bogotá, nació el proyecto del Servicio de Información Vasco en este país. El contrabandista se desplazaría expresamente desde Panamá para entrevistarse con su primo Aguirre. En una carta, el getxotarra aceptaba trabajar para el Gobierno Vasco, tras el acuerdo que alcanzaran en la Embajada de Estados Unidos en Bogotá en 1942 el lehendakari Aguirre, Patxi Abrisketa y el agregado militar del Pentágono en la Embajada.

Bernardo lo tiene claro: "Su muerte, al igual que toda su vida, estuvo sumida en una leyenda". Todo apunta a que murió en una emboscada y su cuerpo fue arrojado al mar.

Abertzale, aventurero, demócrata convencido y militante, en 1942 empezó a trabajar para el Servicio Vasco de Información