- Como en una matrioska rusa, da la sensación de que en el Estado hay un gobierno dentro de otro gobierno. Y el nivel de tolerancia de los socialistas con los intentos de Pablo Iglesias de marcar perfil en el Ejecutivo español se estrecha cada vez más. Las voces del PSOE que han recriminado su actitud al líder de Unidas Podemos se han multiplicado en las últimas horas, y parecen abocar a que se produzca algún movimiento para definir con mayor claridad su pacto y los límites de cada uno dentro del gabinete, también los del vicepresidente segundo. Pero el presidente español, Pedro Sánchez, evitó ayer la polémica porque está concentrado en la aprobación de los Presupuestos, y escenificó un cierre de filas con sus socios de Podemos. No contempla una medida traumática como la crisis de gobierno, es decir, mover alguna silla en los ministerios una vez superado el trance de los Presupuestos. En la rueda de prensa posterior a la reunión del G20, repitió que, cuando se firma un pacto de gobierno, todos los ministros pasan estar en un mismo barco con independencia de su partido y confía en ellos. Puso en valor que el gobierno sea de izquierdas en tiempos como los actuales, donde hacen falta medidas sociales, y no descartó ampliar la suspensión de los desahucios, en línea con la enmienda de la discordia de Podemos.

“Todos los ministros y ministras tienen mi total confianza y mi total empatía”, dijo, para añadir después que “una de las mejores cosas que le pueden pasar al país es que haya unidad de la izquierda y que esa unidad de la izquierda esté en el Gobierno en un momento tan complejo, para dar empatía social a una crisis sin precedentes”. Tampoco quiso descartar que se puedan ampliar las medidas para evitar desahucios y cortes del suministro, pero no confirmó si tomará en consideración la enmienda de Unidas Podemos, ERC y EH Bildu. Sí dijo que los desahucios están prohibidos hasta el 31 de enero y que se pueden “ir tomando medidas en los próximos meses” para prolongarlo. Sánchez no paró de repetir que lo importante es aprobar los Presupuestos, como si quisiera aparcar por unos meses la disputa y evitar las grietas.

Los socialistas creen que Podemos ejerce la oposición desde las entrañas del gabinete. El último desencuentro ha tenido como telón de fondo la enmienda presupuestaria, pero la tensión viene de lejos, de debates como la monarquía o la reforma laboral. Además, en las últimas horas el PSOE ha visto cómo esta mancha de aceite se extiende al juego de alianzas, y ese terreno ya supone entrar en palabras mayores para el presidente español. Pedro Sánchez quiere tener abiertas todas las puertas (cuidando al PNV como socio preferente), pero Podemos pretende acotar su margen de maniobra dejando fuera a C’s, y añadiendo a EH Bildu a la dinámica de acuerdos con ERC. Las maniobras para distorsionar por su cuenta los Presupuestos (que también son de Podemos porque está en el Gobierno) con enmiendas sorpresa han provocado malestar en los jeltzales, socios estratégicos y con seis votos necesarios. La líder del PSE, Idoia Mendia, estallaba y opinaba que Podemos no sabe ser gobierno, y los ministros socialistas han avisado de que el presidente es Sánchez. Y nadie más.

El principal reto que tienen por delante es alcanzar una entente, arrojar agua y apagar el incendio de la enmienda para impedir los desahucios y los cortes de suministros. Ambas partes buscarán una salida satisfactoria ante los suyos. La enmienda registrada por Unidas Podemos con ERC y EH Bildu ha sido la gota que ha colmado el vaso y ha expuesto a los dos socios del Gobierno español a una situación esquizofrénica que, además, amenaza la sintonía del socialismo con otros socios. El PNV decía esta semana que Sánchez tiene que dar un puñetazo sobre la mesa. Es la primera vez que se ensaya un Gobierno de coalición en el Estado, y se hace entre dos partidos, PSOE y Unidas Podemos, que son rivales directos en las urnas.

Por otro lado, el secretario primero de la Mesa del Congreso y diputado de En Comú Podem, Gerardo Pisarello, fue ayer muy crítico con la situación de los inmigrantes en Canarias, y denunció un “incumplimiento flagrante” del deber de ayudar que se recoge en los tratados internacionales. “Un Gobierno que se autodenomina progresista debe cumplir con su deber de ayuda a los migrantes”, dijo a Efe, donde aseguró que la gestión no ha sido la mejor. Pidió actuar como en la crisis del Aquarius y el Open Arms.

Sánchez contesta al PP. Ante las críticas por el apoyo de EH Bildu a la tramitación de los Presupuestos, Sánchez recordó que han sido trece partidos con 198 escaños los que han rechazado las enmiendas a la totalidad y que, “mal que le pese a algunos, esos 198 escaños representan a la España legítimamente votada”. Dijo que las únicas siglas que importan al Gobierno son PGE, los Presupuestos. Sí quiso expresar su rechazo a los homenajes a presos.