iferentes cartas inéditas firmadas por el delegado del Gobierno de Euzkadi en Burdeos, Juan de Zubiaga, sacan a flote las razones por las que tras la firma del Pacto de Santoña los barcos contratados por el Ejecutivo del lehendakari Aguirre no llegaron a buen puerto. El objeto del envío era auxiliar y exiliar a las personas designadas en el acuerdo. El quid de la cuestión fue una errónea comunicación entre capitanes del mercante británico Marvia, armado para salvar vidas, con el también inglés de apoyo presente en Asturias Kenfing Pool. El capitán del Stanwold, por su parte, confirmó en una breve epístola que sí consiguió trasladar a la ciudad francesa a algunos republicanos. Otros navíos que participaron en el rescate fueron Thorpebay y Bramden.

A juicio del exsenador jeltzale, Iñaki Anasagasti, "este es uno de los temas claves del Pacto de Santoña. Los historiadores aún se preguntan por qué no llegaron los barcos. Diferentes cartas que el PNV conservó en París y aquí están lo explican. ¡Es algo inédito!".

El envío de las misivas a tres bandas entre Zubiaga, Presidencia del Gobierno de Euzkadi y portavoces de barcos ingleses como el Marvia y Stanwold se produjo días después de la firma del tratado que se selló el 24 de agosto de 1937. El denominado Pacto de Santoña aconteció durante la caída del Frente del Norte en la Guerra Civil entre dirigentes políticos vinculados al PNV y mandos de las fuerzas italianas fascistas que combatían en apoyo del bando golpista ya entonces con Franco al frente. Había pasado más de un mes desde la entrada de los golpistas en Bilbao.

Zubiaga expuso al lehendakari Aguirre, a quien se refería como "mi querido Presidente y amigo", que había interrogado al capitán del vapor Marvia -uno de los salvavidas- sobre las causas o razones por las que había desistido de su entrada en los puertos de Laredo, Santoña, Rivadesella, Musel o Avilés. Esta carta estaba datada el 13 de septiembre de 1937. El encargado del buque inglés le detalló que "después de varios intentos de arribar a Laredo tuvo que desistir, ni aproximarse a las diez millas por peligro y la amenaza constante de los barcos facciosos que merodeaban", escribió Zubiaga.

Por ello, el capitán decidió entrar en Rivadesella por ser, a su juicio, "el puerto de Asturias de más posible acceso". En aquel lugar se topó con el barco Kenfing Pool, un portavoz de aquel navío "le aseguró de forma categórica que Rivadesella estaba perdido" y que si entraba no saldría con vida, además de que "no conseguiría embarcar ningún refugiado". Así y todo, el capitán del Marvia aseguró que habló a continuación personalmente con el capitán británico del destructor quien "le confirmó la misma mala impresión disuadiéndole de todo intento de entrar en Rivadesella".

Por esta razón, el británico Marvia -que meses antes había transportado al exilio a niños de las comarcas de Durango y Gernika- dio vuelta y regresó a Burdeos sin refugiados. "Antes estas malas impresiones, decidió volver enterándose al llegar a Burdeos por referencia de esta delegación de la verdadera situación de Rivadesella en orden a la guerra y diciendo -para justificar su decisión- que estaba dispuesto a declarar dichas manifestaciones por escrito si fuera necesario, ya que él -según manifestó- era quien más lamentaba volver en el lastre, después de las pruebas que anteriormente había dado de cariño y lealtad al Gobierno de Euzkadi y de decisión ante momentos de peligro".

La situación en Rivadesella era la correcta. La firmada. Lo constataba el capitán del barco Stanwold, en otra de las cartas que este periódico ha tenido acceso. Esta es del 1 de septiembre de 1937. El cargo matizaba en inglés a Zubiaga, que partió con el buque el 19 de agosto. Acudió al puerto de Santander, donde visitó al cónsul español, quien le concedió "permiso para proceder a algunos de estos tres puertos: Rivadesella, Gijón o Avilés".

El marino optó por Rivadesella donde desembarcó "al Sr. Fernández", quien había embarcado en Burdeos para tal destino. Hace referencia a un Delegado de Asturias que iba a Gijón y fue quien le aconsejó ir a Rivadesella. Allí, descargó cargamento y recibió orden de tomar refugiados en Musel, "pero como sufrí un bombardeo, fui bajo mi responsabilidad a Rivadesella, lo que fue aprobado por los delegados asturianos y vascos", detalla. Es entonces cuando dejó escrito que él sí cumplió el objetivo acordado: "Tomé refugiados en Rivadesella y salí para Burdeos el 29 de agosto de 1937".

Anasagasti pone en valor la figura del delegado Juan de Zubiaga. "Era un antiguo capitán mercante muy activista y riguroso, que hizo un trabajo maravilloso. Sus documentos son extraordinarios y sacan a la luz lo que tanto nos andábamos preguntando".