- Iñigo Urkullu, con luz y taquígrafos. Más de 600 folios recopilados por él mismo en dos archivadores con la senyera en el lomo, que están ahora al alcance del público, atestiguan su labor como facilitador del diálogo en Catalunya. Ejerció de puente entre el entonces president, Carles Puigdemont, y el mandatario español Mariano Rajoy, con el beneplácito de ambos, para tratar de impulsar una convocatoria de elecciones en Catalunya que evitara la traumática suspensión del autogobierno en 2017 con mano de hierro desde el Estado español. Cientos de mensajes y cartas consultados por DNA en la Fundación Sabino Arana muestran el tránsito de un lehendakari que comenzó sintiéndose esperanzado con una solución dialogada que evitara pasos unilaterales tanto en Catalunya como en el Estado, y terminó declarándose “desolado” por el rumbo de los acontecimientos.

Pero no solo eso. Aunque la labor de facilitador terminó con la era de Puigdemont y Rajoy, esas páginas desvelan también las aportaciones que el lehendakari realizó con la llegada del socialista Pedro Sánchez a la presidencia española tras la moción de censura en junio de 2018, y con el ascenso de Quim Torra a la Generalitat. Pero, en ese caso, ya no se puede hablar de mediación y su tarea no se sitúa en el mismo plano que la desempeñada con Rajoy y Puigdemont, porque en aquel caso Urkullu había actuado con el respaldo de ambos y con un encargo expreso para allanar el diálogo. Con Sánchez, lo que hizo Urkullu fue poner sobre la mesa por su propia iniciativa propuestas para reconducir la brecha con Catalunya y la legislatura española ante el riesgo de bloqueo. Sus planteamientos no pensaban exclusivamente en Catalunya, sino que buscaban poner solución a la crisis territorial en el Estado y eran de aplicación en Euskadi. La alusión al Estatuto de Gernika y las transferencias es igualmente una constante.

Entre las propuestas que remitió al socialista, con quien se reunió en dos ocasiones, destaca una consulta popular, legal, pactada y previa al inicio del proceso de negociación con Catalunya, para conocer si los ciudadanos del territorio estaban dispuestos a apoyar el intento de abordar un nuevo proceso político para acordar su estatus de autogobierno. Convencido de que el nuevo equilibrio de mayorías progresista y sustentado en el nacionalismo vasco y catalán abría una ventana de oportunidad en el Congreso, realizó también sus aportaciones para tratar de salvar los Presupuestos de Sánchez, mantener viva la legislatura, y evitar la convocatoria de las elecciones generales, que finalmente se produjo en abril de 2019.

El lehendakari en funciones ha autorizado el acceso a sus documentos a partir del 23 de julio, unas carpetas que había hecho llegar al monasterio de Poblet, el Archivo Histórico de Euskadi y la Fundación Sabino Arana en los prolegómenos de su declaración como testigo en el Tribunal Supremo. Esos documentos dejan ver que su intento de contribuir a una solución dialogada ha tenido continuidad. Se ve en una propuesta fechada el 11 de diciembre de 2018 y enviada a Pedro Sánchez, bajo el encabezamiento Dar una oportunidad al diálogo en y para Cataluña. Bases de un acuerdo para reiniciar. Urkullu ofrecía su aportación como una sugerencia para abrir un proceso de negociación entre el Gobierno español y los partidos soberanistas catalanes, para “dar una nueva oportunidad al diálogo”, “acordar con garantías de legalidad y bilateralidad el estatus de autogobierno de Cataluña”, crear un “foro de diálogo”, no impedir la aprobación de los Presupuestos y “favorecer la estabilidad en lo que resta de legislatura tanto en Cataluña como en el Estado”, y “acordar la convocatoria de una consulta popular, legal, pactada y previa al inicio del proceso de negociación”.

La consulta tendría como finalidad “confirmar la adhesión social a esta vía de solución” por parte de los ciudadanos catalanes. Incluso sugiere una posible pregunta. ¿Quiere que Cataluña abra un nuevo proceso político para acordar con garantías de legalidad y bilateralidad su estatus de autogobierno con las instituciones del Estado?.

La legislatura de Sánchez abrió una oportunidad para el diálogo y Urkullu hizo lo posible por mantenerla viva. Además de rebajar la tensión en Catalunya, veía opciones de completar el Estatuto de Gernika. En esa posición tenían también mucho peso los derroteros que estaba tomando el discurso de la derecha española, con el relevo de Rajoy al frente del PP y el ascenso de un duro Pablo Casado que trató de arañar votos en la ultraderecha de Vox y que no prometía nada más allá de cárcel y tribunales para el independentismo. PP, C’s y Vox acabaron protagonizando en febrero de 2019 la foto de Colón, una manifestación que supuso un intento poco disimulado de torpedear las negociaciones entre Sánchez y el Govern, abiertas en el marco de su Declaración de Pedralbes. En ese contexto, que tensionó y condicionó el diálogo y provocó una quiebra imposible de reconducir sobre la figura del relator, los Presupuestos de Sánchez pendían de un hilo. Era febrero de 2019.

En ese momento, Urkullu esbozó dos posibles escenarios para salvar las Cuentas y evitar unas elecciones generales de resultado imprevisible y sobre las que pendía el riesgo de la victoria de la derecha. El lehendakari barajó, por un lado, una iniciativa “unilateral” de los soberanistas catalanes, que pasara por la retirada de sus enmiendas a la totalidad. La otra opción consistía en darles cierta cobertura, articular una propuesta por parte de los partidos de la moción de censura para apostar por el diálogo, y que tomaran la forma de sendas resoluciones ante el pleno del Congreso de los Diputados y del Parlament. En esas declaraciones se instaría a ratificar la Declaración de Pedralbes del 20 de diciembre de 2018, apostar por un marco de seguridad jurídica en el diálogo y aprobar los Presupuestos. La propuesta se puso en conocimiento de ERC y el PDeCAT. El desenlace es el ya conocido. Los soberanistas catalanes tumbaron las Cuentas y hubo elecciones en abril.

Consulta. En el documento enviado a Pedro Sánchez el 11 de diciembre de 2018, el lehendakari propuso una consulta previa al inicio del diálogo en Catalunya para saber si los catalanes respaldaban un nuevo proceso de negociación para decidir su estatus de autogobierno. Sugirió una formulación: “¿Quiere que Cataluña abra un nuevo proceso político para acordar con garantías de legalidad y bilateralidad su estatus de autogobierno con las instituciones del Estado?”.

“Acordar una consulta popular, legal, pactada y previa al inicio del proceso de negociación”

Propuestas a Sánchez en 2018

“No impedir la aprobación de los Presupuestos y favorecer la estabilidad en Cataluña y el Estado”