En el contexto del debate sobre monarquía o república a causa de las últimas noticias que vinculan al rey emérito, Juan Carlos I, con casos de presunta corrupción y regalos millonarios a examantes, la Casa Real se aseguró este lunes de mantener los focos en un ambiente de simpatía hacia los reyes. Para ello, la seguridad del evento no permitió a los periodistas acreditados en el acto oficial acercarse a los manifestantes, que la Guardia Civil mantuvo alejados a casi medio kilómetro.

Pero hay más periodismo fuera de la noticia orquestada, como si de una nota de prensa institucional se tratase. A veces, un suceso merecedor de ser cubierto puede surgir espontáneamente. Es como en medicina, pero con una diferencia: que nadie pregunta "¿hay algún periodista en la sala?". Es más, el informador se arriesga a salir peor parado que si no hiciera su trabajo. Fue lo que le ocurrió este lunes a Mikel Urabaien Otamendi, redactor de DIARIO DE NOTICIAS, que se encontraba en la concentración antimonárquica. Este se acercó a grabar una trifulca entre guardias civiles y manifestantes, cuando fue identificado y acusado de agresión a la autoridad después de que el oficial al mando en la operación le impidiera filmar lo ocurrido.

Desde donde tuvo lugar la concentración de rechazo a la visita de los monarcas solo se pudo intuir su llegada gracias a un repentino sonido lejano de vítores por parte las decenas de personas que fueron a recibirlos a Cizur Menor. Fue entonces cuando los manifestantes intensificaron el volumen de sus consignas, imposibles de escuchar por los aclamados reyes. De hecho, ni siquiera desde la concentración, convocada por los sindicatos ELA y LAB, pudo verse a los borbones. Como mucho, utilizando una mano de visera para proteger los ojos del intenso sol de mediodía, fue posible distinguir un vehículo que apareció sobre el fondo rojigualda que desde la distancia formaban las banderas, pancartas y vestimentas de aquellos mismos que aplaudían la llegada de Sus Majestades.

El periodista explicó que "cuando varios de los concentrados se percataron de que los monarcas no iban a pasar por delante de ellos, se dirigieron hacia la puerta de Aspace con pancartas". Entonces, los policías se apresuraron "para repelerlos con varios empujones, a pesar de que retrocedieron sin que fuese necesario emplear la fuerza", aseguró. Ante la situación, el redactor sacó su móvil y corrió a grabar lo que estaba ocurriendo "por si acaso la intentona de los manifestantes y los posteriores empujones de la Policía derivaban en algo más", recalcó. "Cuando me estaba acercando, le dije a uno de los policías que era trabajador de prensa para que no tuviera problemas y me permitiera seguir grabando, pero se giró hacia mí mientras yo seguía repitiendo mi profesión para evitar confusiones", afirmó Urabaien.

Tras un rifirrafe en el que el agente intentó quitar el móvil al periodista y se le "encaró", cuatro guardias civiles agarraron al reportero y detuvieron el vídeo que seguía en curso, por lo que este no se guardó. Además de un atentado contra la libertad de información, el denunciado critica que los policías le "agarraron de las muñecas con una fuerza desproporcionada", ya que no se resistió. "Me gritaron en repetidas ocasiones que les diera la documentación cuanto antes o sería peor para mí, a pesar de que no podía hacerlo porque me tenían sujeto de ambos brazos", denunció. El acusado se enfrenta a un delito de " agresión a la autoridad", según los agentes.