- La aprobación de los Presupuestos está provocando un terremoto en el seno del gobierno de coalición toda vez que los acercamientos de las filas de Pedro Sánchez a las fuerzas de la derecha, principalmente a Ciudadanos pero también al PP, tienen en vilo a Unidas Podemos, y también a las formaciones soberanistas que conformaron el bloque de la moción de censura. La intención del Ejecutivo español es que el proyecto de las cuentas, cuyo esqueleto está “avanzado”, llegue al Congreso a finales de septiembre o principios de octubre, y desde el PSOE se cuenta con abrir la puerta de bienvenida, por ejemplo, a la marca de Inés Arrimadas. “Todos aportan, nadie sobra”, sentenció ayer la portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, rebatiendo al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, quien dejó claro que un gabinete que incluya a Podemos es “incompatible” con pactar cuestiones “trascendentales” de los Presupuestos con el PP y Ciudadanos, que “gobiernan con la ultraderecha” en algunas comunidades.

Montero admitió que el Ejecutivo de Sánchez invitará a la mesa a todos los partidos y solo quedará fuera “el que se autoexcluya”. La ministra añadió que “nos encontramos ante un momento singular, inédito”, trasluciendo que el contexto de reconstrucción como consecuencia de la crisis sanitaria validaría el acercamiento a otros espectros ideológicos con tal de tener las Cuentas atadas. “Nos tiene que obligar a aparcar los vetos cruzados y sentarnos en una mesa común para ver las necesidades del país y las preocupaciones de los ciudadanos”, justificó Montero, para quien es el “momento del acuerdo” y de lograr “grandes pactos”. “No comparto que se puedan poner esas líneas rojas”, incidió en RNE.

El Ejecutivo sigue manejando dos opciones. La primera es la de repetir la mayoría de investidura, para lo que sería necesario recomponer la relación con ERC, dañada durante el estado de alarma. Algo que para colmo se complica por el hecho de que la negociación se celebrará seguramente en plena precampaña de las elecciones catalanas. La segunda opción es contar con el apoyo de Ciudadanos y el PNV, sumando a los partidos pequeños. Montero encuadró las declaraciones de Iglesias en un “entorno y un lugar” en el que hablaba en clave partidista y no con la “imagen más institucional” del Consejo de Ministros. “Cuando estamos en charlas y en este foro organizado o dirigido por Unidas Podemos me parece normal que se puedan expresar opiniones particulares”, valoró la ministra portavoz, para quien su compañero de gabinete “es partícipe de que se puedan sacar unas cuentas públicas”. “El Gobierno tiene las ideas claras”, matizó. Además, la responsable de Hacienda insistió en que es “fundamental” que el PP “aspire a la elaboración” de los Presupuestos, el “vehículo” que sirve para “ejecutar las partidas de Bruselas”.

La estrategia socialista pasa por situar toda la presión sobre el PP, pese a ser consciente de que un acuerdo con los populares es casi imposible, y ganarse el respaldo de C’s como alternativa. Lo corroboró la ministra de Defensa, Margarita Robles, partidaria de los acuerdos cruzados sin “descalificar” a nadie. “No es momento de hacer política de partido”. A su juicio, esta negociación debe abordarse pensando solo en los ciudadanos y “nadie entendería” que las formaciones se cerraran en “posiciones partidistas”. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, conminó a Sánchez a decidir “si traiciona antes” a Iglesias o a la UE y sugiere que esa decisión marcará las alianzas.

El vicepresidente está en otra esfera. “Rearmaremos la mayoría de la investidura”, enfatizó Iglesias, que ve legítimo que el PSOE “mantenga conversaciones con la derecha”, aunque sería “ingenuo” pensar en un pacto porque no apoyarán unos Presupuestos diseñados por un Gobierno en el que esté Podemos. A no ser que se busque desbancarlo.