- Los sondeos se quedaron cortos con el declive de Elkarrekin Podemos-IU y las urnas trajeron consigo ayer una caída mucho mayor de la que se pronosticaba a la coalición de izquierdas, que pasa de ostentar once escaños en el Parlamento a tener solamente seis. Así, se deja por el camino más de la mitad de los votos que obtuvo en 2016, quedándose en 71.759 (un 8,03% del total).

De esta forma, la cita electoral evidenció que la estrategia de Miren Gorrotxategi de fiarlo todo a la remota hipótesis de formar un tripartito de izquierdas ha sido un error y ha servido únicamente para desviar a EH Bildu a gran parte de los que apostaron por la coalición morada hace cuatro años.

En este sentido, sobre el papel los números sí dan para dicha opción de un Gobierno a tres bandas -EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos sumarían mayoría absoluta- pero las antes escasísimas probabilidades de que esta hipótesis se consumara quedan completamente enterradas, ya que Podemos pierde casi toda su capacidad de influir o servir de puente entre la izquierda aber-tzale y los socialistas.

En resumidas cuentas, la cita electoral de ayer confirmó con creces la tendencia descendente de Podemos en Euskadi que, desde que en 2016 tocara techo ganando las elecciones generales en votos y escaños en la CAV, ha ido descendiendo progresivamente en apoyos, al igual que ha ocurrido con la formación morada a nivel estatal. Los líos internos, cambios de dirección y de estrategia y la dificultad para posicionarse en el Parlamento vasco han lastrado a la coalición entre Podemos e Izquierda Unida -y de la que quedó excluida Equo-, que corre el riesgo además de perder cualquier capacidad de influencia en la Cámara de Gasteiz con un próximo gobierno que todo apunta a que tendrá mayoría absoluta.

La noche electoral de ayer supuso la constatación del fracaso del sueño de Podemos Euskadi, que llegó con la intención de transformar las instituciones vascas más allá del eje nacionalismo-anti nacionalismo y se ha estrellado contra la realidad en los últimos cuatro años.

Ahora, la coalición morada tiene por delante la complicada tarea de repensar sus objetivos y estrategia y resituarse en el tablero de la CAV. Para ello, será indispensable el acierto de su nueva dirección liderada por Pilar Garrido y el antiguo sector pablista, entre cuyos referentes están también la propia candidata Gorrotxategi y el diputado Roberto Uriarte.

Por territorios, los morados salen de la convocatoria electoral con dos asientos por cada uno. Pierden fuelle en Bizkaia y Araba -territorios donde en 2016 tuvieron cuatro parlamentarios- y registran una caída menor en Gipuzkoa, donde bajan un representante.

El bagaje de Podemos Euskadi en la última legislatura y en la carrera electoral ha estado profundamente marcado por las sucesivas crisis internas y los cambios de liderazgo, que han transmitido la imagen de una federación inestable y partida en dos. Así, los morados han encadenado la friolera de cuatro secretarios generales en cuatro años -Roberto Uriarte, Nagua Alba, Lander Martínez y ahora Pilar Garrido han desfilado por el liderazgo del partido- y han pasado en tiempo récord de dar el visto bueno a los últimos Presupuestos de Urkullu a reclamar su desalojo a toda costa. En medio, un sorpresivo desenlace en las primarias para la elección del candidato a lehendakari que terminó con la repentina dimisión de Martínez y la llegada a la primera fila de Gorrotxategi y Garrido.

Queda claro en las urnas que los electores se han alejado de la formación después de todos sus virajes de los últimos años y no han entendido la estrategia que propugnaba Gorrotxategi, quien aunque ganó con claridad las primarias internas no ha podido conectar con el electorado en unas elecciones muy atípicas en las que ha jugado un papel muy importante la alta abstención registrada.

En cualquier caso, estos vaivenes internos de Podemos parecen terminar ahora con la llegada de un liderazgo sólido ejercido por los pablistas -alineados con la dirección estatal del partido- y con la desaparición momentánea de la antigua corriente errejonista de Lander Martínez, que ha renunciado a plantar batalla y ha pasado a segundo plano durante los últimos meses y la campaña electoral. Está por ver si esta nueva Ejecutiva logrará revertir la debacle de ayer, objetivo que se torna muy difícil.