aquietud dominical tiene hoy una dimensión especial. Es un día, una llamada a las urnas que nos interpela a todos y deviene muy importante porque su repercusión va mucho más allá, trasciende de los cuatro años que integraránla nueva XII legislatura vasca. Puede resultar tópico subrayar a estas alturas la relevancia de esta convocatoria electoral, pero como ciudadano y elector quisiera trasladar este mensaje de corresponsabilidad a todos los lectores: pese alclima social y político complejo e inédito que estamos viviendo debemos recordar que las elecciones han sido y siguen siendo hoy día el instrumento fundamental (y más igualitario) de nuestro autogobierno.

Muchos políticos hablan y dicen actuar en nombre del pueblo pero lo hacen en realidad sin contar con el pueblo, en una suerte de posmoderno despotismo ilustrado;también con frecuencia muchos políticos se arrogan la supuesta representatividad popular,pretenden erigirse en intérpretes auténticos de la voluntad popular pero la verdadera soberanía popular es la que la ciudadanía expresaremos hoy en las urnas, porque ejercer nuestro voto garantiza sin posible objeción alguna la esencia de la democracia: nada más y nada menos que seleccionar mediante nuestra elección, nuestra decisión popular, quién gobernará Euskadi, quién gestionará nuestra "res" publica tan necesaria para civilizar nuestro futuro y atender las demandas sociales del día a día.

Nuestro reto, el de cada votante, es votar para poder reivindicar, votar para construir, votar para avanzar. Es nuestroderecho y también nuestra responsabilidad.

Se ha hablado mucho en la campaña de izquierdas y de derecha, pero hay otro eje importante: el de las formaciones abertzales frente a las que defienden otro modelo de articulación de nuestro autogobierno.

El acuñado discurso de los partidos políticos con implantación estatal confunde interesadamente la evidencia de una gran mayoría social abertzale en Euskadi con supuestas imposiciones, y frente a ello cabe afirmar que el nacionalismo institucional no persigue patrimonializar la sociedad vasca ni minorar el valor de la diversidad que nos caracteriza.

Se habla de huir de bloques, de lograr acuerdos entre diferentes, de vertebrar acuerdos plurales. Ese discurso está muy bien, pero todos deben aplicarse a ello, porque también desde el PP o desde otras formaciones políticas se habla de democracia y de pluralismo, y sin embargo luego su cabecera de programa electoral es el discurso del no: no a los nacionalistas, no a las a su juicio desmedidas e insaciables exigencias de mayor autogobierno, no al debate sobre el futuro de nuestro País, no a la construcción de un andamiaje institucional en el que quepan todos, no al reconocimiento de nuestra identidad como nación dentro de un Estado.

Todo ello está en juego hoy. Son razones de peso que nos deben impulsar a acudir a votar, a defender nuestro modelo de sociedad y de convivencia desde la urna, desde nuestra auténtica soberanía popular.