an sido una de las caras más amargas de la pandemia. Hogar de personas mayores, muchas de ellas con patologías múltiples y en una situación de grave fragilidad, el covid-19 ha hecho estragos en las residencias de Euskadi, lejos no obstante de la dantesca situación que por ejemplo se ha vivido en la Comunidad de Madrid. Tanto el Gobierno vasco como las diputaciones han centrado su trabajo en ellas, creando por ejemplo unidades de referencia para positivos o distribuyendo equipos de protección entre los trabajadores, lo que ha permitido doblegar los brotes. "Toda nuestra atención se centra en las residencias. Sigue siendo una prioridad", insistía el lehendakari. Sin embargo, esta crisis ha vuelto a poner sobre la mesa, quizá con más fuerza, el propio sistema de cuidados de larga duración.

Esta crisis del coronavirus ha vuelto a lanzar a la palestra este debate. Teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y una cada vez mayor esperanza de vida, es primordial plantearse qué tipo de cuidados queremos para nuestros últimos años. La reflexión va mucho más allá de las residencias, su gestión o los ratios de cuidadores; se trata de poner los deseos de las personas en el centro del sistema. El propio Ararteko, Manu Lezertua, insistía en que "la fuerte incidencia sanitaria y social deberá incitar a una reflexión sobre el modelo de cuidados que queremos para nuestros mayores".

Pese a que se cerraron a cal y canto, prohibiéndose las visitas -únicamente en Bizkaia se permitieron en condiciones muy excepcionales-, para cuando saltó la alarma el virus ya se había colado en las residencias de Euskadi. Sin apenas equipos de protección ni test, y en algunos casos con dificultades para aislar los casos positivos y/o sospechosos, los centros de mayores han sufrido con fuerza el embate del coronavirus. Las instituciones volcaron sus esfuerzos en ayudar a estos centros, fueran públicos o privados; se abrieron unidades especializadas para trasladar los casos positivos y así alejar el virus del resto de usuarios, se facilitaron equipos de protección y se realizaron test, se ofreció asesoramiento para realizar de forma correcta las medidas de aislamiento... Solo en Bizkaia, y hasta mediados de junio, 290 usuarios de residencias han perdido la vida como consecuencia del coronavirus, y otras 32 con sospecha, sobre una red con más de 10.700 plazas. Las muertes en residencias representan el 32% del total, mientras que en el Estado ronda el 70% y en otros países como Austria se eleva al 43,1%. Incluso ahora, con lo peor de la crisis ya pasado pero el virus aún aquí, se han establecido equipos de rastreadores para detectar de forma precoz los casos; a futuro, se trabaja en un plan de contingencia para residencias y una compra centralizada de material sanitario.

Leixuri Arrizabalaga, cabeza de lista del PNV por Bizkaia, destaca la coordinación sociosanitaria que se viene desarrollando en Euskadi desde hace años, y las medidas que se han tomado durante esta pandemia, "unidades de referencia que han permitido desplazar pacientes para una mejor atención, inspecciones mixtas para ayudar a las residencias en los protocolos, el plan de apoyo a las residencias y el cribado de PCR llevado a cabo a todas las personas residentes y profesionales". En el programa electoral de los jeltzales, se plantean, entre otras, oficinas de atención a personas mayores, medidas para acompañar a los que se encuentran en situación de soledad, y reforzar la atención primaria (como visitas en el domicilio) y secundaria (servicios de día), así como las alternativas de respiro.

Para EH Bildu, la crisis del coronavirus "ha dejado entrever los fallos del Gobierno Urkullu en servicios sociales". Por ello, plantean un servicio vasco de servicios sociales, con una gestión pública y directa, también en las residencias. "Los cuidados tiene que pasar a ser un ámbito central", aboga la coalición. En opinión del PSE, "la atención a nuestros mayores no pasa simplemente por medicalizar residencias o dotarlas de más personal. Hace falta un nuevo modelo", aboga su secretario de Organización, Miguel Ángel Morales. Por ello, plantean establecer una red de cuidados comunitarios, un plan de lucha contra la soledad no deseada, y reforzar la inspección de los servicios sociales.

Podemos considera que lo vivido en las residencias no ha sido consecuencia del coronavirus, sino que "este no ha hecho más que poner en evidencia y agravar la crisis estructural en el sector". Reforzar la cartera de servicios sociales y la inspección laboral son algunas de sus propuestas. Para PP+Cs es imprescindible un sistema de alertas tempranas ante virus, garantizar el suministro de EPI y aprobar un nuevo decreto de residencias.

Las instituciones han volcado sus esfuerzos en las residencias, uno de los ámbitos en los que el covid-19 ha provocado más daño

Se plantea una reflexión sobre los cuidados de larga duración, más allá del tipo de gestión de las residencias o el ratio de trabajadores