legado al punto medio de la campaña vasca Pedro Sánchez ha introducido un dato y ha provocado una inquietud. ¿A quién? Tratándose de un presidente socialista la inquietud provocada le avala. Curiosamente en un momento notable, justamente cuando ya estaba pergeñada una foto que constituye un triunfo de la democracia española. En la foto se juntaron Gobierno, sindicatos y organizaciones empresariales. No cabe mayor, ni más importante representatividad del país y de la ciudadanía, acaso hubiera estado bien en esa foto el representante del primer partido de la oposición, es decir del PP. Pero ha preferido abandonar el barco a la vista de los nubarrones que deambulan por el horizonte. El caso es que no está el PP en la foto, quizás previniendo que la marejada pueda llegar a convertirse en potente temporal. Es decir que el PP, de arrimar el hombro nada.

Sin embargo, la grandeza de la foto se ha visto disminuida cuando el presidente Sánchez ha admitido, en una entrevista televisada, que será necesaria una subida de impuestos en el Estado. En ese momento, casi todo el entramado informativo se ha desarmado. Aunque faltaban los representantes del PP, entonces sí, Garamendi como presidente de la patronal ha advertido que "no comparten el planteamiento fiscal del Gobierno, porque no es el momento de subir impuestos y sí de combatir la economía sumergida". La reflexión de Garamendi hubiera sido precisa y fundamentada si hubiera aportado algún dato sobre las cifras del fraude al que hacía referencia y, además, culpabilizara a sus autores, más cercanos a su organización que al Gobierno.

Esto está teniendo lugar mientras en Euskadi se desarrolla una campaña electoral, y no hay que olvidar que el sistema fiscal en Euskadi se desarrolla desde la propia Autonomía, por lo que extraña bastante que eso no haya terciado en el debate electoral(ista) que ahora se está desarrollando.

Lo cierto es que la situación nos ha sumido en una profunda incertidumbre, y el debate electoral no se ha posado sobre todo esto, de momento. Es difícil comprender que se esté prestando una atención tan superficial a las consecuencias económicas y sociales del Covid (crisis sanitaria y crisis socio-económica, además de crisis humana y de convivencia) en esta campaña. Es evidente que al PNV y al PSE les preocupa la gobernabilidad de Euskadi porque saben de qué se trata, y saben que la encomienda del próximo Gobierno que salga de las urnas no será un mero trámite. Sin embargo, tanto Podemos como EH Bildu actúan como si no estuviera pasando nada extraordinario. Parecen decididos, e incluso predestinados, a hacer una redención redentorista desde su irresponsabilidad manifiesta. Ved, si no, ahora mismo EH Bildu ha preguntado al PNV "dónde ha dejado el espíritu de Ibarretxe y la ilusión de Lizarra", que es tanto como si el paracaidista que se ve obligado a arrojarse desde un avión, se entretiene en el paisaje hasta el extremo de olvidarse de abrir el paracaídas. O Rodríguez, el de EH Bildu, que advierte a los "hijos del franquismo" (es decir a todos los demás) de la sorpresa que se van a llevar con los resultados de su formación en las elecciones, como si él no fuera un hijo aventajado de dicho franquismo, aunque lo sea como la grandísima mayoría en contra de su voluntad.

Pues bien, a este futuro nos enfrentamos. A él tendrá que hacer frente el nuevo Gobierno, y para ello será mucho más importante y útil la responsabilidad que un arrojo desatado y confuso sin dirección precisa ni sentido práctico. Quien no muestre abiertamente su compromiso y su deseo de colaborar, haría mejor en abandonar el barco, porque no cabe duda de que zozobrará, y clavará su quilla en el agua, y su tripulación verá más tiburones que lo normal a babor y estribor, esperando un posible naufragio que los vascos y las vascas decentes tenemos la obligación de evitar€

€Un naufragio que no se producirá porque los vascos sabremos ser responsables. No faltarán quienes prefieran ver el barco naufragado si no son ellos, sólo ellos, los que manejen el timón€ Pero no€