costumbrados como empezábamos a estar a que el final de las campañas electorales no finalizaran con individuos encapuchados subiendo al estrado, ni artefactos que segaban vidas, opiniones y conveniencia. Tras casi ocho años en los que parecía asentarse esa normalidad añorada durante tantos y larguísimos años, ahora que parecía ir asentándose, lentamente, sí, pero asentándose a fin de cuentas, y salvo excepciones, la dialéctica con florín frente al espadazo, la seriedad frente a la astracanada; cuando todo esto parecía ser cierto estalla una crisis sanitaria mundial que acaba con miles de vidas, arramplando con todo lo que creíamos era seguro. La sociedad se muestra con toda su complejidad y la responsabilidad individual e institucional se hace más necesaria que nunca. Elegir a quienes van a tener que encarar los próximos años desde el Gobierno, también. En el mundo de la mascarilla, la distancia social, la limpieza de manos y las convocatorias electorales en pleno verano, atraer al electorado y evitar una baja participación se ha vuelto crucial, especialmente para algunos, entre los que se encuentra EAJ-PNV. La gestión de la pandemia puede ser el arma arrojadiza que más de uno esté dispuesto a utilizar, pero visto lo sucedido en Suecia y lo que ahora mismo está ocurriendo en Alemania, puede acabar cortándole las manos a quien la empuñe. Aviso a navegantes o, mejor dicho, a aprendices de doctor que nunca pasaron por la Facultad de Medicina.

EH Bildu concurrirá a esta convocatoria sin la sensación de ahogo que le acompañó a lo largo de la últimas elecciones al Parlamento Vasco. Unas elecciones en las que les quedó claro que las campañas sí sirven para algo y cuyo final celebraron como una victoria. De momento, mucho color, alguna bicicleta y, al fondo, la torre de Iberdrola.

También los socialistas vascos pueden sentirse menos acogotados si, como parece, sus compañeros de gobierno en Madrid siguen desfondándose. Primera oportunidad para ver quién de los dos rentabiliza mejor estos primeros meses de convivencia. Si alguien albergaba la esperanza de la unión de las izquierdas, que así se autodenominan, ha visto su gozo en el pozo de la intolerancia y la política de persecución, esa deleznable práctica que no hay acetona que pueda borrar. Hay alianzas que a los que peinamos canas nos es difícil imaginar. Eso y que no es lo mismo ir de comparsa a que, como ocurre en Nafarroa, el primer espada seas tú y que sea el otro quien te lleve la muleta.

Elkarrekin Podemos sigue a lo suyo con ganas renovadas. Su nueva candidata insiste en sacar a la derecha vasca del poder, esa misma derecha que Pablo Iglesias dice le gustaría tener en España. Y hablando de derecha española, habrá que esperar a ver qué aporta al discurso del PP su alianza con Ciudadanos. ¿Se mantendrá la fórmula Aznar/FAES? De Abascal y los suyos es de esperar poco discurso y mucha provocación. Y con respecto al sol, estos siempre se colocan de cara.