- Pedro Sánchez ha llamado al lehendakari para compartir información sobre la crisis sanitaria y poner en común los datos que manejan, valorar la situación e intercambiar reflexiones sobre cómo abordar la lucha contra la pandemia. La llamada telefónica a Iñigo Urkullu llega a pocas horas de conocerse si el presidente del Gobierno español va a prorrogar el estado de alarma hasta finales de este mes y las condiciones y gradación de esa moratoria.

Fuentes de Lehendakaritza consultadas por este diario aseguraron que el presidente español llamó a Urkullu el jueves por la tarde, una vez que este había terminado su larga comparecencia en la Diputación Permanente del Parlamento Vasco en la que ofreció explicaciones a la oposición sobre la gestión de su Gobierno ante la pandemia del coronavirus. Fue una conversación de unos quince minutos en los que cruzaron información sobre los pasos tomados por ambos ejecutivos y plantearon sus respectivos análisis de situación.

La conversación tuvo un tono distendido y colaborativo por ambas partes y, según las mismas fuentes, no abordaron las diferencias que en las últimas dos semanas han aflorado en relación a la aplicación en Euskadi de las medidas adoptadas por Moncloa. Las dos partes saben que no pueden exponerse a una escalada de tensión política ya que solo añadiría problemas y distraería de lo verdaderamente importante en un momento en que hay que concentrar las energías en gestionar una coyuntura complicada e inédita.

Al menos públicamente los dos gobiernos tratan de no airear las divergencias. Hasta ahora han sido cuatro los momentos en los que el Gobierno Vasco ha alzado la voz por la unilateralidad en las decisiones de Moncloa, aunque en resumen reclama a Sánchez un criterio similar al que mantiene en esta crisis el Gobierno alemán presidido por Angela Merkel respecto de los lander, a los que concede capacidad deliberativa en las medidas a adoptar en esos territorios.

El 14 de marzo el Gobierno español aprobó en el Consejo de Ministros el estado de alarma sin informarlo previamente al lehendakari, lo que enfadó al lehendakari que apeló a la coordinación entre ambas instituciones en lugar de la imposición. Días más tarde, la manzana de la discordia fue por la adquisición y reparto del material sanitario para Euskadi. El Gobierno se arrogó en un principio esa función, aunque finalmente fue cediendo y compartiendo esas tareas con el Ejecutivo vasco. El decreto-ley sobre las actividades económicas esenciales también enfrentó a ambos gobiernos. Lakua pidió a Sánchez que tuviera en cuenta el tejido productivo vasco y que ampliara el listado de sectores y empresas que pudieran abrir y mantener una actividad mínima. Finalmente, la presión del Gobierno Vasco y el de otras comunidades autónomas lideradas por el PP y también algunas del PSOE hizo ceder al Gobierno español y amplió el listado de actividades industriales permitidas.

El último encontronazo ha sido este pasado miércoles a raíz de otro decreto-ley que elimina las partidas presupuestarias asignadas a las políticas activas empleo de las comunidades autónomas, incluida Euskadi. También en este caso el Gobierno Vasco denuncia imposición e impulso recentralizador por parte de Moncloa.

Desde el estallido de la crisis sanitaria por el coronavirus la primera vez que Sánchez y Urkullu mantienen un contacto directo, al margen de los mensajes escritos que se han cruzado y sobre todo de las videoconferencias de los últimos domingos por la mañana en las que el presidente español debate con todos los presidentes autonómicos del Estado español sobre las medidas adoptadas para mitigar y contener la pandemia.

Mañana volverá a dirigirse vía telemática a los líderes de las comunidades autónomas y les explicará sus intenciones sobre el estado de alarma que, en principio, concluye el próximo fin de semana.

Todo apunta a que Sánchez ampliará hasta casi mayo el estado de alarma que obliga al confinamiento ciudadano en sus domicilios y permite salir solo para acudir al trabajo y para necesidades básicas e intransferibles. Sin embargo, hay dudas sobre si se relajarán algunas restricciones, como ya insinuó el jueves el ministro de Sanidad, Salvador Illa, apuntando la posibilidad de que los niños y las niñas pudieran salir a la calle un tiempo corto bajo vigilancia de sus padres y cerca de sus domicilios.

En los últimos días diferentes fuentes del Gobierno español lanzan globos sonda para ir preparando el terreno a la ciudadanía de que el estado de alarma se va a alargar ya que, a pesar de que los últimos datos apuntan a una mejoría y a una estabilización de la curva de contagiados, la situación no es todo lo buena como para poner fin al confinamiento este próximo fin de semana.