Antonio Basagoiti, una semana antes de ser elegido presidente del PP de la CAV en 2008: "En lo que afecta a esta parte de España se tiene que hacer caso a los dirigentes y militantes de aquí. Mi experiencia de 13 años me dice que a veces en Génova se pasan o se quedan cortos porque no conocen la realidad como los que vivimos aquí. Respeto mucho que a Madrid le pueda parecer mejor éste o el de más allá, pero en el País Vasco eso no tiene ninguna cabida".

Alfonso Alonso el pasado lunes tras presentar su dimisión como presidente del PP vasco: "Siempre he pensado que un proyecto político en el País Vasco tiene que surgir y nacer del País Vasco y muy cerca de la sociedad vasca, y han sido vascos los que se han enfrentado contra el terrorismo y los que han defendido la libertad y construido sus proyectos políticos. No es posible ejercer el liderazgo sin contar con capacidad de decidir algunas cosas y poder participar en la decisión del resto de cosas que nos afectan".

Aunque entre una declaración y otra hay doce años, lo cierto es que la historia del PP de la CAV está jalonada de discrepancias con la dirección estatal hasta el punto de que al igual que Cronos, que iba devorando a sus hijos, Génova ha ido devorando uno tras otro a los últimos líderes de los populares vascos: San Gil, Basagoiti, Quiroga y, ahora también, a Alonso.

Años convulsos María San Gil, afín a José María Aznar y Jaime Mayor Oreja, era la líder del PP vasco cuando en 2008 fue una de las redactoras de la ponencia política del Congreso del PP con Mariano Rajoy como presidente. Para San Gil era fundamental que en la ponencia se recogieran sus reflexiones sobre la política antiterrorista, señalando que la única vía para el fin de ETA pasaba por su "derrota". Además, en su opinión los nacionalismos eran una amenaza. Sus tesis no fueron recogidas y San Gil discrepó de Génova al entender que Rajoy había dado un "giro" en estas cuestiones respecto a Aznar y se había acercado a los nacionalistas, al PNV en concreto.

La postura de San Gil no fue compartida por muchos dirigentes del PP de la CAV, que se alineaban con Rajoy y entendían que al partido le correspondía modificar su papel de "resistencia" en una Euskadi que vislumbraba ya el final de ETA, motivo por el que la presidenta decidió abandonar. San Gil dimitió como presidenta, abandonó su escaño en el Parlamento Vasco y ha estado fuera de la órbita del PP, aunque muy próxima a Faes, la fundación de José María Aznar, y al propio expresidente español.

Tras San Gil, Basagoiti se hizo cargo de la dirección del partido en la CAV. Asumió la presidencia de los populares con la intención de modernizar el partido y mantenerlo unido. Se rodeó de un grupo de jóvenes dirigentes a los que se les reconocía como los depositarios del espíritu de Miguel Ángel Blanco. Este grupo estaba compuesto, entre otros, por Arantza Quiroga, Iñaki Oyarzábal, Borja Sémper y Javier Maroto.

Sin embargo, su apuesta no se tradujo en apoyo electoral (146.148 votos y 13 escaños en 2009 y 130.584 sufragios y 10 parlamentarios en 2012), lo que alimentó el recelo entre los sectores del PP que criticaban su supuesta "tibieza" con el nacionalismo.

Tras los malos resultados obtenidos en octubre de 2012 Basagoiti reconoció su "disgusto y desazón" ante el hecho de que la ciudadanía vasca, "después de tantos años haciendo frente al terrorismo, le dé 21 escaños a EH Bildu y 10 al PP". Apuntó, además, que continuaría en el cargo mientras tuviera fuerzas y sus compañeros quisieran.

Sin embargo, en mayo de 2013 Basagoiti renunciaba a la presidencia del PP de la CAV para irse a trabajar a México en el Banco Santander. En una entrevista señaló: "Entré en política con un piso con hipoteca en un barrio de Bilbao, con un coche Alfa Romeo y una Vespa. Salgo de la política con un piso en un barrio de Bilbao, con un coche Skoda y una moto Gilera. Esa es la película de mis 18 años en política: no he tenido chalé ni lo tengo, ni barcos, ni lujos, ni relojes caros".

El testigo de Basagoiti lo recogió Arantza Quiroga, que defendió activamente pasar de la "resistencia" a la "influencia", una idea que trató de plasmar en octubre de 2015 con una propuesta para crear en el Parlamento Vasco una ponencia de "libertad y convivencia" que trataba de integrar a EH Bildu, cuatro años después de que ETA anunciara el fin de su actividad armada.

quien a hierro mata... La dirigente de los populares vascos informó de la moción registrada por su partido en la Cámara para impulsar la ponencia, en cuyo texto se solicitaba el "rechazo expreso" a la violencia de ETA en sustitución de la expresión "condena", por considerar que no había que "encallarse en las palabras". Alfonso Alonso, entonces ministro de Sanidad y presidente del PP de Araba, advirtió al PP vasco de que no podía "renunciar a exigir a Bildu la condena expresa del terrorismo de ETA". Horas después, Quiroga retiró su iniciativa al considerar que no era "el momento" para seguir adelante, recogió los bártulos, presentó su dimisión y abandonó la política para siempre.

Fue el propio Alfonso Alonso quien asumió su relevo, con el respaldo total del PP de Rajoy, y se presentó a lehendakari en 2016, para recabar los peores resultados de la formación conservadora en Euskadi desde 1990, al conseguir 107.771 votos y los nueve escaños que ha tenido la pasada legislatura en la Cámara vasca.

Alonso decidió apoyar a Soraya Sáenz de Santamaria en el proceso de sucesión de Rajoy y, tras la victoria de Pablo Casado, mantuvo una difícil relación con Génova. La imposición de listas electorales contra su criterio, la apertura de un expediente disciplinario a un juntero popular guipuzcoano y, sobre todo, las palabras de la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, quien acusó a los populares vascos de "tibieza" con el nacionalismo, distanciaron al dirigente vasco con Génova. La forma en la que se ha cocinado la coalición con Ciudadanos ha acabado por llevarse por delante a Alonso.

dos Voces autorizadas Luis Eguiluz, que fue portavoz del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Bilbao aunque ahora está alejado de la política activa, considera que siempre ha habido un alma del PP de Euskadi. "Un alma del PP respetado, aunque tras la desaparición de ETA, la percepción de algunos ha podido cambiar. Es cierto que nuestro papel fue de mayor protagonismo cuando, junto con otros muchos constitucionalistas, éramos el último bastión frente a ETA", asegura.

Con respecto al candidato a lehendakari, Eguiluz considera que el Carlos Iturgaiz de 2020 no es el mismo que el de 1998. "Siempre he considero que, probablemente, ha sido nuestro mejor presidente. Y por una razón primordial, en la época dura cuando la gente podía huir y escurrir el bulto, él fue capaz de aunar voluntades. Aunque es probable que los tiempos necesiten gente diferente", asegura Eguiluz, que sobre la dimisión de Alonso, y no siendo precisamente un devoto seguidor suyo, considera que no ha sido tratado con un especial tacto desde Madrid. Por todo ello, y con el máximo respeto a la dirección del partido, Eguiluz asegura que "la política que se hace en el distrito de Salamanca no puede ser extendida a otras comunidades".

Juan Muñoz es periodista y buen conocedor de los entresijos del PP. No en vano fue director de comunicación del PP de Euskadi, cargo que ocupó desde 2013 hasta la salida de Quiroga.

Muñoz asegura que siempre ha habido sus más y sus menos entre el PP estatal y el PP vasco, "desde tiempos de Gregorio Ordóñez". "Siempre ha habido una especie de incomprensión a lo que significaba la defensa de los Fueros, del Concierto Económico. Pero es verdad que en los tiempos duros de ETA se respetó mucho. Nada de lo que hiciera el PP se ponía en discusión", señala.

Sin embargo, tras el fin de la violencia la situación cambió. "Arantza Quiroga intentó darle una personalidad vasca al PP. Entendía que el partido se tenía que reinventar en Euskadi ya que no valía el discurso de resistencia a ETA, sin ETA", asegura. Muñoz afirma que ese intento de la entonces presidenta se frustró porque "el PP de Álava, con Alfonso Alonso, maniobró para hacerse con el poder". A su juicio, ahora, amortizados los años en los que el PP vasco les daba votos en España, creen que ya no es tan necesario. "Es despreciar 35 años de presencia en el País Vasco, de gente que entró en política con la idea de defender la libertad", asegura

Sobre la designación de Iturgaiz, lo tiene claro: "No se me ocurre peor manera de banalizar el horror que vivió Euskadi que decir que ETA sigue presente. Y eso, viniendo por parte de Iturgaiz, que tiene el mérito de haber resistido en los peores tiempos del terror de ETA, es banalizar el sufrimiento de mucha gente", zanja.