madrid - Por un estrecho margen de solo dos votos, Pedro Sánchez logró sacar adelante la investidura y coronarse presidente del Gobierno español. En su tercer intento tras dos tentativas fallidas en marzo de 2016 y julio de 2019, recabó los apoyos necesarios para obtener la mayoría simple necesaria en la segunda votación celebrada ayer en el Congreso de los Diputados. De este modo liderará el primer Gobierno de coalición desde la Transición y cierra una etapa de cuatro años marcada por la inestabilidad en la politica española instalada en una montaña rusa de avatares y alejada de la gobernanza de un país.

La votación de ayer fue prácticamente calcada a la del domingo y terminó con 167 síes (PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias, BNG y Teruel Existe ) a la investidura de Sánchez frente a los 165 noes (PP, Vox, Ciudadanos, JxCat, la CUP, UPN, Foro Asturias, PRC y Coalición Canaria) y las 18 abstenciones de ERC y EH Bildu. En la primera votación Sánchez se quedó a diez votos de la mayoría absoluta necesaria.

La sesión de investidura de ayer fue algo más relajada que las dos jornadas anteriores del sábado y el domingo, pero el breve debate de apenas una hora previa a la votación definitiva fue bronco y prolija en "berrinches" por parte de las tres derechas. Esta vez el argumento de PP, Vox y Ciudadanos no fue tanto el "España se rompe" de la jornada inaugural como, una vez más, el espantajo de ETA, las víctimas del terrorismo y el respaldo de ERC y EH Bildu a la investidura. Las invectivas fueron de trazo grueso, bordeando el insulto, y el tono igual de apocalíptico que en días anteriores. Un prólogo de la legislatura convulsa y crispada que le aguarda a Sánchez.

Lo ajustado de la diferencia entre los síes y los noes no dejaba margen al error o percance a ninguno de los diputados que apoyaban a Sánchez. No se produjo esa circunstancia y todos se presentaron en el hemiciclo para la votación. No obstante, la tensión era patente en los pasillos del Congreso y en el propio salón parlamentario por la posibilidad de la deserción de algún tránsfuga. En el recuerdo de todos estaba presente el tamayazo de 2003 en la Comunidad de Madrid que impidió la presidencia regional al PSOE por la espantada de dos de sus parlamentarios en la votación definitiva.

El pleno estuvo marcado por las múltiples presiones y llamadas al transfuguismo desde la bancada de la derecha. Varios diputados socialistas y el de Teruel Existe, Tomás Guitarte, denunciaron "coacciones y amenazas", maniobras de intimidación en los últimos días a través de llamadas telefónicas o mensajes de correo electrónicos o Whatsapp que pretendían que alguno de los votos a favor mutara a un no que hiciera sucumbir la elección de Sánchez. Bastaba con un solo trasvase del sí al no para provocar un empate y frustrar la investidura.

Los síes del PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias y los gallegos del BNG han sido decisivos para que la suma con los votos de PSOE y Podemos diera un resultado mayor que los votos negativos. Las abstenciones de ERC y EH Bildu evitaron la derrota. A cambio, los republicanos catalanes han arracado al PSOE una mesa de negociación bilateral entre el Gobierno español y la Generalitatat de Catalunya para abordar el "conflicto político" catalán, cuyas conclusiones serán avaladas o rechazadas por los catalanes en una consulta ciudadana.

La derecha no está por la labor de ni siquiera esperar a ver si este giro brusco -obligado por la necesidad- de Sánchez en la cuestión catalana tiene algún desarrollo. El PP ha recuperado su versión más crispada y compite con Vox para sacudir al Gobierno y ya anuncia que intentará hacerle la vida imposible.

Sánchez quiere abrir una nueva etapa para impulsar medidas sociales y fiscales avanzadas y también para avanzar, desde el diálogo y el pacto, en el contencioso político catalán y también en el nuevo estatus de autogobierno de Euskadi. El acuerdo entre PNV y PSOE incluye el cumplimiento de las transferencias pendientes en este año.

Para este nuevo escenario que se ha abierto Sánchez necesitará afinar a la hora de buscar apoyos ya que, con la derecha instalada en el bloqueo, tiene muy poco margen para alcanzar la mayoría absoluta que necesita para reformar o crear las leyes que planea, incluida la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Su aprobación o no marcará la duración de esta legislatura y el retorno a la inestabilidad que, por ahora, deja atrás la política española.

Oramas vota no. Tal y como hizo en la primera votación del domingo, la única diputada de Coalición Canaria (CC) Ana Oramas, desobedeció la decisión de la Ejecutiva de su partido y votó no a Pedro Sánchez en lugar de abstenerse. Oramas pidió perdón a su formación pero se reafirmó en su decisión de votar "en conciencia".

CC habla de "traición". En la formación nacionalista canaria, mientras tanto, prometen "medidas contundentes" contra su diputada, ya que una "segunda traición no se puede pasar por alto".