barcelona - Las últimas manifestaciones de dirigentes de JxCat sobre quién debería recoger el testigo de Quim Torra si éste acaba finalmente inhabilitado no han sentado nada bien al president. No pocos miembros de la formación posconvergente se han pronunciado estos días señalando que el jefe del Govern tendría que ser en ese supuesto un componente de su fuerza política y no alguien de ERC, es decir, el vicepresident, Pere Aragonès, lo que ha provocado un nuevo encontronazo entre los socios del Govern y en el mundo independentista. Es por ello que Torra decidió intervenir directamente en el grupo de Whatsapp que mantiene con los diputados de JxCat para dar un toque de atención respecto a los comentarios con motivo de la condena de inhabilitación que le ha impuesto el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC). El jefe del Ejecutivo catalán afeó que se acepte "con tranquilidad" esa condena, en lugar de "plantar cara" a la inhabilitación y les instó a abstenerse de hacer comentarios al respecto. "Me parece un poco lastimoso", se sinceró.

El mensaje del president, desvelado por La Vanguardia, se produjo como consecuencia de que "desde nuestro espacio se hable de mi sustitución". "Os agradecería que sobre mi inhabilitación os abstuvierais de hacer comentarios o, si los hacéis, que sepáis que no los puedo compartir", razona Torra con una visible irritación por el hecho de que se dé por hecho que tendrá que ser sustituido pese a que el fallo aún no es firme y está pendiente de recurso ante el Tribunal Supremo.

Lo que no podrá evitar ya es que se han originado voces en el seno de JxCat aludiendo a este asunto, entre ellas la del diputado posconvergente en el Congreso, Ferran Bel, quien el pasado sábado apuntaba que "lo razonable es que al frente del país haya alguien de JxCat" si inhabilitan a Torra y exigiendo a ERC "que no se aproveche de una sentencia". Bel vaticinaba en una entrevista a Europa Press que el Supremo ratificará antes del verano una condena de inhabilitación "absolutamente injusta", y que esto abocará a Catalunya a unas nuevas elecciones en septiembre u octubre de 2020. El diputado descartaba así la posibilidad aritmética de que el actual Parlament pudiera elegir a un nuevo president. Así, una vez el Supremo ratifique la condena, el vicepresident Aragonés pasaría a presidir la Generalitat "si no se toma alguna medida o precaución para corregir esta situación". Unas palabras que chocan con lo que mantiene Torra desde que recibió el fallo judicial, cuando garantizó que a él no le inhabilitará "un tribunal con motivaciones políticas", porque únicamente lo puede hacer la Cámara catalana. Por eso ese mismo día anunció que pediría a los grupos parlamentarios que facilitaron su investidura y a los que quieran "oponerse a la represión y la utilización de la justicia para hacer política" a que "lo expresen así en una votación" en el Parlament. Queda pendiente conocer la resolución parlamentaria que se presentará en la Cámara en su apoyo.

Ayer fue el conseller de Territori, Damià Calvet, quien se refirió a este tema en RAC1, pero en un tono distinto al de Ferran Bel. El miembro del Govern sostuvo que la posible inhabilitación a principios de enero por parte de la Junta Electoral Central (JEC) "sería muy poco democrático". "Sería de una bajeza democrática indescriptible", recalcó, tras lo cual aseguró que la Generalitat no tiene ningún plan de respuesta preparado para responder a una inhabilitación de Torra. "No hay plan A, ni B, ni C. El único escenario en este momento es la defensa del president. Consideramos que la sentencia del TSJC es injusta y desmedida. Por ello, presentaremos recurso ante el Supremo", zanjó.

ERC ya demandó hace poco a JxCat "una estrategia consensuada" ante la posible inhabilitación. En caso de que Torra quede finalmente fuera de juego, el Parlament tendrá entonces dos meses para elegir un nuevo president. Y si no se alcanza un acuerdo, habrá elecciones de manera automática.