Bintu y Safi lo perdieron todo en 2014 por un desprendimiento de tierra, que se llevó sus casas y a toda su familia mientras ellas estaban trabajando en el campo. En el caso de la primera, a su marido, sus cinco hijos, una hermana y su madre; en el de la segunda, a su marido y sus cuatro hijos. "El pueblo quedó arrasado y ellos se quedaron bajo tierra", cuentan.

Tras el desastre se vieron obligadas a desplazarse y ahora se dedican a la prostitución en Kalehe, la única forma que han encontrado para subsistir. "Aquí estamos 47 mujeres de las 120 que sobrevivimos aquel día y todas nos prostituimos. No hay trabajo y no sabemos cómo salir de aquí", aseguran. "¿El resto? Algunas se fueron al bosque, otras fueron secuestradas por grupos armados y no sabemos nada de ellas".

Estas mujeres están con entre 10 y 15 hombres a la semana y cobran 2.000 francos (un dólar) por cada encuentro. "Algunos se van sin pagar", se quejan. Viven en casas precarias construidas por ellas mismas y no saben si tienen VIH porque no se han hecho las pruebas, "pero siempre estamos enfermas".

Bintu ha tenido otros cinco hijos fruto de la prostitución y Safi, dos. Ninguno de ellos está escolarizado. A la pregunta de si suelen usar métodos anticonceptivos, ambas miran con cara de desconcierto. "No sabemos qué es eso", responden.