- La venta del Chelsea por Roman Abramovich es el fruto más visible hasta ahora de la presión sobre los oligarcas rusos en el Reino Unido, pero esto no ha acallado a quienes reclaman al Gobierno británico que sea más contundente. El dinero ruso en Londres es el gran tabú al que se enfrenta el Ejecutivo de Boris Johnson. Por un lado, el Reino Unido se muestra con palabras y acciones como uno de los más firmes aliados de Ucrania. Por el otro, solo un puñado de oligarcas se ven afectados por ahora por unas sanciones que no tendrán grandes problemas en burlar.

Fuentes de Downing Street reconocen que las leyes obligan a respetar un proceso que puede ralentizar hasta en meses la confiscación de bienes. “Entendemos que algunas de estas personas tienen los bolsillos muy llenos. (Pero) eso no significa que estén inmunes o exentos de ninguna forma”, dijo ayer a la BBC el secretario de Estado de Seguridad, Damian Hinds.

Según Financial Times, el Gobierno británico está ultimando los planes para embargar las propiedades a los oligarcas que hasta ahora han sido objeto de sanciones en este país.

Hasta ahora, el Reino Unido ha congelado los bienes de nueve oligarcas rusos, entre ellos Kirill Shamalov, exyerno del presidente ruso, Vladímir Putin; Denis Bórtnikov, vicepresidente del banco VTB; Elena Georgieva, presidenta de Novikombank; y Gennadi Timchenko, multimillonario amigo de Putin.

Pero la lista de quienes han escapado hasta ahora las sanciones es mucho más larga. Y en ella figura un nombre que produce especial estupor entre los activistas anticorrupción: el de Evgueni Lebedev, multimillonario hijo de un exagente de los servicios rusos de inteligencia, que compró el vespertino londinense Evening Standard en 2009.

Lebedev encarna como nadie la promiscua relación entre el dinero ruso y la política británica, pues fue nominado por el propio premier Boris Johnson en 2020 para ocupar un escaño vitalicio en la Cámara de los Lores.