- Acosado por el escándalo de las fiestas en Downing Street, el primer ministro británico, Boris Johnson, se mostró ayer a la defensiva en su comparecencia semanal ante el Parlamento, cuando rechazó dimitir mientras espera las conclusiones de un informe interno y una investigación policial.

En una tensa sesión en la Cámara de los Comunes, el líder laborista, Keir Starmer, le preguntó sobre si pensaba dejar su cargo, dado que, en contra de lo que el jefe del Gobierno argumentó durante meses, se ha demostrado que hubo festejos en su residencia y despacho oficiales en posible violación de las restricciones por la pandemia. “No”, respondió Johnson con furia. Y, apostando por el ataque como mejor defensa, acusó a su rival de ser “oportunista” y tratar de forzarle a comentar sobre un asunto del cual, según él, “no puede hablar aún”.

En su intervención, el dirigente tory respondió afirmativamente cuando Starmer le preguntó si dimitiría en caso de que, en violación del código de conducta ministerial, se pruebe que “engañó a sabiendas” al Parlamento al asegurar hace unos meses que no hubo actos sociales en Downing Street ni se incumplieron las normas sanitarias.

El líder de la oposición le reprochó poner al Reino Unido en una situación “vergonzosa”, después de que Scotland Yard confirmara que investigará las reuniones en Downing Street que pudieron violar la ley.

Pero antes de conocer el resultado de esta pesquisa, en la que Johnson podría ser interrogado como testigo o incluso como sospechoso, se espera la publicación en breve del informe realizado por la funcionaria Sue Gray, que detallará, aunque quizás sin atribuir responsabilidades, lo que ocurrió en la sede gubernamental durante los confinamientos.

En medio de una gran expectativa, el primer ministro indicó ayer en los Comunes que, en cuanto lo reciba, divulgará el documento al completo, entre temores de los diputados de que dé a conocer solo una versión recortada, y se ha comprometido también a comparecer ante la Cámara Baja para comentarlo.

En este sentido, el presidente de los Comunes, Lindsay Hoyle, ha asegurado que, después de que hiciera esa declaración, pospondría la sesión un rato para que los parlamentarios pudieran preparar su respuesta.

Durante el careo con Starmer, Johnson se mostró bravo tanto para intentar avasallar a su adversario como para impresionar a sus propios compañeros de filas, de cuyo apoyo depende su futuro.

Preocupados por un avance de los laboristas entre el electorado, los diputados conservadores jalearon a su líder en varias ocasiones, lo que no significa que no le vayan a retirar el respaldo una vez conozcan el contenido del informe de Gray.

Dependiendo de esas conclusiones, los tories podrían decidir organizar una moción de confianza interna contra Johnson, que estaría obligado a dimitir como líder del partido y primer ministro si la perdiera y sería sustituido por un candidato surgido de una elección interna. Mientras, dos de los presuntos aspirantes a sucederle juegan sus cartas: haciéndose el huidizo, como el ministro de Economía, Rishi Sunak, o cerrando filas, como la titular de Exteriores, Liz Truss, que ayer aseguró que está con el jefe “al cien por cien”.

Acusado de mentir. Johnson autorizó a una ONG británica a evacuar animales domésticos de Afganistán durante la toma de Kabul por los talibanes, pese a haber negado públicamente después que hubiese aprobado esa operación, según documentos revelados ayer. En dos correos electrónicos difundidos por la comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes (Baja), un funcionario del Foreign Office aludía al visto bueno del jefe del Gobierno a ese polémico rescate por la ONG Nowzad, del exmarine Pen Farthing, que fue criticado en agosto de 2021 por priorizar la salida de animales sobre la de afganos en peligro.