l tradicional aniversario del descubrimiento de América fue siempre en los EEUU un malintencionado juego de las equivocaciones, pero este año se ha convertido en una penosa bajada de pantalones: en vez de conmemorar el descubrimiento se ha conmemorado la matanza y expoliación de los indígenas.

Hasta hoy, los estadounidenses asumían el viejo anti-catolicismo y anti españolismo británico del siglo XVI y practicaron dos escamoteos de la verdad histórica: Uno, el descubrimiento de América por los españoles lo redujeron a la gesta de un solo hombre, Cristóbal Colón. Y para que no quedara ni rastro de españolidad en el hecho, a Colón lo italianizaron de motu proprio en Columbus.

De ahí el nombre del Columbus Day en un lunes de octubre próximo al día 12. Con la ventaja añadida de que así se halagaba a la masa de inmigrantes italianos, infinitamente mayor que la de españoles.

Este año la conmemoración ha engrosado la lista de víctimas de la epidemia psicológica -casi neurasténica- del victimismo al por mayor. Lo que comenzó como un brote jurídico-plañidero con el me too (yo también) sexual, que engloba tanto a las mujeres de las que sus jefes abusaron como a las que reciben alguna mirada objetiva o subjetivamente lasciva, ha degenerado en una pasión victimista que denuncia a grito pelado y moco tendido las tropelías de los demás.

Tropelías, claro, solo las de los demás. Algo así como lo de la viga y la paja en el ojo, que han leído los que estudiaron alguna vez los Evangelios. Y así, en vez del Columbus day los estadounidenses celebraron este año el día de los indígenas. Son indígenas a los que esquilmaron, arrinconaron y diezmaron con saña, cinismo y tenacidad tanto el imperio colonizador británico como los colonos (de muchas nacionalidades) que se iban implantando en lo que son hoy los Estados Unidos de América.

Colón se ha sumado así a la lista de personajes admirados hasta no hace mucho, pero convertido en villanos históricos. En pocos años, Estados Unidos ha ido perdiendo héroes a causa de la revisión histórica y es probable que incluso fundadores de la patria, como el primer presidente George Washington, que ayudó a las 13 colonias británicas a convertirse en Estados Unidos, se sume a los condenados por la revisión histórica. Es algo así como quitar a Don Pelayo de la narrativa de la Reconquista, o a Wifredo el Velloso de la identidad catalana.

Como cualquier enfermedad, las psicosis tienen mil causas y promotores, aunque el rasgo común más frecuente y general es el placer de la jeremiada y de la denuncia de las culpas ajenas, sean reales o imaginarias. Naturalmente, las imaginarias son las más jugosas.

Y si las epidemias mentales surgen mayormente fuera de los contextos políticos, su auge y arraigo rara vez se produce a pesar de la voluntad de los dirigentes políticos. En el caso del Día de los indígenas - Columbus day del 2021 los hombres públicos estadounidenses han rizado el rizo y en vez de tolerar el desvarío cultural, lo han promovido, encabezado y firmado.

Quizá porque la verdad histórica y el sentido común son huérfanos desamparados ante la vorágine del papanatismo popular y parasitismo político, magnificados por las redes sociales y promovidos ampliamente por la esperanza de votos y popularidad.