Un exguardia del campo de concentración nazi de Sachsenhausen, un centenario a quien se juzga por complicidad en el asesinato de 3.518 prisioneros, se ha declarado inocente de los cargos que se le imputan.

"No hice absolutamente nada. Soy inocente", declaró el acusado, Josef S., en la segunda vista del proceso abierto ayer jueves en la ciudad alemana de Brandenburg an der Havel, cercana a Berlín. La acusación le imputa complicidad en las muertes de esos 3.518 presos, ocurridas mientras sirvió en ese campo, entre 1942 y 1945. Según la fiscalía, participó "consciente y voluntariamente" en esos asesinatos.

El proceso se abrió bajo severas restricciones en razón de la edad del procesado. Las vistas no pueden prolongarse más dos horas y media cada una y tienen lugar en un pabellón deportivo acondicionado para la situación cercano a su lugar de residencia. Se prevén unas veinte vistas más, que se repartirán semanalmente hasta enero.

La acusación imputa al procesado complicidad en el fusilamiento de prisioneros de guerra soviéticos, así como en el asesinato en cámaras de gas de otros presos de ese antiguo campo de concentración nazi o por debilitamiento y enfermedades de los confinados.

Alrededor de 200.000 prisioneros estuvieron internados en el campo de concentración de Sachsenhausen, de los cuales unos 20.000 fueron asesinados.

El proceso se inscribe en los llamados juicios tardíos por complicidad en los crímenes nazis. Esta serie de casos se abrió a raíz de la sentencia dictada en 2011 contra el ucraniano John Demjanjuk, quien fue condenado a cinco años por complicidad en las muertes del campo de Sobibor, en la Polonia ocupada.

Fue un juicio complejo, contra el que el procesado -que vivía exiliado en Estados Unidos- agotó todos los recursos legales para tratar de impedir su extradición. Demjanjuk asistió a su proceso en una camilla, no llegó a pronunciarse nunca sobre los cargos que le imputaban y murió unos meses después de escuchar sentencia en un asilo de ancianos.

Pero su sentencia sentó jurisprudencia. Le siguieron otros procesos en condiciones parecidas, dificultados por interrupciones y alegaciones sobre la precaria salud del acusado.

Para los representantes de la acusación particular y colectivos de víctimas, el sentido de estos juicios no es someter a ancianos a la tortura de un proceso, sino sostener el principio fundamental de que los crímenes del nazismo no prescriben.

Para el 19 de octubre está previsto el inicio del juicio contra Irmgard F., de 96 años y exsecretaria del campo nazi de Stutthof, en el norte de Alemania, a la que se imputa complicidad en 11.000 asesinatos o intentos de asesinato.

El proceso debería haberse abierto hace una semana, pero la procesada protagonizó un intento de fuga que dio al traste con la primera vista.

Ese mismo día tomó un taxi desde la asilo de ancianos donde reside hasta una estación de metro de Hamburgo, donde fue localizada y detenida unas horas después.

A la anciana se le imputa complicidad en esas muertes por su trabajo como administrativa en ese campó, donde sirvió entre junio de 1943 y abril de 1945. Para su juicio se han previsto 27 vistas.