- El jefe de la oposición en el Reino Unido, Keir Starmer, afronta esta semana su primer congreso nacional del Partido Laborista en persona, con el reto de despejar dudas sobre su liderazgo y plantear un programa con el que recuperar el cinturón rojo de votantes seducidos por el primer ministro, Boris Johnson.

El desgaste del mandatario conservador ante la crisis de desabastecimiento que sufre el Reino Unido, las listas de espera en el sistema sanitario y el incremento del precio de la energía, entre otros factores, ha estrechado su ventaja en las encuestas.

Con todo, el primer obstáculo que debe superar Starmer es interno. La popularidad entre sus votantes se ha desplomado los últimos meses: el 58% de ellos cree que está ejerciendo mal su trabajo, según la última encuesta de la firma YouGov, cuando en diciembre solo el 23% le suspendía.

Parte de sus correligionarios critican su indefinición en los grandes asuntos de actualidad, como el brexit y las políticas fiscales, y dudan de sus dotes para volver a atraer a las masas de votantes que abandonaron el laborismo en las generales de 2019, especialmente en las zonas posindustriales del norte de Inglaterra.

Starmer ganó las primarias del partido en 2020 con un mensaje de unidad. Su prioridad, antes que detallar su hoja de ruta política, era curar las heridas que dejó la peor derrota electoral del laborismo en cerca de un siglo y la dimisión como líder de Jeremy Corbyn, que contaba con respaldo del sector izquierdista y algunos de los sindicatos con más peso en el partido.

El ahora líder, abogado especializado en derechos humanos, ha tratado de tender puentes hacia el ala más a la izquierda de su formación, aunque se espera que el discurso en el que sentará las bases de sus propuestas el próximo miércoles recupere un espacio más centrado que el que ocupaba su predecesor.

No en vano, uno de los colaboradores que han trabajado en ese discurso es Philip Collins, antiguo miembro del equipo del ex primer ministro Tony Blair, que popularizó el término "nuevo laborismo" como seña de identidad de un programa que primaba los estímulos económicos a las empresas frente a la preferencia por las nacionalizaciones.

Starmer espera recuperar el favor grandes masas de votantes que dieron la espalda hace dos años al programa de Corbyn, que incluía la nacionalización de las compañías ferroviarias, las infraestructuras eléctricas, las de agua y la empresa de correos Royal Mail, entre otras.

El congreso laborista llega en un momento en el que la falta de mano de obra ha obligado a cerrar decenas de gasolineras en el Reino Unido y amenaza con dejar desabastecidos a supermercados, restaurantes y diversos sectores industriales.

Ante ese escenario, Starmer adelantó ayer que durante el congreso que se celebra en Brighton (sur de Inglaterra) hasta el miércoles pondrá sobre la mesa sus recetas para reparar el "caos" en el que está sumido el país.