- La toma del poder en Afganistán por los talibanes no ha frenado las manifestaciones de protesta contra ese movimiento armado en el país, aunque la respuesta violenta de las nuevas autoridades es cada vez mayor, advirtió ayer Naciones Unidas. Esta respuesta cada vez más violenta incluye “uso de munición real, porras y látigos”, señaló en rueda de prensa la portavoz de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos Ravina Shamdasani.

La situación podría empeorar después de que el pasado miércoles los talibanes emitieran una orden de prohibición de toda “reunión no autorizada”, a lo que siguió el corte del servicio de internet en móviles en determinadas áreas de Kabul y la reducción de las protestas, indicó la fuente oficial.

“Mujeres y hombres de Afganistán han salido a la calle en estos momentos de gran incertidumbre para pedir pacíficamente que sus derechos humanos sean respetados, incluido el de las afganas a trabajar, moverse, tener una educación y participar en política”, subrayó Shamdasani. “Es crucial que los que están en el poder escuchen esas voces”, añadió la portavoz, quien pidió a los talibanes en nombre de la oficina dirigida por la alta comisionada Michelle Bachelet que “detengan inmediatamente el uso de la fuerza” contra estos manifestantes, así como las detenciones arbitrarias.

Aunque no hay cifras exactas de víctimas de la represión contra estas manifestaciones, se sabe que al menos dos personas (una de ellas menor de edad) murieron en los primeros días de protestas, del 15 al 19 de agosto, durante ceremonias de izado de la bandera nacional que concentraron muchedumbres en varias localidades y en las que los talibanes dispararon para intentar dispersarlas.

Esta semana dos hombres murieron y siete resultaron heridas durante una protesta en la ciudad de Herat el 7 de septiembre, y ese mismo día varios manifestantes fueron golpeados y otros detenidos (al menos 15 periodistas) en una protesta en la capital, Kabul.

En este contexto, las imágenes de dos periodistas afganos torturados por los talibanes por cubrir una protesta ha disparado las alarmas en Afganistán. Detenidos, torturados, castigados a latigazos, o enviados con huesos rotos al hospital, la situación de la prensa bajo el nuevo régimen talibán comienza a revelar el peligroso futuro hacia el que avanza el país, pese a las promesas de cambio de los islamistas.

Esta semana, en uno de los días con una mayor represión contra la prensa, decenas de reporteros cubrieron una protesta de miles de civiles en Kabul a favor del movimiento opositor en la provincia de Panjshir y en contra del supuesto apoyo de Pakistán a los talibanes. Durante esa jornada al menos 14 trabajadores de la prensa fueron golpeados y arrestados por las fuerzas islamistas, que les liberaron con la orden de no volver a cubrir otra protesta “ilegal”.

Una de las víctimas fue el reportero de un canal de noticias local. “Empezamos a correr, pero los talibanes nos capturaron, nos tiraron al suelo y nos esposaron y comenzaron a dar puñetazos y patadas en la cara, cabeza y cuerpo”, relató a Efe el reportero, que pidió el anonimato, y que aseguró que el cámara que lo acompañaba sufrió la misma suerte. Después, añadió, les “arrojaron a la parte trasera de un camión” y luego les trasladaron a una sede de la NDS, la principal agencia de inteligencia de Afganistán.

Esposados a la espalda, los reporteros fueron interrogados dos veces, en declaraciones grabadas y por escrito, mientras eran insultados y golpeados por los talibanes, aseguró. “Nos mantuvieron durante tres horas dentro del recinto de la NDS, donde nos insultaron y golpearon hasta que llegó un portavoz talibán y medió en nuestra liberación con la condición de que no volviéramos a cubrir las protestas ilegales”, afirmó el periodista, que fue hospitalizado con lesiones internas tras los golpes. Los médicos le dijeron que “uno de los huesos” del pecho estaba roto.