- Rusia no tiene prisa en reconocer a los talibanes, pero se posiciona para recuperar la influencia perdida en Afganistán, siempre y cuando los talibanes cumplan con la promesa de combatir el terrorismo y frenar el tráfico de drogas. “No tenemos prisa con el reconocimiento”, dijo ayer Serguéi Lavrov, el ministro de Exteriores, quien consideró “positivo” la disposición talibán de crear un Gobierno con otras fuerzas. Antes de la caída de Kabul, Rusia ya se había mostrado muy crítica con el presidente, Ashraf Ghani, al que acusó de incapacidad de poner orden.

Moscú, que acogió hace meses negociaciones entre el Gobierno y los talibanes, demanda garantías a los nuevos señores de Kabul. El resurgimiento del terrorismo islámico procedente de Asia Central, ahora que la guerrilla del Cáucaso Norte ha sido acallada, es uno de los mayores temores del presidente ruso, Vladímir Putin.

Para ello, según Vladímir Dzhabárov, vicepresidente del comité de Asuntos Internacionales del Senado ruso, Moscú debe garantizar la seguridad de Tayikistán y Uzbekistán, las repúblicas exsoviéticas que comparten frontera con Afganistán y donde el Ejército ruso realizó la pasada semana maniobras militares conjuntas. En esa línea, los rusos reforzaron recientemente con armamento su base militar en Tayikistán, país que comparte frontera con Afganistán.

Dzhabárov asegura que Rusia busca “relaciones amistosas” con Afganistán, de donde las tropas soviéticas se retiraron en 1989 tras diez años de invasión, fracaso que contribuyó a la caída de la URSS. Además, considera que las potencias deben “dejar en paz” a los afganos. “Británicos, rusos y americanos, no han podido arreglar las cosas. Debemos dejar que sean ellos quienes elijan qué Estado quieren construir”, señaló.