Buen conocedor de la realidad de Afganistán, donde ha llevado a cabo diversos proyectos y ha vivido la situación cotidiana del país en los últimos años, el periodista Gervasio Sánchez se muestra escandalizado por la actuación de los países occidentales al arrojar a la población civil, sobre todo a niñas y mujeres, en las manos de los talibanes, que impondrán sus draconianos y discriminatorios códigos morales sobre ellas, dejándolas sin los mínimos derechos humanos alcanzados en los últimos veinte años. "Los occidentales hemos actuado como unos cobardes", sentencia en conversación telefónica desde México, el periodista que pone voz y ojos a conflictos bélicos olvidados y hace posible que nos enteremos de las atrocidades que padecen poblaciones de países como Afganistán.

20 años de presencia militar occidental en Afganistán. Nos decían que la democracia se estaba instalando, pero en cuanto se marcha el Ejército americano todo se deshace como un azucarillo. ¿Qué se ha hecho mal?

—La clave está en cómo empezó este proceso tras la caída de los talibanes en 2001. En estos últimos 20 años los Estados Unidos, el Reino Unido y las potencias occidentales, incluida España y países como Canadá, Australia y hasta 50 con despliegue de tropas, fueron permisivos con la corrupción generalizada que afectaba a todos los gobiernos que ha habido en Afganistán. Han permitido que los señores de la guerra, criminales que habían hecho auténticas atrocidades durante la guerra civil anterior a la llegada de los talibanes al poder, hablamos de 1992 a 1996, hayan sido los que hayan llevado a cabo la transición política.

Los occidentales, especialmente EE.UU. y sus aliados han sido incapaces de entender que la transición del gobierno talibán a uno democrático debían de hacerla personas no vinculadas a los horrores de la guerra afgana que debían estar encarcelados. ¿Miraron hacia otra parte en la corrupción?

—Ha habido una incapacidad por parte de EE.UU. y sus aliados de evitar que la corrupción se generalizase hasta el punto de que el propio ejército afgano, del que decían que estaba muy bien preparado con 300.000 soldados y tropas especiales, se haya disuelto como un azucarillo. No estaban dispuestos a luchar por gobernantes corruptos que han salido corriendo a la primera de cambio, llevándose en las alforjas millones y millones de dólares, como ha hecho el propio presidente afgano.

¿Los occidentales en Afganistán fuimos a apoyar la democracia o más bien nuestros intereses económicos o geoestratégicos?

—Fuimos a la guerra de Afganistán siguiendo los pasos de EE.UU., que quería vengar las atrocidades y los horrendos atentados del 11 de septiembre de 2001. Ellos consideraron que los responsables de esos atentados estaban en Afganistán y que eran cercanos a los talibanes y por eso atacaron Afganistán. Para ello, se apoyaron en la Alianza del Norte, que estaba compuesta por señores de la guerra que habían luchado y destruido el país. El error se cometió desde el minuto cero del intento de cambiar el régimen talibán. Sí, es cierto que ha habido un interés porque mejorase la vida de los afganos y afganas, pero se ha hecho todo mal. En algunos casos, parece un territorio que viva todavía en el feudalismo y en la Edad Media.

"Lo que ha hecho Biden es un escándalo; si hubiera sido Trump estaríamos gritando todos como desesperados"

Uno de los puntos clave en estos últimos 20 años han sido la lucha por los derechos de la mujer. ¿Cabe esperar que todo vuelva a atrás: niñas sin escuela, casadas a los 12 años, sin poder ir a la calle...?

—La situación de la mujer ha mejorado en los últimos 20 años, entre otras cosas, porque habían dejado el listón tan bajo que cualquier mínima mejora era suficiente. Eso se veía mejor en las grandes ciudades como Kabul y otras más liberales, mucho menos en las dominadas por la mayoría pastún, donde el número de mujeres en las universidades era muy inferior a la media que había en otras ciudades. La constitución afgana reglamentaba que las mujeres y los hombres eran iguales ante la ley. Había normas que protegían a las mujeres y prohibían el matrimonio forzoso y de menores de 16 años. El grave problema en Afganistán es que las leyes son papel mojado ante las tradiciones.

¿Qué les pasará ahora?

—Si con la presencia de 50 países internacionales y su despliegue de tropas, si aun con leyes que respetaban los derechos humanos de las mujeres estos derechos básicos para ellas eran vulnerados, es de suponer que su situación empeorará. Ahora, cuando los talibanes impongan sus códigos morales la situación para ellas puede ser dramática. No sé si llegarán al rigorismo brutal de los 90 cuando echaron de las calles, de las universidades, de los trabajos a las mujeres.

¿Van a llegar a este punto?

—Podría ser. Aunque los talibanes de ahora tampoco son los de hace 25 años; han evolucionado, pero siguen manteniendo una imagen sobre la mujer muy retrógrada. Saben que hoy en día con teléfonos móviles se puede mostrar todo al mundo, denunciar todo. Los occidentales y los colectivos feministas, que ahora se rasgan las vestiduras, en aquellos momentos apenas se acordaron de las mujeres afganas. El único momento importante en que la gente se interesó por Afganistán fue cuando en la primavera de 2001 los talibanes destruyeron los Budas de Bamiyan, los dinamitaron y fue un gran escándalo internacional porque eran patrimonio de la humanidad.

"España ha actuado de forma vergonzosa con los traductores, tanto el gobierno del PP como el del PSOE"

¿Cómo ve el futuro de Afganistán en dos aspectos: el global de los talibanes en el concierto internacional y en cuanto a los derechos de la mujer? ¿El retorno al medioevo es posible?

—Insisto en que no es necesario que haya un régimen talibán para que las menores de edad sean casadas. De hecho, he trabajado en un proyecto Mujeres en Afganistán con niñas de 13 y 14 años casadas; conozco el caso de niñas de 12 años casadas y eran casamientos que no se producían en tiempo de los talibanes. El problema no son los talibanes, el problema es el conservadurismo de la sociedad y especialmente el de la minoría mayoritaria pastún.

¿Y la comunidad internacional?

—Para mí, el comportamiento de la comunidad internacional es de una cobardía escandalosa; lo que ha hecho el presidente Biden es un escándalo; irse del país y dejarlo empantanado hasta el punto de que sus aviones no pueden volar en Kabul porque están rodeados de civiles que han asaltado un aeropuerto que supuestamente está defendido por miles de marines; me parece alucinante, porque si esto hubiera pasado con Trump en lugar de con Biden estaríamos gritando como desesperados.

¿Cómo está actuando España con los traductores?

—En 2013, yo mismo en Kabul denuncié la situación de los traductores cuando se inició el repliegue de las fuerzas militares españolas; han tenido ocho años para solucionar un problema que no han querido solucionar. Tanto el Gobierno del PP como del PSOE han actuado de forma vergonzosa.