- Inglaterra afronta esta semana unas elecciones municipales en las que los conservadores del primer ministro británico, Boris Johnson, aspiran a consolidar la conquista del “cinturón rojo” laborista que les llevó a la mayoría absoluta poco antes de que empezara la pandemia.

Miles de concejales y líderes locales tories confían en capitalizar el impulso a la popularidad del Gobierno que ha supuesto el éxito del programa de vacunación masiva contra el coronavirus, a pesar de que el voto en los comicios locales estará condicionado al mismo tiempo por factores ajenos a la política nacional.

Una parte importante de las 143 autoridades locales que acuden a las urnas el próximo jueves están en zonas del norte y centro de Inglaterra tradicionalmente laboristas que se volcaron sin embargo en respaldar a Johnson y el brexit en las generales de diciembre de 2019.

El líder laborista, Keir Starmer, que sucedió a Jeremy Corbyn tras aquel varapalo electoral, aspira, con todo, a controlar los daños y mantener su influencia en la política municipal inglesa, una vez que el envenenado debate sobre la Unión Europea se ha desvanecido de la agenda pública.

Una encuesta divulgada este fin de semana por el diario The Telegraph sugiere que los conservadores controlarían 13 nuevas autoridades locales tras los comicios, mientras que los laboristas sumarían seis adicionales.

Los tories arrebatarían Amber Valley y Harrow a los laboristas (norte y centro de Inglaterra, respectivamente), e incrementarían su presencia en la zona de las Midlands, pero la oposición minimizaría las pérdidas respecto a las predicciones más agoreras para ellos.

La laborista Lisa Nandy, que le disputó el liderazgo a Starmer en las primarias del partido, aseguró ayer que “algo está cambiando” respecto a las últimas generales. “El listón se situó muy abajo en diciembre de 2019, cuando obtuvimos el peor resultado electoral en cien años”, señaló Nandy, que advirtió de que “los tories no deberían dar por seguros los votos” que lograron entonces.

Además de los más de 4.500 concejales en liza, el jueves se disputa también el escaño parlamentario por la circunscripción de Hartlepool (noreste de Inglaterra), uno de los feudos laboristas que ha resistido hasta ahora el embate conservador.

Esa votación será uno de los focos de interés a la hora de juzgar si el éxito arrollador de Johnson en las generales fue un espejismo pasajero alentado por el brexit o bien si esa tendencia se ha mantenido tras la pandemia.

La popularidad de Jonson se ha disparado en los últimos meses gracias al rápido despliegue de las vacunas contra el coronavirus. El Reino Unido ha avanzado en ese terreno a la Unión Europea justo en el momento en el que se desligaba definitivamente del bloque comunitario, lo que ha brindado al primer ministro una contundente victoria política ante la opinión pública británica.

Su idilio con las encuestas ha quedado matizado, sin embargo, en los últimos días, a la luz de un escándalo sobre el origen de los fondos que utilizó para redecorar su vivienda en Downing Street cuando se instaló en esa residencia oficial.

La polémica surge a raíz de las acusaciones contra él de Dominic Cummings, su antigua mano derecha y cerebro de la campaña del brexit, ahora caído en desgracia y aparentemente determinado a airear trapos sucios.

En el peor momento para Johnson, días antes de unas elecciones, sus resultados en algunas encuestas han comenzado a desinflarse.

Según un sondeo de Opinium publicado ayer por The Observer, la intención de voto a nivel nacional para el Partido Conservador ha caído dos puntos en una semana, hasta el 42%, mientras que la de los laboristas ha avanzado cuatro puntos, hasta el 37%. Otras encuestas son más halagüeñas para Johnson. YouGov ubica el apoyo a los tories en el 44%, frente al 33% para los laboristas.

En un intento por centrar la atención en cuestiones más cercanas a la política municipal, el jefe de Gobierno publica en la edición dominical del tabloide Daily Mail un artículo en el que defiende la “mano dura” contra las bandas juveniles y los robos de viviendas. “No podemos solventar el problema solo con rehabilitación, ni tampoco reciclando a las mismas personas, entrando y saliendo de prisión, con grandes costes para el contribuyente. Necesitamos mano dura contra las bandas en todos los niveles”, esgrime el primer ministro.

Ajeno a las polémicas nacionales, el alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, parece encaminado a una reelección cómoda. En la capital británica, una ciudad con una población más joven y diversa que otras áreas de Inglaterra, Khan obtendría el 41% de los votos, una ventaja de trece puntos respecto al candidato conservador, Shaun Bailey (28%). El primer alcalde musulmán de Londres seguirá previsiblemente los pasos de sus predecesores y se asegurará el jueves un segundo mandato.

¿Salarios insuficientes? Un donante del Partido Conservador recibió una petición para sufragar el sueldo de la niñera del hijo que el primer ministro británico, Boris Johnson, tuvo hace un año con su actual pareja, Carrie Symonds, según ha revelado el diario The Sunday Times. Un “prominente” diputado conservador, cuya identidad no ha sido detallada por el periódico, recibió una queja por parte de ese donante, que se mostró “molesto” ante tal demanda, según esa fuente. Un portavoz de Downing Street aseguró ayer que Johnson “sufragó el coste de todos los cuidados del niño”. Cuestionado por el asunto, el ministro de Exteriores, Dominic Raab, tachó la información de “chismorreos”. Johnson, que cobra un salario bruto de 157.372 libras anuales (180.000 euros), ha trasladado a su círculo íntimo que necesita recibir 300.000 libras anuales (344.839 euros) para cubrir sus gastos, asegura The Sunday Times. Su pareja, Symonds, percibe 70.000 libras (80.400 euros) como jefa de comunicación de la organización sin ánimo de lucro en favor de los animales Aspinall, estima del diario.