- China y Estados Unidos intentaron ayer reconducir las maltrechas relaciones entre las dos mayores potencias del mundo a través de la primera llamada telefónica entre sus presidentes, en la que Xi Jinping advirtió a Joe Biden de que “una confrontación será una catástrofe”.

Las colisiones entre ambas potencias en planos como el comercial, el diplomático o el tecnológico han sido frecuentes durante el gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump, una senda que Pekín quiere evitar a toda costa ya que, entre otros resultados, ha dañado a varias de sus empresas, como el gigante tecnológico Huawei o la fabricante de semiconductores SMIC.

En este contexto, no sorprendió que Xi considerara la cooperación entre los dos países como “la única elección correcta para ambas partes” y elogiara las más de cuatro décadas de relaciones diplomáticas entre Pekín y Washington como una contribución “a la paz, la estabilidad y la prosperidad global”.

La excusa de la llamada fue el Año Nuevo lunar, la festividad más popular en China, que este viernes entrará en el Año del Buey. Así, Biden “transmitió sus felicitaciones y mejores deseos al pueblo chino”, y después ambos mandatarios procedieron a abordar varios temas escabrosos en una partida de pimpón dialéctico cuyo resultado se apreciará solo con el transcurso del tiempo.

Las prioridades de Biden pasan por “proteger la seguridad, prosperidad y modo de vida estadounidense” y “la preservación de un Indo-Pacífico libre y abierto”, una zona de importantes rutas comerciales y de gran relevancia geopolítica en la que China, ha ido ganando mucho peso. En este sentido, Xi indicó que “ambas partes deberían actuar acorde a la tendencia del mundo, salvaguardar la paz y la estabilidad en la región Asia-Pacífico”.

Biden se adentró en territorio espinoso al recalcar sus “preocupaciones sobre las prácticas económicas injustas de Pekín, la mano dura en Hong Kong, los abusos de los derechos humanos en la región china de Xinjiang, y las acciones cada vez más autoritarias en la zona, Taiwán incluida”.

En este punto, Xi no modificó un ápice el discurso oficial de China, sea respecto a la soberanía de Taiwán (con gobierno autónomo desde 1949, pero cuya soberanía reclama Pekín), sobre las denuncias de violaciones de los derechos humanos a minorías religiosas en Xinjiang o la creciente pérdida de libertades en Hong Kong.

“Los asuntos que atañen a Taiwán, Hong Kong y Xinjiang son cuestiones internas relacionadas con la soberanía y territorial de China”, aseveró Xi, quien agregó que “Estados Unidos debería respetar los intereses centrales de China y abordar esas cuestiones con prudencia”.

“En una situación internacional altamente incierta, China y Estados Unidos cargan con obligaciones y responsabilidades internacionales especiales en tanto que miembros permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, apostilló el mandatario chino.

Xi apostó porque se restablecieran los mecanismos de diálogo entre los dos países “para entender de manera acertada las intenciones políticas de cada uno y evitar malentendidos y errores de cálculo”, mecanismos extensibles a los planos económico, financiero y del cumplimiento de la ley, así como entre ambos ejércitos.

“Has dicho que Estados Unidos -le dijo Xi a Biden- puede definirse en una palabra: posibilidades. Esperamos que las posibilidades apunten ahora hacia una mejora de las relaciones entre China y Estados Unidos”.

Para Xi una cooperación entre ambos bandos servirá para ofrecer “beneficios tangibles para los dos pueblos y contribuir a la lucha contra la pandemia, promover la recuperación y mantener la paz”.

Xi y Biden también trataron temas de interés internacional más allá de la pandemia, como el cambio climático o la prevención de la proliferación de armamento. Por su parte, el presidente de EEUU se mostró interesado en obtener “compromisos prácticos y que arrojen resultados, siempre que sirvan a los intereses del pueblo estadounidense” y de los aliados de Washington.

Tras la conversación de los líderes, que duró poco más de dos horas, Biden subrayó que China tiene “iniciativas medioambientales y manufactureras muy importantes”. “Si no espabilamos, se van a comer nuestro almuerzo”, concluyó.