- Joe Biden se encuentra a un paso de llegar a la Casa Blanca, a falta de terminar el lento recuento en unos estados que aún lo podrían cambiar todo, tras una jornada electoral cargada de polémica, al cumplirse las amenazas de Donald Trump de no aceptar un resultado contrario a sus intereses y judicializar el recuento. Con los votos escrutados hasta última hora de ayer, al cierre de esta edición el candidato demócrata ya había superado el récord de Obama, que atesoró 69,49 millones de sufragios en las elecciones de 2008. Pese a ser tachado de candidato sin demasiado tirón electoral, Biden suma ya más de 70 millones de votos, tres millones más que Trump, y se prevé que pueda alcanzar entre 73 y 75 millones de papeletas a su favor, ya que todavía no ha finalizado el recuento en unos estados decisivos para el desenlace final.

Unas elecciones ajustadas y que han suscitado el interés de los electores. No en vano, han registrado la participación más alta de los últimos 120 años: el 66,7% de los estadounidenses con derecho a voto ha acudido a las urnas, 160 millones de los 238 habilitados para votar, superando claramente a los 139 que participaron en los comicios de 2016.

Pero la movilización no ha conllevado un resultado claro y los dos candidatos todavía aspiran a morar en la Casa Blanca durante los próximos cuatro años; uno, el demócrata, quiere desalojar al otro, el republicano, que se quiere agarrar al sillón con uñas y dientes, no aceptando la derrota si llega y recurriendo a los tribunales en un intento ya anunciado de censurar el funcionamiento del voto por correo, en principio favorable a Biden.

Anoche se evidenció, según los principales medios de comunicación estadounidenses, que el candidato demócrata se había hecho con los diez electores que había en juego en Wisconsin, los dieciséis de Michigan y los 11 de Arizona, lo que desequilibraba la igualdad y ponía el tablero a su favor, con 264 votos del colegio electoral por los 214 que acumulaba Trump, con 60 todavía en juego y con la necesidad de alcanzar los 270 para gobernar los próximos cuatro años.

Con Wisconsin, Michigan y Arizona adjudicados, la presidencia va a depender de lo que suceda en los estados de Pensilvania (que elige a 20 electores), Georgia (16), Carolina del Norte (15) y Nevada (6), todos ellos con un porcentaje de voto escrutado que oscila entre el 84% de Pensilvania y el 95% de Carolina del Norte. A Biden le vale con ganar en uno, el que sea, de los estados que quedan por decidirse. Si las distancias se mantuvieran como marchaban anoche, Biden se proclamaría presidente, ya que manda en Nevada, con lo que a sus 264 electores les sumaría los seis que reparte ese estado, alcanzando la deseada cifra de 270. No necesitaría por tanto arrebatarle a Trump ninguno de los otros estados, pero si no lo hace se mantendrá hasta el final el riesgo de que el actual inquilino de la Casa Blanca le dé la vuelta al provisionalmente teñido de azul feudo de Nevada y extienda su controvertido mandato cuatro años más.

De hecho, Trump se sentía ganador. Al menos, se vendió como ganador durante toda la jornada de ayer, y su equipo de campaña aseguró anoche que mañana proclamará la victoria. “Para finales de esta semana, quedará claro a todo este país que el presidente Trump y el vicepresidente Pence serán reelegidos durante otros cuatro años”, dijo Jason Miller, asesor de la campaña de Trump.

Y todo ello pese a que el equipo del magnate conservador anunció también a última hora demandas en Pensilvania y Michigan, intentando paralizar el recuento de sufragios. También exigió el recuento en Wisconsin y casi a medianoche de ayer se autoproclamó en Twitter vencedor en Pensilvania, Georgia, Caroliuna del Norte y en el propio Michigan, ya adjudicado a Biden.

De hecho, muchas horas antes, ya había pronunciado la esperada palabra con la que había amenazado durante las últimas jornadas de la intensa campaña electoral: “Fraude”. Un término que salió de su boca incluso cuando los pronósticos le acercaban a él a la Casa Blanca, y que no fue secundado por su vicepresidente, Mike Pence, que intentó mostrarse algo más comedido. También se mostró optimista, pero no triunfalista, Joe Biden. “Creemos que seremos los ganadores”, dijo el veterano (a punto de cumplir 78 años) aspirante demócrata conforme avanzaba el escrutinio. Un recuento que le tiene a un sólo paso de convertirse en el 46º presidente de la historia de los Estados Unidos de América, poniendo fin a una convulsa legislatura de Trump y heredando un país muy dividido, con conflictos sociales y con una gestión errática e incluso negacionista de la pandemia del coronavirus, cuyo ranking de contagios y fallecimientos tiene el dudoso honor de encabezar.