El primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, defendió este lunes la necesidad de un confinamiento en Inglaterra para evitar el colapso del sistema sanitario, frente a las críticas del ala dura de su propio partido, que alerta de las consecuencias económicas de esa medida.

A pesar de que un grupo de diputados conservadores amenaza con votar en contra de las restricciones que anunció Johnson este fin de semana, la Cámara de los Comunes aprobará previsiblemente el miércoles, con el respaldo de la oposición laborista, el plan del Gobierno para limitar la movilidad y los contactos de la población.

Si la propuesta prospera, a partir de esa medianoche quedarán clausurados los comercios no esenciales y se pedirá a los ciudadanos que no salgan de casa salvo por motivos justificados hasta el próximo 2 de diciembre.

Johnson ha terminado decretando un confinamiento tras varias semanas en las que rechazó seguir el consejo de algunos de sus asesores científicos, que le urgían a imponer medidas drásticas para frenar el rápido avance del virus en Inglaterra, donde la incidencia ha subido a 225 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos siete días.

En las últimas 24 horas, las infecciones han aumentado en 18.950 en el conjunto del Reino Unido y las muertes en 136, hasta un total de 46.853 decesos desde que comenzó la pandemia, según las últimas cifras oficiales.

Ante el Parlamento, el jefe de Gobierno recalcó hoy que su intención es regresar dentro de cuatro semanas a un sistema de restricciones regional, con limitaciones más duras en las zonas con mayor incidencia de la epidemia, y aseguró que convocará entonces una nueva votación para que los diputados se pronuncien sobre los siguientes pasos a seguir.

Con todo, miembros del Ejecutivo han advertido en los últimos días que no está descartado que el confinamiento se alargue más de lo previsto si los datos sobre la transmisión del coronavirus no mejoran lo suficiente.

ESTADO "TOTALITARIO"

El vicepresidente del grupo parlamentario conservador, Charles Walker, afirmó que votar en contra del confinamiento es el único recurso a su alcance contra la deriva "hacia un Estado totalitario y coercitivo" que a sus ojos ha tomado el Ejecutivo de Johnson.

Criticó asimismo las nuevas restricciones el presidente del grupo de los "tories", Graham Brady, que exigió al líder de su formación un análisis en profundidad sobre "el coste del confinamiento en términos de puestos de trabajo que se perderán" y "empresas que cerrarán".

Las críticas internas de los conservadores coinciden con el anuncio este lunes de que el Partido del Brexit de Nigel Farage, uno de los cabecillas de la campaña a favor de la salida de la Unión Europea (UE), planea cambiar el nombre de la formación por el de Reform UK. El nuevo ideario del partido se centrará en criticar las restricciones por la pandemia y apostará por la "inmunidad" de grupo como la mejor estrategia para combatir al virus.

Con ese programa, los de Farage pueden afrontar sus primeras elecciones en los comicios locales programados en Inglaterra el próximo año.

El respaldo popular a un confinamiento estricto se sitúa en el 72 % entre la población inglesa, según una encuesta divulgada hoy por la firma YouGov, por debajo del 93 % que respaldaba las restricciones en marzo, cuando se impusieron medidas análogas para frenar la primera ola de la pandemia.

SISTEMA SANITARIO EN RIESGO

Johnson justificó la necesidad de un nuevo confinamiento ante la constatación de que el virus avanza a mayor velocidad de la que el sistema público es capaz de incrementar su capacidad.

"Si permitimos que los hospitales acaben colapsados, exactamente como los datos están sugiriendo, no solo sería un desastre para miles de pacientes con covid, porque su ratio de supervivencia caería, sino que también llegaríamos a un punto en que la sanidad pública dejaría de poder atender a todo el mundo", afirmó Johnson.

"Nadie quiere imponer medidas salvo que sea absolutamente esencial", agregó el líder conservador, que semanas atrás sostuvo que un nuevo confinamiento sería "desastroso" para el país.

Aseguró que algunos hospitales ingleses ya tienen más pacientes ingresados con coronavirus que durante el pico máximo de la primera ola de la pandemia y que si no se toman medidas inmediatas el número de muertes este invierno superaría al que ya se ha registrado hasta ahora.

MEDIDAS LENTAS PARA LOS LABORISTAS​

Para el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, el Gobierno ha llegado tarde para imponer un confinamiento estricto.

Recordó que los consejeros científicos del Ejecutivo recomendaron a finales de septiembre imponer limitaciones duras durante dos o tres semanas para frenar el avance del virus y lamentó que se haya tardado más de 40 días en cumplir con el consejo de los expertos.

"La lección principal de la primera ola de este virus fue que si no se actúa pronto y de forma decisiva el coste será mucho peor. Más gente perderá su empleo, más empresas se verán forzadas a cerrar y, trágicamente, más personas perderán a sus seres queridos", dijo Starmer.