Aunque desde esta semana, en la Ciudad del Vaticano, es obligatorio el uso de la mascarilla para evitar los contagios de covid- 19, tanto en espacios abiertos como cerrados, el papa Francisco y sus más estrechos colaboradores se han dejado ver con la cara al descubierto. Unas imágenes que han suscitado críticas, incluso entre sus seguidores quienes defienden que el pontífice y su séquito también deben ceñirse a la nueva normativa.

Todo se desarrolló durante la audiencia general de los miércoles que debido a la lluvia tuvo que celebrarse en el Aula Pablo VI. Una ceremonia a la que asistieron cientos de personas con mascarilla, pero sin distancia de seguridad entre las sillas. Tampoco hubo distancia entre el papa y los fieles, quienes le rodearon sin guardar la distancia de seguridad ajenos a las recomendaciones sanitarias.

Además, el pontífice se acercó a hablar con ellos e incluso besó las manos de un sacerdote, capellán en una cárcel.