- El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, negó ayer que esté aferrado al poder, asegurando que lo que quiere evitar es el desmembramiento del país, al tiempo que ha descartado la posibilidad de una "guerra civil" como resultado de la crisis abierta por su reelección."Lo único que me preocupa es proteger algo que hemos construido durante el último cuarto de siglo con nuestras manos", afirmó el mandatario. "Eso es lo que me preocupa, no el poder" como dicen quienes me acusan de "aferrarme al poder". Lukashenko, en el poder desde 1994, se refería así a las protestas que forzaron la dimisión en 2014 del entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, que dio paso a un conflicto en el este del país y Rusia procedió además a la anexión de Crimea.

Por otra parte, advirtió de que "si comenzamos a torcernos el brazo unos a otros, habrá como mínimo una guerra civil, pero aseguró a los ciudadanos que "no tienen que preocuparse porque no sucederá". Lukashenko también declaró Bielorrusia prevé adoptar medidas económicas en respuesta a las sanciones impuestas por los países bálticos, que el lunes anunciaron la prohibición de entrada a su territorio de 30 dirigentes bielorrusos, incluido el presidente.

El Gobierno ha prohibido la entrada en el país del jefe de la Iglesia católica en Bielorrusia, Tadeusz Kondrusiewicz, tras haber realizado un viaje a la vecina Polonia. "No es el único. Solo es una persona conocida", dijo el mandatario bielorruso, para explicar la prohibición de entrada el líder de la comunidad católica. Kondrusiewicz, por su parte, ha denunciado que le impidieran regresar el lunes a Bielorrusia.

A esta serie de sucesos se suman huelgas de brazos caídos en las fábricas, marchas estudiantiles y boicot al inicio del curso escolar. La oposición ha demostrado que el pueblo está dispuesto a apretarse el cinturón hasta que abandone el poder. Conscientes de que la alicaída economía nacional se sustenta en sus fábricas estatales, centenares de activistas se congregaron ayer frente a varias de ellas pese a la intensa lluvia para solidarizarse con los trabajadore s que se declararon en huelga. Son ya más de dos semanas que las fábricas son escenario del pulso entre la oposición y Lukashenko. Algunos operarios se niegan a acudir a su puesto de trabajo y otros se presentan, pero hacen todo lo posible para obstaculizar el trabajo de la empresa.

Y por parte de la comunidad estudiantil, a pesar de que se o les amenazó con revocar sus prórrogas y enviarles al Ejército, centenares de estudiantes de diferentes universidades de la capital se reunieron ayer en el parque Gorki y se dirigieron a la Plaza de la Independencia para expresar su repulsa.

Bielorrusia vive sumida en una grave crisis política a raíz de la victoria de Lukashenko en las elecciones del pasado 9 de agosto, cuyo resultado la oposición no reconoce. Desde entonces, se han venido sucediendo las protestas, lo que ha dejado al menos tres manifestantes muertos y cientos de heridos.