- El Kremlin interpreta el aplastante apoyo de los rusos a la reforma constitucional como un "voto de confianza" en el presidente Vladímir Putin, quien ahora tendrá que solucionar, sin embargo, los problemas reales del país ante la mayor crisis que se avecina en más de una década debido a la pandemia.

"La cuestión más urgente es incrementar los niveles de ingresos de las familias rusas", señaló Putin ayer en una videoconferencia con los miembros del grupo de trabajo que preparó las enmiendas constitucionales que lograron el respaldo de casi el 78% de los votantes en el plebiscito que concluyó el miércoles, según datos oficiales. Consciente de que la reforma de la Carta Magna de 1993 no es la panacea a los problemas diarios de los rusos, Putin admitió: "Hasta ahora no hemos logrado la opción ideal, por lo contrario, el nivel adquisitivo de los ciudadanos está disminuyendo y tenemos que pensar en cómo apoyarles".

El presidente, que con la reforma constitucional podría permanecer en el Kremlin hasta 2036, tiene que hacer frente a una caída de su popularidad; en junio fue del 60%, según el Centro Levada, uno de los peores registros en sus 20 años en el poder. El "triunfo" del plebiscito, como lo calificó el Kremlin, haría pensar que Putin dispone ahora de un balón de oxígeno para acometer medidas impopulares a fin de atajar la crisis causada por la pandemia y la caída de los precios del crudo.

Pero el experto del Centro Carnegie de Moscú Andréi Kolésnikov declaró ayer que Putin no ha logrado mejorar su popularidad con la votación, sino en el mejor de los casos estabilizarla, por lo que "tendrá que seguir tomando medidas exclusivamente populistas". El presidente ruso ha proporcionado en los últimos meses pequeñas ayudas a pensionistas y a familias con hijos menores, además de subsidios, créditos blandos y mejores condiciones impositivas a las empresas para apoyarles durante la pandemia.

Y cuando se atrevió finalmente a tocar a los rusos ricos con ingresos por encima de 5 millones de rublos al año (72.000 dólares) a través de una subida de impuestos, Putin dijo que la recaudación era para el tratamiento de niños con enfermedades raras graves.

También en la reforma constitucional se ha encargado de introducir medidas que facilitaban su aprobación, porque al tener que votar en paquete las enmiendas a muchos rusos les importaba más el bolsillo que el futuro del presidente en el Kremlin.

Las enmiendas a la ley fundamental, que entrarán en vigor hoy, incluyen la indexación anual de las pensiones o el salario mínimo por encima del mínimo de subsistencia, es decir unos 11.510 rublos (146 euros).

Eso sí, los rusos aún desconocen cómo el Gobierno y las empresas harán frente a estos costes y eso cuando el propio Ejecutivo espera una caída de los ingresos reales disponibles este año de al menos un 3,8%, un aumento del desempleo y una recesión. El plan de recuperación económica anunciado a principios de junio solo echa a andar este mes y tiene un coste de entre 4 billones y 5 billones de rublos (50.400 millones de dólares y 63.000 millones de dólares).

Pero el Gobierno no se ha atrevido aún a publicar las previsiones macroeconómicas ni tampoco ha dado cuenta de un presupuesto revisado para saber cómo financiará las 500 medidas del plan. Lo único que se sabe es que Rusia romperá con su sagrada regla fiscal y permitirá que la implementación del plan dispare el déficit al 5% del PIB. Poco más. Y eso que cada día los datos oficiales son un duro recordatorio a los rusos de lo que se avecina.

"La cuestión más urgente

es incrementar los niveles de ingresos de

las familias rusas"

Presidente de Rusia