Bagdad - Seguidores y miembros de la agrupación armada iraquí Multitud Popular, integrada principalmente por chiíes, se retiraron ayer miércoles de la Embajada de Estados Unidos en Bagdad, después de haberla asaltado el día anterior y haber provocado una escalada de la tensión entre Irak y su aliado norteamericano. Una fuente del Ministerio de Interior iraquí aseguró que los manifestantes empezaron a abandonar las cercanías de la legación diplomática, después de que Multitud Popular pidiera a sus seguidores que se retiraran "por respeto a la decisión del Gobierno iraquí que así lo ordenó y para preservar el prestigio del Estado". La fuente, que pidió el anonimato, agregó que los pocos manifestantes que quedaban frente a la Embajada estaban desmontando tiendas de campaña que levantaron la víspera, cuando amenazaron con permanecer en ese lugar de forma indefinida para protestar por los ataques que EEUU lanzó el domingo contra posiciones de las milicias en el oeste de Irak.

CRISIS DESACTIVADA De esta forma, la potente agrupación, que cuenta con el respaldo de Irán, ha decidido no seguir aumentando la presión y desactivar la crisis diplomática generada el martes cuando cientos de manifestantes consiguieron irrumpir en una parte del complejo de la Embajada estadounidense y quemar algunas de sus instalaciones, además de enfrentarse a los guardias de seguridad norteamericanos. En el día de ayer no se produjeron nuevos incidentes, después de que las autoridades iraquíes llamaran a la calma y prometieran proteger las misiones diplomáticas y castigar a los culpables del asalto, que ha puesto a los dirigentes en evidencia frente a su principal socio occidental.

El presidente de la República, Barham Saleh, denunció esta pasada noche en un comunicado lo ocurrido y señaló que ese asalto fue "un duro golpe a los intereses del país y su reputación internacional como Estado soberano" y hace más daño a Irak "que a cualquier otra parte".

También reiteró las palabras del comandante de las Fuerzas Armadas y primer ministro iraquí, Adel Abdelmahdi Abdelmahdi, que había prometido anteriormente que cualquier ataque a las embajadas y representaciones extranjeras sería evitado y castigado de forma severa.

Sin embargo, el primer ministro dimisionario no se libró de una reprimenda por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, que en una llamada telefónica nocturna le recordó la "necesidad de proteger al personal e instalaciones estadounidenses en Irak".

Además, el secretario de Defensa, Mark Esper, anunció este martes el envío de "fuerzas adicionales" para apoyar al personal de la Embajada en la capital iraquí, que ayer tuvo que emplear métodos antidisturbios para repeler a los manifestantes que atacaron repetidamente la sede diplomática. Trump aseguró que el asalto había sido orquestado por su archienemigo, Irán, que ayer negó las acusaciones e instó a la Casa Blanca a reconsiderar sus políticas destructivas en la región, además de advertir a Washington sobre las consecuencias de cualquier error de cálculo y reacciones imprudentes.

IRAK, EN EL FUEGO CRUZADO El asalto pone en evidencia como Irak se encuentra en el fuego cruzado del conflicto entre sus dos principales socios, EEUU e Irán, enfrentados entre sí y que buscan ejercer más influencia sobre el Gobierno de Bagdad en un momento crucial debido a la revuelta popular que sacude el país desde principios de octubre.

Para el analista iraquí Abdulaziz al Yaburi, Irán es quien "controla el ritmo de los movimientos de Multitud Popular" y en este momento "no puede permitirse que la situación se deteriore en Irak porque afectaría a sus intereses y podría llevar a (...) reducir su influencia" en medio de los cambios que exigen los manifestantes en las calles.

El profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Bagdad dijo que lo sucedido conlleva varios mensajes: el primero, dirigido al mundo, "Irán tiene la base popular para lograr lo que quiere en Irak, a través de sus brazos sobre el terreno que son las diversas facciones de la Multitud".

El segundo mensaje es para el público iraquí, consideró Al Yaburi: "la Multitud es la fuerza más activa en el escenario iraquí y la que está manejando los asuntos en el país", a través de la participación de sus líderes en el bloque parlamentario Al Biná, que ha intentado sin conseguirlo nominar a un nuevo primer ministro.

Desactivada de momento la crisis, no hay garantías de que no vuelvan a repetirse incidentes como los que están en el origen de la escalada, esto es, el lanzamiento de proyectiles y cohetes contra intereses estadounidenses en suelo iraquí. Washington responsabiliza de esos ataques a las milicias chiíes, en concreto a Kata'ib Hizbulá (KH), que actúa bajo el paraguas de Multitud Popular, que el pasado domingo aseguró que perdió a 25 hombres en el bombardeo estadounidense que desató la ira de los partidarios de las poderosas milicias, famosas por asestar sus duros golpes al EI.

al límite de la crisis El asalto de cientos de simpatizantes y miembros de milicias chiíes a la Embajada estadounidense en Bagdad, dos días después de que Washington atacara posiciones de esas milicias en el oeste del país árabe, hizo temer una importante crisis diplomática entre los dos socios, con el conflicto con Irán de fondo. El presidente Donald Trump acusó a Irán de "orquestar" el asalto contra la Embajada, que tuvo lugar menos de 48 horas después de que Estados Unidos bombardeara posiciones de las milicias progubernamentales Multitud Popular, a las que acusa de recibir apoyo de Teherán. "Irán mató a un contratista estadounidense, hiriendo a muchos. Respondimos con contundencia, y siempre lo haremos", agregó Trump en su cuenta de Twitter, en referencia al incidente que llevó a EEUU a lanzar los ataques.

El Pentágono aseguró que su actuación "defensiva" respondía a la muerte el pasado día 27 de un contratista norteamericano por el impacto de proyectiles en la base militar K1 de Kirkuk, en el norte de Irak, siendo la primera víctima mortal causada por el lanzamiento de cohetes contra instalaciones donde hay presencia estadounidense en suelo iraquí. Washington responsabiliza de ello a las milicias chiíes y, en concreto, a Kata'ib Hizbulá (KH), que opera bajo el paraguas de la organización Multitud Popular.