MADRID - El pulso entre el PSOE y Podemos sobre la fórmula de gobierno está pasando a palabras mayores y se asoma otra vez al bloqueo. Pedro Sánchez quiso colocar ayer toda la presión sobre Podemos para que se olvide de gobernar en coalición y evite la repetición de las elecciones el 10 de noviembre. Pero lo hizo aireando el grave enfrentamiento personal que lo separa no solo de Pablo Iglesias (a quien ya vetó de manera específica como ministro), sino de Podemos en general, y recalcó que la desconfianza es recíproca y no solo de la formación morada hacia él. Es un salto cualitativo tras el espectáculo poco edificante de los últimos días, donde Podemos no supo medir sus fuerzas y tensó la cuerda hasta que se rompió el posible acuerdo. Siguen surgiendo escollos para hacer lo que sí ha sido posible en Navarra.
El candidato a la reelección como presidente español compareció tras el despacho veraniego con el rey para hacer un anuncio lapidario: dijo que la desconfianza es recíproca y ha crecido tras la investidura fallida y que, por ello, no es posible el gobierno de coalición. Hasta ahora, era Podemos quien se escudaba en la desconfianza para exigir al PSOE entrar en el gobierno y vigilar sus políticas. Sánchez le dio la vuelta y dijo que no puede haber ministros de Podemos porque la desconfianza es mutua tras el sainete de estos días. El acuerdo se complica, sea de coalición o de programa. Podemos solo ve una “excusa” y ve a Sánchez lanzado hacia las elecciones porque tendría buenos resultados. O cree que quiere pactar con C’s y, de hecho, Sánchez volvió a pedir su abstención y la del PP.
Podemos le pide que se trabaje los apoyos en un momento en que parece que toda la estrategia de Sánchez se va a basar en la mera presión, y está dejando a Iglesias para el final en la ronda de partidos que ha reactivado con Compromís y que espera continuar con el PNV. Todos los movimientos parecen encaminados a presionar, al igual que su ronda con agentes sociales mientras el teléfono no suena en el partido de Iglesias.
El panorama se va a complicar a medida que pasen las semanas, porque el clima de presión para que los soberanistas catalanes retomen la vía unilateral es muy fuerte desde colectivos como la ANC y los CDR. Ese dato complica su abstención, que es necesaria para complementar un pacto con Podemos. La sentencia contra el procés llegará en otoño, y vuelve a sobrevolar la idea de que nadie querrá aparecer como un traidor a la causa facilitando la investidura. La semana que viene se retomarán los contactos entre Podemos y el PSOE para la investidura en La Rioja, donde el enfrentamiento es similar. Lo que allí suceda podría condicionar los movimientos a nivel estatal. La salida al laberinto no se encuentra y Sánchez ha superado esta semana los cien días en funciones. Iglesias lleva unos días alejado de los focos tras su reciente paternidad. No hay contactos.
Sánchez quiso colocar toda la carga en Podemos, en un momento en que voces de IU y la corriente anticapitalista piden a Iglesias que se limite a pactar programas. El bloqueo se mantiene, mientras el tiempo corre y el 23 de septiembre, el plazo límite para evitar las elecciones, está cada vez más cerca. No hubo ninguna novedad ayer a pesar de que la cita con el rey llegara envuelta en cierta expectación después de que Felipe VI apostara por evitar las elecciones. Sánchez dejó claro que no va de farol y que su decisión de retirar la oferta de coalición es firme porque, tras varios días mareando la perdiz, Podemos dejó caer su investidura a finales del mes pasado. Sánchez admitió que esa investidura fallida ha borrado de un plumazo la poca confianza que podía existir. Lo dijo sin paños calientes ni anestesia: avisó a Iglesias de que no es el único que desconfía en esta relación, sino que la desconfianza “es recíproca”.
tardanza Sánchez llegó 50 minutos tarde al Palacio de Marivent en Palma, por sus reuniones con los agentes sociales. Repasó la situación económica y dijo que comparte el planteamiento del rey en contra de las elecciones. Pero se mostró inflexible con Podemos. Dijo que ha sido la formación de Iglesias la que “ha rechazado el gobierno de coalición”. Negociaron tres ministerios y una vicepresidencia, pero Iglesias quería gestionar alguna materia relacionada con los asuntos laborales y dejó caer la investidura el pasado 25 de julio. La oferta tenía fecha de caducidad para los socialistas y ahora ha decaído.
“De tantas veces decir que desconfía del PSOE, he acabado por desconfiar yo también de las posiciones del señor Iglesias y de Unidas Podemos. Por tanto, esa desconfianza es recíproca, máxime tras la investidura fallida”, dijo. Sánchez propuso a cambio un gobierno a la portuguesa en base a un acuerdo sobre los programas y un apoyo de Podemos desde fuera. También habló de un pacto de legislatura. Pero insistió en pedir la abstención del PP y C’s . “Sabiendo que no hay alternativa posible y que los españoles no quieren depender de los independentistas, pedimos que se abstengan el PP y C’s”, insistió. Sánchez tiene el voto a favor del Partido Regionalista de Cantabria, y espera sumar los de Unidas Podemos, Compromís y el PNV. Necesita abstenciones en los grupos catalanes.
Desde Podemos, Pablo Echenique le afeó en Twitter que aluda a la “desconfianza en quien le hizo presidente y con quien pactó los Presupuestos más sociales de la democracia”. “La enésima excusa para seguir buscando el acuerdo con Rivera o llevarnos a elecciones. Sánchez debería hacer los deberes, trabajarse los apoyos y dejar de buscar excusas”, zanjó.