madrid - Pedro Sánchez ha tenido que dar un golpe de timón para virar por completo el rumbo de su estrategia en la investidura y evitar el naufragio. Ya no pone reparos a la abstención de ERC. El socialista ha constatado el veto de la derecha española y que no está dispuesta a facilitarle la proclamación con su abstención. Las opciones se reducen a dos escenarios: gobernar con Unidas Podemos a costa de perder los dos votos de Coalición Canaria y verse obligado a buscar la abstención de ERC, o bien gobernar en minoría rebajando el grado de vinculación con Podemos y ganarse al menos la abstención de Coalición Canaria, aunque esta segunda opción es poco probable.
El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, empezó a romper ayer el tabú del Gobierno de coalición con Unidas Podemos y empieza a presentar la abstención de ERC como algo inevitable porque sus opciones se reducen tras el veto de la derecha española. Hasta ahora, prefería amenazar con unas elecciones antes que beber de esa agua. Todas las señales abocan al PSOE a buscar la abstención del soberanismo de la que tanto huía, y a la que ayer comenzó a quitar hierro asegurando que los 350 votos del Congreso le merecen “la misma consideración”. Por la tarde aclaró que la abstención no depende del PSOE, sino de las decisiones que tome ERC, insinuando que ese voto debe llegar a cambio de nada, y que las conversaciones van a girar en torno al respeto a la Constitución. Sánchez no ha convencido a PP y C’s de que se abstengan, y da por perdida a Coalición Canaria, que votará en contra aunque el PSOE maquille su pacto con Podemos disminuyendo su perfil y hablando de un Gobierno “de cooperación” sin mayor definición.
De ahí que Ábalos dijera ya por la mañana, tras reunirse con PNV, Compromís y Navarra Suma, que tendrá que renunciar a algunos partidos que no quieren colaborar, y centrarse en las concesiones para los grupos que tienen una posición más constructiva. No descartó un Gobierno de coalición con Unidas Podemos, ni la abstención de ERC. Los socialistas se reunirán hoy con los catalanes, en una situación anímica difícil ante el final del juicio contra el procés.
Este cambio de planteamiento fue anunciado por Ábalos a la hora de comer tras reunirse con el PNV, Compromís y Navarra Suma, cuando todavía no se conocía el veto canario. El anuncio puso el foco por unos momentos en la combinación de los 175 escaños que hicieron posible la proclamación de Batet como presidenta del Congreso: los votos del PSOE, Unidas Podemos, PNV, Compromís, Partido Regionalista de Cantabria y Coalición Canaria. Pero la coalición insular desinfló esta hipótesis con unas declaraciones muy duras de Ana Oramas, quien aseguró que no apoyarán “un Gobierno de coalición con Podemos, ni programático, ni de cooperación internacional o como quieran decirle”. “No contemplamos el sí o la abstención”, sentenció.
Ábalos dejó entrever que las demandas territoriales del PNV (modelo territorial, pensiones y mercado laboral) y Compromís (cambio en la financiación valenciana) pueden ser negociables, porque se refirió a ellas como planteamientos de “gobernabilidad y necesidades de esos territorios” en tono cordial. Ayer destacó varias veces la responsabilidad de los partidos territoriales, insinuando que la gobernabilidad se apoyará en ellos y Podemos, con abstenciones de ERC. El PNV, no obstante, le avisó de que aún no tiene sus votos, y Compromís también le recriminó que hable como si le faltaran solo cuatro, aunque la disposición de ambos es constructiva y quieren alcanzar un acuerdo que les permita encarrilar sus peticiones. Sánchez solo amarró ayer el apoyo de los regionalistas de Cantabria.
Si recibiera los 175 votos en contra de la derecha (PP, C’s, Vox y Navarra Suma) y de ERC, EH Bildu y JxCat, en realidad habría que restarles los cuatro diputados catalanes que están suspendidos por hallarse en prisión. Dando por hecho que Oriol Junqueras será sustituido para tomar posesión del acta europea, la suma en contra de su investidura quedaría en 172. Por ello, Sánchez necesitaría al menos 173 votos para ser proclamado en segunda votación por mayoría simple, con más votos a favor que en contra. Esos 173 votos los espera de Unidas Podemos, PSOE, PNV, Compromís y los regionalistas de Cantabria. Le bastaban dos abstenciones de Coalición Canaria, pero esa opción se ha volatilizado y esos dos escaños se sumarán al bloque del rechazo, que ascendería a 174.
Por ello, Sánchez vuelve a necesitar 175 a favor, o bien provocar que se abstengan al menos dos diputados de ERC para sustituir a las dos abstenciones que esperaba de los canarios. Si perdiera el respaldo de algún otro grupo del bloque del 175, tendría que arañar más votos en ERC y la investidura se encarecería. De UPN, que insistió ayer en dejar que gobierne la derecha en Nafarroa, Sánchez no quiere ya sus dos abstenciones si implican frenar el gobierno progresista en la Comunidad Foral, porque supondría enemistarse con el PNV.
Sánchez había dado señales de querer allanar el camino con el PNV en las últimas horas. Rectificó su posición sobre Nafarroa tras escuchar a los jeltzales que tomarían nota de su actitud si decidiera frenar un gobierno progresista, y también ha querido mantenerlos en una zona muy visible en el Congreso, en el centro y en primera fila, aunque esos asientos estuvieran muy disputados en partidos con mayor representación.
con el pnv Ábalos se reunió ayer con el portavoz jeltzale en el Congreso, Aitor Esteban, quien avisó de que Sánchez “no cuenta en este momento con los seis votos del PNV para la investidura”. La reunión fue un tanto atropellada porque comenzó con retraso y no dio tiempo para entrar en grandes concreciones en el transcurso de una hora, aunque la predisposición es buena por ambas partes para “explorar las posibilidades de avanzar hacia un entendimiento” y garantizar la estabilidad. Esteban trasladó a Ábalos lo determinante que es para el PNV afrontar las reformas de las pensiones y el mercado de trabajo, y el cambio en el modelo territorial. “Hay que hincarles el diente con valentía y determinación. Y convendría hacerlo cuanto antes”, dijo.
Ábalos fue concluyente al asegurar que “uno tiene que contar con los que quieren colaborar, y renunciar a la fuerza a quienes no quieren colaborar y quieren complicar las cosas”, en alusión al PP y C’s. Antes de iniciar la ronda de la tarde con Coalición Canaria y el Partido Regionalista de Cantabria, se deshizo en elogios hacia sus interlocutores de la mañana, que protagonizaron reuniones “cordiales y muy fructíferas”. “Han sido posiciones dirigidas a la cooperación y positivas para la gobernabilidad, cada uno desde su perspectiva, pero ha habido una actitud colaborativa para la investidura. Hay otras actitudes que son de oposición”, dejó caer.
Ábalos, antes incluso de que se confirmara el veto canario, dejó abierta la abstención de ERC cuando dijo que los 350 diputados “merecen la misma consideración”. “A eso nos aboca la realidad”, zanjó. Ábalos respondió con un “no descarto nada” cuando se le planteó la coalición con Unidas Podemos. Los únicos vetados en la ronda son Bildu y Vox. Hoy el PSOE se reunirá con ERC y JxCat.
Fechas. Desde Compromís se aireó que la investidura podría estar resulta a principios de agosto, con un primer intento a principios de julio que fracasaría, y otro a finales de ese mes. El PSOE dijo que los plazos no están definidos. Sánchez tendría que lograr una mayoría absoluta de 176 escaños en primera votación, o más apoyos que rechazos en una segunda tentativa por mayoría simple.
Reparto de fuerzas. Sánchez confía en amarrar pronto los 165 votos que suman PSOE y Unidas Podemos. Con Compromís, subirían a 166. Los regionalistas de Cantabria anunciaron ayer un acuerdo que elevaría la cifra a 167. Confía también en arañar los seis del PNV, hasta 173. El problema radica en que las dos diputadas de Coalición Canaria votarán en contra con la derecha española y, en principio, ERC y JxCat.