MADRID - La prudencia fue la reacción más compartida por los partidos políticos ayer, la mayoría de los cuales mantuvieron reuniones de sus ejecutivas de las que poco trascendió ante la evidencia de que en cuatro semanas escasas deberán volvera a pasar por las urnas y cualquier decisión puede afectar a su rendimiento en unas elecciones municipales, autonómicas en una docena de comunidades y europeas.
Pocas dudas quedaron despejadas de cara a la opinión pública respecto a la gobernabilidad del Estado, para la que el PSOE, ganador de las elecciones necesitará contar con socios incluso para llevar a término su declarada intención de gobernar en solitario. Pedro Sánchez baraja sus opciones pero difícilmente habrá una decisión declarada de sus preferencias en relación a las siglas sobre las que apoyar su investidura antes del 26 de mayo.
Ciudadanos mantiene la inercia que le ha llevado a disputar el liderazgo de la derecha al PP y rechaza negociar con el PSOE. Los populares se reivindican como líderes de la oposición y Unidas Podemos reclama entrar en el próximo gobierno.
Los partidos vascos y catalanes, con PNV y ERC a la cabeza, fijan postura en su disposición al diálogo y, en el caso catalán, reclaman la reapertura de la negociación territorial con la mirada puesta en los políticos presos. Pero por encima de todo se impone la prudencia en tanto que el calendario no obliga a ningún partido a adoptar decisiones irreversibles para afrontar la investidura de Sánchez, que en ningún caso tendría lugar antes de volver a pasar por las urnas el 26-M.
Segunda vuelta En este contexto, la tentación de considerar las elecciones municipales y autonómicas como una nueva vuelta se antoja inevitable. El PSOE necesita consolidar su crecimiento en el ámbito tradicional de su fortaleza -el municipal- y se juega autonomías importantes, tanto desde el Gobierno como desde la oposición a la vista del desplome del PP y el insuficiente crecimiento del resto de las derechas Ciudadanos y Vox-.
Mientras, el liderazgo de Pablo Casado está en cuestión pero haría falta una convulsión interna que nadie aparenta querer en este momento para descabalgarle de la dirección del PP antes del final de mayo.
El acoso de Rivera es más que evidente y de la reválida local de Ciudadanos dependerá si prioriza la búsqueda del liderazgo de la oposición con la expectativa de un eventual sorpasso al PP, lo que le situaría en la negación de toda línea de acuerdos con Sánchez, o confirma que ha tocado techo y asume la necesidad de recuperar un discurso más centrado, con la excusa de facilitar la gobernabilidad como principio de responsabilidad propia.
Unidas Podemos encara el 26-M a la luz de una pérdida de voto. El PSOE le ha arrebatado la percepción de voto útil de la izquierda y ahora tiene que tratar de buscar nuevas fuerzas midiendo el rendimiento de su primera legislatura municipal. En todo caso, su insistencia en la coalición de gobierno y su inequívoco respaldo a Sánchez revelan que su propia pugna por el liderazgo de la izquierda ha quedado pospuesta.
Mientras, Vox afronta una cita electoral en la que puede seguir siendo igual de radical en sus propuestas. No tiene terreno que defender en municipios ni autonomías ni aspira a gobernarlos. Solo a seguir marcando la agenda del debate de las derechas.
Los partidos vascos Desde Euskadi, la cita del 26 de mayo incluye las Juntas Generales de los territorios y, consecuentemente, los gobiernos de las diputaciones. Con el PP tratando de revertir su fracaso del domingo y el PSOE su recuperación, el PNV apunta a mantener la movilización que le ha llevado a ganar en Euskadi con casi 400.000 votos, consciente de que la distribución de voto de anteayer no le garantiza algunas alcaldías emblemáticas. Dada su posición de liderazgo rivalizará con todas las demás fuerzas -el tridente de las derechas españolas en Getxo o Gasteiz, el PSE en Barakaldo, EH Bildu en diversos municipios de Bizkaia y Gipuzkoa- y ese hecho convierte en más importante en estos momentos la cita del 26-M que la toma de posición, más allá de la disposición al diálogo, ante la todavía lejana investidura de Sánchez.
EH Bildu llega con un buen resultado en las generales y haciendo de la necesidad, virtud. Su incapacidad para formar grupo propio por su insuficiente representatividad en Nafarroa -por debajo del 15% exigido- le animó a diluirse en el grupo de ERC, lo que permitió a Arnaldo Otegi esgrimir un discurso de fortaleza pese a que EH Bildu no pasó el domingo de ser la cuarta fuerza política en la CAV, que lideró el PNV con 140.000 votos más, y Nafarroa, donde la derecha le sacó 60.000.
El marco de la relación entre los partidos sí tiene un primer hito justo cinco días antes de las europeas y municipales, cuando se constituyan las Cámaras de Congreso y Senado. Ese 21 de mayo tendrán que definirse las Mesas de ambas Cámaras y su composición, quién forme parte de ellas, las mayorías que propicien y los respaldos cruzados obligarán a una negociación previa que llegará condicionada por la campaña electoral que coincidirá con esas fechas. Todo lo que no sea un reparto equitativo dará pistas sobre las preferencias de unos y otros de cara a la legislatura antes incluso de la propia investidura de Sánchez, que no llegaría en ningún caso hasta junio en el mejor de los casos.