Vitoria - Tras una de las campañas más sucias pero también más reveladoras y que, a nivel general, ha dibujado dos frentes enemistados aunque en algún punto deslizantes, cuando esta noche a las ocho se abran las urnas y se proceda al recuento de votos habrá cuatro escenarios posibles en la carrera por La Moncloa, muy condicionada por primera vez por la irrupción -veremos con qué vigor- de la ultraderecha nostálgica del franquismo.

El primero, que hasta hace tres años ni se contemplaba en los análisis pero que tras la experiencia vivida es ahora un escenario posible, es el de que nadie consiga conformar gobierno y, en consecuencia, deban repetirse las elecciones. Una opción que, a día de hoy y sin conocerse los resultados, nadie desea. Luego, veremos.

En cuanto al resto de posibilidades, si, como todo indica, Pedro Sánchez consigue que el PSOE sea la fuerza más votada tendrá, si le da los números, la opción de una alianza con su izquierda, Unidas Podemos -ambos se han lanzado visibles guiños- aunque a buen seguro debería tragarse más de un sapo como le ocurrió en la moción de censura al verse obligado a recibir los votos del independentismo catalán y de EH Bildu, que se los ofrecen gratis. También, posiblemente, del PNV, que ya ha dejado claro que a cambio le exigirá cumplir con la agenda vasca: completar el Estatuto y posibilidad de ampliación del autogobierno.

Otra opción del líder socialista, que se retrató en el último momento de la campaña, es la de llegar a un acuerdo con Ciudadanos, que, aunque será difícil que sea aceptado por Rivera -“nacimos para echar a personajes como Sánchez”, ha dicho-, no es en absoluto descartable. Porque es el gobierno que quieren las elites políticas y económicas españolas y porque también es el preferido en influyentes sectores del PSOE.

La otra opción, obviamente, es la de que las tres derechas (PP, Ciudadanos y Vox, sea cual sea su orden) logren sumar. En ese caso, no habrá muchas dudas: pactarán. Porque, al igual que los electores hace tiempo que han roto con el vértigo que les hacía sentir cambiar su voto “de siempre”, populares y naranjas ya han cruzado su Rubicón al aliarse y acordar con la ultraderecha en el pacto de gobierno en Andalucía. Y están muy orgullosos de ello. Así que repetirán, incluso con ministros de Vox, como reconoció el viernes Pablo Casado.

Ni que decir tiene que estos dos últimos escenarios -PSOE-C’s y las derechas, incluida la ultra- pueden ser terroríficos para Euskadi. Lo venía a insinuar aquel lamentable y cutre vídeo de Ciudadanos: Agur, autogobierno. La amenaza está ahí.

Porque, aunque suena cacofónico, esta ha sido la campaña de España. Lo han provocado los ultras, pero el resto ha entrado al trapo (con perdón, porque la rojigualda ha sido protagonista hasta la náusea).

PSOE: “La España que quieres”. En la carta de Pedro Sánchez enviada a los domicilios, la palabra España está incluida 21 veces en 30 líneas. En el último párrafo, aparece nueve veces en solo siete líneas.

PP: “Valor seguro. Casado con España” -ligando su propio apellido al vínculo sagrado con la patria-.

Ciudadanos: “La España que viene ya está aquí”. “La España del siglo XXI”.

Vox (por si hacía falta): el sobre de la propaganda es una bandera rojigualda. Última línea de la carta de Abascal: “Hoy ya no se trata de partidos, se trata únicamente de España. Defiéndela”.

Ese es el terreno de juego: más España, sin complejos. A derecha e izquierda. La consecuencia lógica: menos Euskadi. De las papeletas de hoy depende no solo quién manda en Madrid, sino también cuál es el futuro de Euskadi y su autogobierno. Más España o más Euskadi.