cinco detenidos. La llegada de Vox a Bilbao estuvo rodeada de largas horas de incidentes, con lanzamiento de piedras y quema de contenedores por parte de unas 200 personas. Los hechos, que seguían entrada la noche, se saldaron al cierre de esta edición con cinco detenidos y cargas. Los altercados por el mitin en el Palacio Euskalduna comenzaron a las 16.30, frente a un amplio dispositivo policial. Los concentrados lanzaron objetos a la Ertzaintza, y los altercados se extendieron a la Gran Vía. A la mañana, hubo forcejeos con los asistentes al acto en Donostia. Fotos: Borja Guerrero/Efe
Bilbao - Los estrategas responsables de la campaña electoral de Vox tienen que estar exultantes. Objetivo cumplido en Euskadi: “Ha vuelto la kale borroka”. Contra ellos, contra Santi Abascal. Violencia en las Vascongadas, votos en España. Nada nuevo bajo el sol. Provocación y victimismo. Campaña gratis. Gloria bendita.
Dice la leyenda que lo que sucede en Estados Unidos se importa por estos lares algunos años después. También en política. Tras la extraordinaria campaña de Barack Obama de 2008 que le llevó a la presidencia, no fueron pocos quienes trataron -mal que bien- de imitarla. Casi siempre de manera torpe. No hay más que ver cómo su gran lema Yes, we can (Sí, podemos) se copió casi literalmente e incluso dio nombre a un partido político. También su estilo, su lenguaje, su magnífico uso de las redes sociales, de la música, sus excelentes discursos... intentaron calcarse. Pero, claro, para hacer de Obama hay que ser Obama.
Después llegó Trump, con un estilo radicalmente distinto pero que también tiene sus imitadores. Vox es el mejor ejemplo: está fusilando milimétricamente y de arriba abajo, con las debidas adecuaciones patrias, la campaña del presidente norteamericano, por el que, por cierto -y por avisar-, nadie daba un dólar al comienzo. Su leitmotiv (America first), su patriotismo y su llamamiento a “hacer un país grande de nuevo”, su actitud antiestablishment, su talante chulesco y despótico, su falta de formación, su utilización de las redes sociales y de las noticias falsas o mentiras, sus provocadoras propuestas como construir un muro antiinmigrantes o sobre el uso de armas... están siendo los elementos claves de la campaña de Vox.
Todo ello tiene como consecuencia -como la tuvo en el caso de Trump- una desmesurada cobertura por parte de los medios, incluidos los de línea editorial beligerante. Es decir, todos estamos haciéndole la campaña gratis. Porque lo suyo es provocar. Ayer, Abascal vino a Euskadi a decir que el PNV debe “pagar” por ser “cómplice de ETA”.
Faltaba la violencia. Le pasó a Trump, que en muchos mítines tenía incidentes con grupos de manifestantes contrarios. Ha bastado el segundo día de campaña, hábilmente elegido por Abascal y los suyos, para que algunos elementos de la izquierda abertzale hayan caído en la provocación más burda en beneficio de la extrema derecha. Los dos mítines de Vox en Donostia y en Bilbao fueron respondidos con sendas convocatorias de Ernai, las juventudes de Sortu. Las cargas de la Ertzaintza, los cinco detenidos en la capital vizcaína, los contenedores cruzados, las barricadas de fuego, los consabidos insultos de “fascistas” ante el Palacio Euskalduna y los incidentes que se extendieron durante la tarde, los forcejeos y la lamentable performance de “desinfectar” el Kursaal donde se habían reunido los simpatizantes de Vox... nos han devuelto a otros tiempos que creíamos felizmente superados y que objetivamente hacen un gran favor a los ultras, que ya no necesitan aplicarse en hacer más discursos ni más propuestas. Ahora son ya las víctimas de las agresiones de los de siempre, de los “amigos de ETA”, de los intolerantes, de los que quieren romper España. Mundos aparentemente antagónicos que se retroalimentan. Como señaló ayer el líder del PNV, Andoni Ortuzar, “ultras de aquí que dan votos a los ultras de allí, porque ultras son los que estaban dentro del Euskalduna y ultras lo que estaban fuera”.
El regreso de los encapuchados -si alguna vez se fueron- y las boutades de la ultraderecha tendrían un efecto más deseado aún si la campaña, ya de por sí sucia, siguiera por esos derroteros. Que es muy posible. Hoy mismo, Albert Rivera visita Errenteria y Vox estará en Gasteiz, donde -¡qué casualidad!- concluye la Korrika.
Entre tanto ruido y tanto humo, los partidos que quieren hacer propuestas y plantear proyectos se las ven y se las desean, sobre todo en estas elecciones que algunos ven lejanas desde Euskadi, pero que no lo son en absoluto.
Por fortuna, los modelos a elegir no son únicamente el de los nostálgicos del franquismo y la España una, grande y libre, ni el de los de la kale borroka. El autogobierno, la convivencia pacífica, las pensiones, el Concierto, el bienestar... están también en juego. Lejos, muy lejos de las barricadas.