Donostia - Es lo que tiene chapotear en el barro, que resulta incompatible con la limpieza y ayer el PP se cubrió de lodo al mezclar ¿involuntariamente? en su pócima electoral la ocurrencia con la osadía para acabar traspasando la raya de la intimidad familiar y el respeto a la privacidad de los menores. La iniciativa para denunciar los viajes de Pedro Sánchez a bordo del avión Falcon y el helicóptero Super Puma, llegando a abrir una agencia de viajes ficticia en la misma calle Ferraz, se les volvió en contra al mezclarse en Twitter con una foto del presidente y candidato socialista de vacaciones con su mujer y sus dos hijas menores de edad. Terremoto, escándalo y primera denuncia ante la Fiscalía. Y esto no ha hecho más que empezar.

Pero la cosa promete, sobre todo para la venenosa creatividad de ese nuevo mundo que ha alumbrado la tecnología digital y que se sirve a paladas en las redes sociales, donde cualquier mensaje o imagen entra en la picadora para su transformación en chiste, dardo o directamente artillería con la que humillar o destruir al contrario. El día de ayer fue prolijo en imágenes susceptibles de convertirse en munición digital. Pero ninguna como el chupinazo de campaña de Vox en Covadonga, a los pies de la Santina y bajo la sombra de Don Pelayo, el que puso en marcha una reconquista que duró más tiempo que el transcurrido desde entonces hasta hoy. No es la primera vez que lo hace Abascal, pero antes no iba nadie. Ayer, más de medio millar de personas acompañaron a su líder con rojigualdas, gritos por España y la Guardia Civil, y carteles que animaban a tirar para adelante “sin miedo, a nada ni a nadie”. Es el germen de la Reconquista 4.0. Con ese ánimo se les espera hoy a los de Abascal en Donostia y Bilbao, y mañana en Gasteiz.

Ayer, el que se acercó a la capital alavesa fue Casado y mañana, en Errenteria, en la plaza de los Fueros, lo hará Rivera acompañado de Savater y Pagazaurtundua. Sus expectativas electorales en Euskadi son mínimas o directamente inexistentes pero qué mejor altavoz que el que les proporciona Euskadi para ese relato con el que pretenden mantenerla anclada mientras la mayoría de la sociedad vasca quiere avanzar por la vía de la reparación, la memoria y la justicia para todas las víctimas hacia un escenario de convivencia.

Para los partidos abertzales la tarea de aquí al 28 de abril consiste en convencer que el voto a sus siglas es el útil para los intereses de los vascos, mucho más que alimentar con él la guerra sin cuartel que libran las derechas entre sí y todas ellas contra Sánchez. Es ese marco maniqueo al que en Euskadi se apuntan los socialistas, justificado en un orden de una única prioridad: la defensa de los derechos sociales y las libertades políticas que la unión de las derechas amenaza y al que solo el PSOE tiene posibilidades de hacerle frente. Como se dice en euskara, “gero gerokoak” y ahora mismo solo esto importa. Nadie mejor que Odón Elorza lo ha expresado estos días, reduciendo las transferencias que se están negociando a la condición de “pamplinas” para los ciudadanos vascos ante el panorama de emergencia política que se avecina.

El tiempo lo dirá pero el comportamiento del Gobierno de Pedro Sánchez en este asunto de las transferencias puede ser una pista sobre qué tipo de fórmula de gobierno baraja en el caso de que le den los votos. Por si acaso ayer en Zumarraga, Andoni Ortuzar advirtió contra la posibilidad preferida por José Luis Ábalos, como es la combinación entre al PSOE y Ciudadanos (“tienen muchos acuerdos en comunidades y ayuntamientos con los naranjas y en Euskadi tenemos memoria y conocemos bien a los socialistas”). Sería combustible para más centralismo y alas para quienes rechazan el Concierto, la oficialidad del euskera o los diseños curriculares educativos.