Bruselas - La fría reacción y el tono esquivo de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea (CE), y Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, tras la llamada telefónica con May el pasado viernes hacía presagiar que no llegaban buenas noticias desde Londres.
May acababa de perder la votación de su Acuerdo de Salida por abrumadora mayoría (432 a 202). Y los números importaban y mucho. La contundente derrota dejaba un escenario en el que no bastaría con hacer pequeños retoques al texto acordado con los Veintisiete. Así, la líder conservadora tuvo 72 horas para detallar un plan B que llegó el lunes a Westminster y en el que May mantenía sus líneas rojas: rechazo de revocar el Artículo 50, rechazo de convocar un segundo referéndum y rechazo de garantizar que evitará el escenario de un no-acuerdo. La carta de May fue ganar tiempo para escuchar al resto de diputados y volver a Bruselas a renegociar el backstop, la salvaguarda para evitar una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte.
Así, el plan B de Theresa May tenía mucho de plan A. “No tenemos nada nuevo que decir desde Bruselas porque no hay nada nuevo desde Londres”, señaló Margaritis Schinas, portavoz del Ejecutivo comunitario, quien preguntado sobre la posibilidad de una renegociación del backstop aseguró sentir un “déjà vu”. Y es que Bruselas ha sido clara: el backstop es parte del Acuerdo de Salida y éste no está sujeto a negociación.
La Comisión sigue “muy de cerca” los eventos en Westminster y ha pedido una “clarificación de intenciones lo antes posible”. El silencio comunitario responde a que casi como May, Bruselas se mantiene “en el plan A”, a falta de una alternativa ofrecida por Londres.
Con este telón de fondo cuando restan dos meses para el 29 de marzo, fecha en la que el Reino Unido dejaría de ser un Estado miembro de pleno derecho, la posibilidad de que la isla deje el club comunitario de manera abrupta, desordenada y caótica es “más alta que nunca”, como ha reconocido Michel Barnier, jefe negociador del Brexit para la Comisión Europea, y el propio Juncker.
Aunque sigue siendo un escenario que los dos lados del canal de la Mancha desean evitar, tanto el Reino Unido como la UE están intensificando su trabajo para crear planes de contingencia que reduzca la tensión. Londres hizo hace unas semanas unos simulacros fronterizos en uno de los puertos del canal de la Mancha y Bruselas ha comenzado un tour europeo para coordinar los planes de contingencia nacionales y comunitarios.
La Enmienda de Corbyn Los únicos movimientos estas últimas horas han sido del laborismo. Destacados partidarios de un segundo referendo de Brexit en el Reino Unido celebraron ayer una enmienda laborista que contempla esa opción, si bien otros pidieron al líder del partido, Jeremy Corbyn, un compromiso más firme con la consulta.
Varios políticos han presentado enmiendas a una moción del Gobierno sobre la salida de la Unión Europea que se votará el próximo martes, a fin de definir los siguientes pasos del proceso después del rechazo al acuerdo gubernamental.
Corbyn dijo que su enmienda, que aún debe ser aceptada por el presidente de la Cámara de los Comunes, “permitirá a los diputados votar sobre opciones que pongan fin al bloqueo del Brexit y eviten el caos de una salida sin acuerdo”.
La enmienda oficial del Partido Laborista insta al Ejecutivo a reservar tiempo para debatir y votar todas las opciones que impidan que el Reino Unido salga de la UE sin pacto, entre las que incluyen su propuesta de acuerdo, que contempla una unión aduanera con el bloque y vínculos más estrechos con el mercado único.
Como segunda opción a votar proponen “legislar para convocar una consulta popular sobre un acuerdo o proposición apoyada por la mayoría de la Cámara de los Comunes”.
Esta es la primera vez que el liderazgo laborista pone sobre la mesa la opción de un segundo plebiscito sobre el Brexit, si bien con un lenguaje que algunos críticos han considerado demasiado “vago”.
En un acto del grupo proreferéndum People’s Vote, el diputado laborista David Lammy dijo que la enmienda es “un paso adelante” y consideró legítimo que Corbyn quiera cubrir todas las opciones “para llegar a ese fin”.