Bruselas - Marco Aguiriano llegó a la política europea en 1986. Después de un largo camino en el Parlamento Europeo, en el que trabajó como consejero de un presidente de la Eurocámara, del secretario general de la institución e incluso llegó a ser eurodiputado durante un corto periodo, en 2018 el nuevo Gobierno socialista le nombró secretario de Estado para la UE. Aguiriano recibe a Aquí Europa para hablar de las prioridades europeas del nuevo Ejecutivo español.
¿Cuál pretende ser el papel de España en la UE con esta impronta europeísta del Gobierno?
-El presidente del Gobierno es muy pro europeísta y ha demostrado desde el principio de su mandato la importancia que da a Europa como política, ya no exterior sino interior. También en la composición del Gobierno, se trajo a gente con una gran trayectoria y conocimiento, cuyo valor añadido tiene su importancia en momentos como antes del verano cuando Alemania se sumó a una minoría que bloqueaba el acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos. De repente Alemania dijo que no estaba a favor. Ya sabe que Marruecos cuando tiene algún tipo de problema o dificultad con la UE se dirige a España. Y justo antes de verano esto era preocupante porque Marruecos puede ser más o menos riguroso en el control de las salidas de pateras. Gente como Luis Planas (ministro de Agricultura), Nadia Calviño (ministra de Economía) y yo mismo, el valor añadido es que sabíamos exactamente a quién llamar, con quién hablar y conseguimos convencer a Alemania y que se cerrara el acuerdo. Ese es el valor añadido. Es el momento de que Europa consolide su enorme importancia económica y comercial, su papel político y de actor global por necesidad, por supervivencia, como dijo Jean-Claude Junker, presidente de la Comisión Europea, en el debate de Estado de la Unión, si no queremos convertirnos dentro de 20 años en el fabuloso parque cultural de atracciones, done nos visitará todo el mundo admirando nuestra historia, nuestra arquitectura y nuestra gastronomía. Es ahora o nunca.
Hablemos de temas más concretos de la compleja agenda europea. Estamos en un momento clave en la negociación de los presupuestos. No sabemos si se logrará antes del fin de la legislatura, es la intención de la Comisión. ¿Cuál es la posición española en términos generales?
-Primero el calendario: España apoya la propuesta de calendario de la Comisión de tener los presupuestos antes de las elecciones, algo que también respalda el Parlamento, que se ha puesto las pilas para repartirse los informes sobre todos los capítulos, temas y reglamentos. Lo apoyamos porque pensamos que es fundamental ir ante el electorado explicando qué es lo que queremos hacer y con qué medios contamos. En general apoyamos todos los elementos de flexibilidad que se han introducido, siempre y cuando la flexibilidad no impida cierta capacidad de prever y programar; las nuevas prioridades por supuesto, inmigración, asilo, defensa, digitalización, economía circular, investigación, cambio climático y estamos absolutamente de las políticas tradicionales que han demostrado su utilidad, funcionamiento y beneficios para España como los fondos estructurales de cohesión y la PAC. Dicho esto, también somos conscientes que toda política tiene que evolucionar, modernizarse, racionalizarse, evitar solapamientos, crear más sinergias y economías de escala. Somos muy favorables a una modernización de la PAC que tenga cada vez más en cuenta las cuestiones medioambientales, la seguridad alimentaria o los derechos del consumidor. No creemos que ahora mismo la propuesta de la Comisión sea un peligro directo contra la PAC.
En el debate del Estado de la Unión Juncker lanzó dos propuestas muy novedosas: la creación de una policía europea de fronteras y el fin de la unanimidad en política exterior. ¿Qué piensa de esto?
-La posición española en esto, como en muchísimas cosas, es de entrada favorable a todo lo que sean propuestas de más Europa, de europeización y de otra Europa. Como dijo el presidente del Gobierno, apoyamos la propuesta sobre los 10.000 agentes de Frontex de aquí al 2020, pero pedimos flexibilidad y complementariedad. Flexibilidad porque lo que no queremos es que desde Bruselas nombren a 10.000 funcionarios o agentes y les manden a determinados sitios para 4 años y que no se muevan. Y también pedimos complementariedad con nuestras fuerzas de seguridad, que no haya solapamientos, ni conflictos de competencia, y que exista una línea de jerarquía clara. Evidentemente no podemos tener a un agente de Frontex polaco en la playa de Chiclana que decida a quiénes devuelve en caliente y a quiénes manda a los centros. No, tiene que ser un español sí o sí. Por tanto esa es la complementariedad. En cuanto a la cuestión de la mayoría cualificada para política exterior también nos posicionamos a favor. Siempre ha habido una predisposición favorable a la mayoría cualificada, o al menos a un mecanismo que impida el veto, pero permita algo así como la abstención constructiva, un paso intermedio.
Vamos a otro gran tema, el ‘Brexit’. Parece que se acaba la cuenta atrás, han dado un ultimátum de un mes por unanimidad los 27. ¿Cómo ve España la negociación en estos momentos? En los puntos que más afectan a España como son el tema de la ciudadanía y tema Gibraltar ¿Cómo ve las cosas?
-En Europa el reloj a veces se para, incluso ha habido rumores sobre otra cumbre en noviembre. En general estamos peor que hace 10 días, en Salzburgo los jefes de Estado y de Gobierno esperaban que la señora May se pronunciara sobre los dos problemas principales del Plan de Chequers. Sobre el tema irlandés, (Michel) Barnier (negociador jefe de la Comisión Europea) había ideado con su equipo una solución inteligente, ágil, de consecuencias fundamentalmente administrativas y técnicas. Se inspiró en el ejemplo canario después de preguntarnos. Canarias tiene sus propios mecanismos para el tema del IVA. Esta propuesta no ponía en tela de juicio ninguna política fundamental como los acuerdos de Viernes Santo. Pero la señora May lo rechazó de entrada, antes de llegar a Salzburgo públicamente y sin entrar en materia. Al final de la única cena de Salzburgo, ella habló, pero lo hizo principalmente de sus problemas de política interior, de sus mayorías o no parlamentarias, de su congreso y del riesgo que tenía para el Reino Unido y el resto de Europa la falta de acuerdo y demás. Con lo cual Junker concluyó que la habían oído, que no habían escuchado nada nuevo y que habría que pensar. Ningún jefe de Estado ni de Gobierno pidió la palabra. Hubo miradas entendidas entre 3 ó 4 y nadie pidió la palabra. May salió de la sala con la cara pálida. Al día siguiente en la reunión de los 27 sin ella llegamos rápidamente a la unanimidad de decir que de momento no se habla de nueva cumbre en noviembre porque eso sería darle un mes más al Reino Unido, que no ha utilizado el tiempo desde el último Consejo a este para evolucionar. Hay muchas teorías, hay una según la cual May se ha puesto muy dura ahora, y al volver de Salzburgo hizo unas declaraciones muy duras como táctica de cara a su congreso de finales de mes porque según ciertos análisis si sale airosa de su congreso, si sale viva pero además sale bien, entonces tendrá toda la fuerza y legitimidad para poner otro texto sobre la mesa y cerrar la negociación rápidamente, ganarles en velocidad a sus oponentes. Ojalá sea así. Otra cosa es que salga muy mal y tenga que convocar elecciones. Muchos tabloides británicos siempre cuestionan la legitimidad democrática de Europa, los burócratas de Bruselas y demás, pero oye, Junker anunció que era candidato a la presidencia de la Comisión, todos lo sabían y luego le votaron primero a él y luego a su equipo. A la Sra. May solo le ha votado su grupo parlamentario. Así que la democracia más antigua del mundo después de Atenas a veces debería callarse y no dar tantas lecciones de democracia.
¿Y Gibraltar?
-El tema ciudadanía es el primero en la negociación del Brexit en general y de Gibraltar, es más, incluso si no tenemos acuerdo y en este caso sobre el Peñón, ya hemos garantizado de antemano todos los derechos ciudadanos, se respetarán todos los derechos ciudadanos incluso sin acuerdo. Estamos negociando, aparte de los derechos ciudadanos, una transparencia fiscal que no hay, ahora es opaca, hay problemas de blanqueo de dinero, evasión fiscal... También estamos negociando un precio del tabaco mucho más cercano al precio en España porque hay un fraude y un tráfico impresionante. Si se consumiera en Gibraltar todo el tabaco que se mueve por allí cada ciudadano fumaría 200 cigarrillos al día. En cuanto al fraude fiscal y todo ese tema, hay que recordar que hay 25.000 habitantes en Gibraltar y más de 30.000 empresas, tocan a empresa y media por persona. Ahora lo fundamental es que estamos negociando el periodo transitorio y son las bases para cerrar el acuerdo definitivo. Tenemos 21 meses desde finales de marzo del año 2019 a finales de diciembre del año 2020 para la negociación definitiva, y en esta negociación definitiva se planteará de alguna manera por supuesto nuestra posición histórica de soberanía. Seguimos considerando que Gibraltar es una colonia y tiene que haber un proceso de descolonización si es posible pactado. Además, la Organización de Naciones Unidas ya nos ha dado la razón.