madrid - A Pedro Sánchez le crecen los enanos en su consejo de ministros. Tras los fiascos de Màxim Huerta y Carmen Montón que tuvieron que salir por la puerta de atrás de Moncloa por defraudar al fisco y plagiar un máster, ahora es la ministra de Justicia, Dolores Delgado, la que lleva los quebraderos de cabeza hasta la sala de máquinas del PSOE y del Gobierno español por algo tan sórdido como es su relación con el excomisario de la policía José Manuel Villarejo.

La titular de la cartera de Justicia está en la picota por su amistad con el señor de las cloacas policiales y por las grabaciones pinchadas en 2009 que este ha filtrado y en las que Delgado, en su conversación con el policía, con el exjuez Baltasar Garzón y con otra persona hace comentarios machistas y homófobos. Una de ellas afecta al magistrado y ahora compañero suyo en el Gobierno, Fernando Grande-Marlaska, al que llega a calificarle de “maricón”. El Ejecutivo en pleno salió ayer en auxilio de la ministra y cerró filas con ella, aunque el disgusto y el sapo que se va a tener que tragar por sostenerla tardará tiempo en superarlo.

El PP y Ciudadanos acorralaron aún más a la ministra ya que, gracias a sus votos, lograron que el Senado la reprobara, aumentando aún más la presión para que dimita. También el líder de Podemos, Pablo Iglesias, le retiró su confianza y pidió su dimisión. A su juicio, debe “alejarse de la vida política a cualquiera que mantenga amistad con los representantes de las cloacas”, en referencia a Villarejo.

Pedro Sánchez mantiene su apoyo a Delgado. No se puede permitir el lujo de una tercera dimisión en su gabinete en poco más de tres meses y medio de mandato. Sería su epitafio. Ni siquiera en un caso como el de Delgado que en veinticuatro horas ha pasado de negar toda relación con Villarejo a admitir tres encuentros con él. Y en uno de ellos celebrado en el restaurante Rianxo de Madrid el 23 de octubre de 2009 el excomisario, siguiendo su manual, grabó la conversación que mantuvieron la entonces fiscala, el juez Garzón y el entonces director adjunto operativo de la Policía Ángel Fernández Chico. El audio muestra las confidencias de Delgado con el agente encubierto -en prisión preventiva desde el pasado noviembre-, negadas varias veces por la ministra, que se defiende como puede. Dice que no ha habido “un cambio de versión”, pero lo cierto es que ha terminado por reconocer unos encuentros que un primer momento negó rotundamente. En cuanto a sus comentarios en la comida, afirma que se dieron en “un ambiente distendido”, que han sido manipulados, cortados y montados y, sobre su publicación, dice que es un “ataque institucional contra el Gobierno de Pedro Sánchez”.

El presidente español sigue la crisis desde Nueva York, donde se encuentra en viaje oficial. En su ausencia, son sus ministras las que intentan poner el cortafuegos para que el incendio no alcance a la ministra. La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, fue la más contundente en la defensa y señaló que tienen “plena confianza” en la ministra de Justicia pese a la “manipulación” de la que está siendo objeto.

abrazo de marlaska El propio Grande-Marlaska -que hizo pública su homosexualidad en 2006- le echó un capote y rechazó que su compañera tenga que dimitir. Llegó a escenificar en el Senado un cariñoso abrazo con la ministra para zanjar el asunto. “Lo importante no son las palabras, sino los hechos”, dijo el ministro del Interior a los periodistas antes del inicio de la sesión de control al Gobierno en el Senado en el que la mayoría absoluta de PP y Ciudadanos sirvió para reprobar a Delgado. El motivo de la reprobación no tenía nada que ver con su relación con Villarejo, sino a su supuesta resistencia a que el Estado asuma la defensa del juez Pablo Llarena en la causa vinculada al procés que se sigue en Bélgica. La votación quedó en 149 votos a favor, 82 en contra y 7 abstenciones del PDeCAT y Coalición Canaria.

El pleno transcurrió entre gritos de “dimisión, dimisión” desde la bancada del PP, que da a la ministra por dimitida. En Ferraz y en Moncloa el desánimo cunde por los efectos que pueda tener esta nueva polémica y que hoy va a repetirse en el Congreso de los Diputados donde Delgado será nuevamente interpelada. Con todo, lo que más ansiedad genera en en el Gobierno es la posibilidad de desayunarse otra mañana con una nueva entrega de grabaciones del excomisario Villarejo revelando nuevas e inconfesables confidencias de la ministra o de cualquier otro de sus compañeros.