BANGKOK. Los protagonistas del milagroso operativo de salvamento, que se convertirá en película y temática de un museo, retoman poco a poco la normalidad en sus vidas, con una gran diferencia: el aumento en el número de seguidores en sus perfiles de Facebook e Instagram.
"Gracias a todo el mundo", dijo el miércoles a sus casi 150.000 admiradores en Facebook Ekapol "Ake" Chanthawong, preparador del equipo de fútbol "Jabalíes salvajes", donde juegan los otros rescatados.
"Regresamos a la escuela", publicó Adul Sam-On, de 14 años, en su perfil de Instagram en el que aparece junto a algunos compañeros de aventura y que ya ha recibido casi 40.000 "me gusta".
Ake y Adul, junto a otros dos chavales, recibieron esta semana su documento de identidad tailandés que al fin les garantiza el acceso a derechos y servicios básicos.
"Estaré un tiempo sin subir fotografías porque tengo deberes por hacer", adelantó Duangphet Promthep, de 13 años, a las 314.000 personas que siguen su perfil de Instagram.
Profesores y compañeros de colegio dieron la bienvenida este lunes a los doce estudiantes rescatados durante un acto en el que se les entregó nuevos uniformes, material escolar y camisetas de fútbol de la escuadra alemana Bayern de Múnich.
Los responsables de Educación han diseñado un plan de estudios para que los muchachos recuperen el tiempo que pasaron atrapados en la cueva.
Ake, de 26 años, y los 12 niños, de entre 11 y 16 años, se adentraron en la cueva Tham Luang, en la norteña provincia de Chiang Rai, durante una excursión el sábado 23 de junio tras completar un entrenamiento de fútbol cuando una súbita tormenta inundó el camino de salida de la gruta.
Tras nueve jornadas de búsqueda, una expedición formada por dos buceadores británicos localizó al grupo en un terreno seco a más de cuatro kilómetros de la entrada.
El entrenador y los "jabatos" se encontraban débiles y cansados por la falta de alimentos, ya que durante el tiempo que pasaron perdidos en la oscuridad de la cueva solo encontraron agua.
Los equipos de rescate trazaron un plan para que recuperasen fuerzas mientras estudiaban la manera más segura de evacuarlos del interior de la montaña y apremiados por la posibilidad de que nuevas lluvias volviesen a inundar la cueva, ya que Tailandia se encontraba en la temporada del monzón.
Sedados, acompañados por dos buzos durante las inmersiones y transportados en camilla por las galerías, fueron saliendo por etapas: el 8 de julio, cuatro; el 9, cuatro; y el 10, el resto, entre ellos el entrenador.
"Hicimos posible lo imposible", anunció entre aplausos Narongsak Ossottanakorn, portavoz oficial de la misión, a periodistas de todo el mundo que siguieron minuto a minuto las operaciones de rescate desde el lugar de los hechos.
Las imágenes de los jóvenes afeitándose la cabeza y vistiendo las túnicas azafranadas volvieron a dar la vuelta al globo cuando ingresaron a finales de julio en un monasterio budista para honrar la memoria de Samar Gunan, el veterano buzo tailandés que pereció durante las tareas de salvamento.
Abdul, que profesa el cristianismo, no participó; y el entrenador Ake continuará en el templo durante un periodo más largo.
Como parte del entusiasmo que genera en Tailandia el ejemplar rescate, las autoridades iniciaron a principios de mes la construcción de un museo dedicado a la arriesgada misión en la que participaron más de 1.300 personas y que tiene previsto abrir las puertas antes de final de año.
El museo se levantará en el exterior de la cueva y contará con pinturas, fotos, ropa e instrumental de los equipos de salvamento y una estatua del fallecido Samar Gunan.
Una representante del Ministerio tailandés de Cultura señaló a Efe que las autoridades tratan de formar un comité que "estudie los diferentes proyectos" presentados por varias compañías de cine para producir una serie de películas y documentales sobre la misión.