madrid - La moción de censura no es una cuestión de dialéctica sino de aritmética. En el juego verbal Mariano Rajoy hizo valer su experiencia parlamentaria y sus dotes de orador y su retranca gallega para barrer a Pedro Sánchez en el hemiciclo. Pero todo lo sobrado que estaba en oratoria e ironía le faltaba en votos. Necesitaba que los independentistas catalanes no apoyaran al candidato socialista y que el PNV volviera a apoyarle como lo hiciera una semana antes en los Presupuestos. Sin embargo, ni lo uno ni lo otro ocurrió. PDeCAT y ERC se dejaron pelos en la gatera y hicieron como que no había pasado nada con el 155 y los “presos políticos” y los exiliados, y la formación jeltzale sencillamente dejó caer al presidente del Gobierno español.
Todos los partidos dejaron ayer las cartas boca arriba durante la primera jornada del debate de la moción de censura registrada por el secretario general del PSOE. A falta de la votación de esta mañana, es seguro que el candidato Sánchez recabará los votos que le dan una mayoría absoluta. Sumará el apoyo de 180 diputados, esto es, los de su partido, Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, PNV, Compromís, EH Bildu y Nueva Canarias, frente a los 169 de PP y Ciudadanos, y la abstención de Coalición Canaria. De este modo, el candidato socialista derrocará a Rajoy y se entenderá investido de la confianza del Congreso de los Diputados para proclamarse presidente del Gobierno español. El rey Felipe VI le nombrará, probablemente, a principios de la semana que viene.
Así será salvo que Rajoy decida dimitir hoy para evitar la votación de la moción de censura, con lo que el proceso de derribo al presidente español quedaría desactivado y Sánchez no podría culminar su asalto a La Moncloa. El Gobierno español pasaría a encontrarse en funciones y Rajoy y sus ministros no dejarían sus cargos hasta que se constituyera un nuevo ejecutivo.
Desde que a primera hora de la tarde de ayer el PNV oficializó su posición, los rumores sobre la dimisión se dispararon en el hemiciclo y entre los medios de comunicación, alimentados por la -como mínimo- irrespetuosa y cobarde ausencia de Rajoy durante el debate vespertino. El líder de los populares se refugió en un restaurante cercano al Congreso a la hora de la comida y permaneció allí reunido con varios de sus ministros hasta cerca de las diez de la noche. Para ahuyentar los rumores, Moncloa negó la posibilidad de la dimisión y aseguró que el presidente español estará hoy en el Congreso en la segunda jornada del pleno sobre la moción de censura. El propio Sánchez le invitó en varias ocasiones a que lo hiciera, pero Rajoy lo rechazó.
Si Rajoy no lo evita, Sánchez será presidente del Gobierno durante un tiempo que no concretó. No desveló cuánto piensa extender su mandato y cuándo convocará elecciones. Probablemente porque tampoco lo pueda aventurar y porque serán los acontecimientos y los vaivenes de una legislatura muy complicada interna y externamente los que pongan fecha de caducidad a su mandato.
Aunque la decisión de los jeltzales estaba tomada antes incluso del comienzo del pleno, Sánchez terminó de convencer al PNV con su respaldo a los Presupuestos, que incluyen partidas por un total de 540 millones de euros para Euskadi. El candidato socialista también tuvo buenas palabras para el lehendakari, Iñigo Urkullu, al que agradeció su “compromiso” por la “estabilidad y convivencia” y su “esfuerzo por encontrar soluciones y forjar consensos” en las “horas dramáticas” de “crisis institucional” vividas en Catalunya.
Sánchez no comenzó bien la jornada. Mandó a su telonero José Luis Ábalos para preparar el terreno y el número tres del PSOE justificó la moción de censura para sacar a Rajoy de La Moncloa en la necesidad de una regeneración democrática tras la sentencia de la Gürtel. Poco después Sánchez subió al estrado y con un pretendido tono afable desgranó algunos detalles de su hoja de ruta de gobierno basado en un “programa de estabilidad”, que aplicará si logra ser investido y cuyos ejes son la estabilidad institucional y la regeneración democrática, la estabilidad social y laboral, y la estabilidad territorial.
Sus iniciativas legislativas más importantes pasarían por la derogación de algunos artículos de la Ley mordaza, el impulso de leyes contra la brecha salarial y la desigualdad laboral entre hombres y mujeres y recuperará la sanidad universal.
El líder del PSOE expresó su esperanza de poner fin al tiempo de Rajoy, encabezar un Gobierno “socialista, paritario y europeísta” y abrir una nueva etapa basada en el acuerdo. Con ese fin, consensuará un programa “con los grupos parlamentarios mayoritarios” para, por este orden, “recuperar la estabilidad y la normalidad democrática, atender a las urgencias que tenga el país y convocar elecciones generales”.
rajoy, al ataque Ante las acusaciones de corrupción, Rajoy se zafó con sagacidad y respondió con el manido y tú más, en referencia al caso de los ERE de Andalucía que puede poner a los expresidentes de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán a las puertas de su ingreso en prisión. Con Sánchez contra las cuerdas, el dirigente conservador siguió golpeándole al restregarle sus contradicciones flagrantes en los últimos meses. Primero con los Presupuestos aprobados la semana pasada, que el líder socialista vituperó de arriba abajo y los rechazó de planto. Rajoy se encargó ayer de recordárselo. También le espetó su alianza ahora con los independentistas catalanes, hasta hace unos días “xenófobos”, “supremacistas” y rupturistas del Estado español. Y por último, siguió tirando de hemeroteca y le recordó los graves reproches lanzados en el último año a Pablo Iglesias, en quien ahora se apoya para sacar adelante la moción.
Pero hasta ahí llegaron sus ínfulas. Al todavía presidente español se le bajaron con el anuncio del PNV de que apoyaría a Sánchez. Luego hizo mutis por el foro y nada se supo de él. Este viernes, si prospera la moción de censura, Sánchez será investido presidente en una sesión a la que el Gobierno asegura que asistirá Rajoy. Acabará la era Rajoy y empezará la incierta etapa de Sánchez.