BAIONA - La próxima semana, ETA echará el cerrojo a una trayectoria de cerca de 60 años con un nefasto balance de más de 800 personas asesinadas. Será su escenificación final, coronada por su último comunicado, aquel en el que pondrá fin a su existencia de forma definitiva. Un momento trascendental que tendrá evidentes paralelismos con el anuncio, el 20 de octubre de 2011, del fin de su actividad armada. Ahora, como entonces, el pronunciamiento de la banda estará precedido por una conferencia internacional, con presencia de numerosas personalidades sociales y políticas, con el fin de dotar a su decisión del aval de organizaciones y dirigentes de proyección mundial.
Hace seis años y medio, el lugar elegido para celebrar ese cónclave fue el Palacio de Aiete, en Donostia, y al mismo acudieron, entre otros, el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, el exlíder del Sinn Féin Gerry Adams y Jonathan Powell, asesor del ex primer ministro británico Tony Blair. Esta vez se llevará a cabo en una localidad próxima a Baiona. EITB informó ayer de que el lugar elegido es Kanbo, en Lapurdi. La diferencia fundamental entre las dos citas será, no obstante, que este Aiete II marcará el final de ETA.
Los detalles del acto de la próxima semana se darán a conocer esta misma tarde en el Hotel Le Bayonne de Baiona, donde comparecerán miembros del Grupo Internacional de Contacto (GIC) que lidera el abogado sudafricano Brian Currin, la asociación de Iparralde Bake Bidea y el Foro Social Permanente. Todos ellos han desempeñado un destacado papel en los últimos pasos adoptados por la organización armada, desde la propia Conferencia de Aiete del 17 de octubre de 2011, tres días antes del anuncio del cese de su actividad violenta, hasta la entrega del arsenal de ETA, que constaba de ocho depósitos con 120 armas y tres toneladas de explosivos, que se escenificó el 8 de abril de 2017 en Baiona.
La nueva cita de carácter internacional tendrá lugar el viernes 4 de mayo; en su transcurso, las personalidades presentes alumbrarían un comunicado al que seguiría, en las horas siguientes, otro de la propia ETA para bajar la persiana. Se espera que sea una intervención escueta y sin referencias a las víctimas y el reconocimiento del daño causado, que ya centraron, con claroscuros, el comunicado del pasado viernes que sirvió de antesala a su despedida final.
A la espera de la comparecencia de hoy en Baiona, se prevé que acudan a la nueva conferencia los representantes del GIC Brian Currin, el israelí Alberto Spektorowsky, que participó en las negociaciones de paz de Camp David, y Raymond Kendall, secretario general de Interpol entre 1985 y 2000. El alcalde de Baiona y presidente de la Mancomunidad de Iparralde Jean René Etchegaray ya ha confirmado que participará en el acto. El propio Kendall será uno de los comparecientes en la rueda de prensa de hoy, acompañado de dos representantes de Bake Bidea y el Foro Social.
Kendall, que ha prestado asesoramiento a entidades no gubernamentales en el campo de la seguridad, fue el último de los cinco miembros que se incorporó al GIC, grupo que se completa con el suizo Pierre Hazan, la norirlandesa Nuala O’Loan y la londinense Silvia Casale, además del mencionado Spektorowski. Precisamente, este último aseguró el pasado miércoles en Radio Euskadi que la esperada declaración de ETA será suficientemente “clara”, aunque se desconoce qué términos utilizará para certificar su final.
“Desmovilización” Cabe descartar que recurra a la palabra “disolución”, ya que es la que se ha usado desde el Gobierno español y la mayoría de los partidos a modo de exigencia. Podría optar en cambio por anunciar su “desmovilización”, término que empleó el Foro Social en enero cuando adelantó que el fin de ETA llegaría antes del verano y que conllevaría el “desmantelamiento total de sus estructuras”.
El propio Foro Social Permanente ha puesto sobre la mesa el modelo DDR (desarme, desmovilización, reintegración). Este esquema fue diseñado por la ONU para los procesos de paz aplicados en distintos conflictos armados en el mundo y define “desmovilización” como “la baja oficial y controlada de los combatientes activos de las fuerzas y grupos armados, lo que incluye una fase de reinserción en que se proporciona asistencia a corto plazo para los excombatientes”.
No obstante, la propia ETA ha rehusado utilizar esta terminología en el documento de debate interno trabajado en su seno y entre el colectivo de presos para decidir su final, cuyos principales detalles fueron dados a conocer el 22 de febrero por Gara. En dicho texto, firmado por la dirección de la banda, se habla de “final de ciclo” y se admite que éste “ya se ha producido en gran parte” desde el cese definitivo de su actividad en octubre de 2011.
Este documento despejaba algunas de las principales dudas que planteaba este largo final de la banda, como la posibilidad de que aspirase a perpetuarse como organización civil, una opción que descarta de plano. El texto base del debate sostiene que ETA “no renegará de su aportación”, pese a “estar abierta a la autocrítica”, ni la izquierda aber-tzale “abjurará de sí misma”.
No lo hizo ETA, de hecho, en el comunicado del viernes, aunque, en un tono y lenguaje muy diferentes al de anteriores escritos, reconoció el daño causado, su “responsabilidad directa en el sufrimiento desmedido” padecido por la sociedad y pidió perdón a las víctimas “que no tenían responsabilidad directa en el conflicto”, al tiempo que expresó respeto y pesar por el resto. Esa distinción entre víctimas ha sido uno de los aspectos más criticados, y así el lehendakari, Iñigo Urkullu, le exigió que ponga “en la misma consideración” a todas las víctimas.