La semana pasada fueron asesinadas 17 personas en un colegio de Florida por un imbécil imberbe desequilibrado, inadaptado, con pocas luces y demasiadas fantasías violentas, con demasiados problemas mentales y una sorprende facilidad para adquirir ya no sólo armas, sino equipo militar completo. No es la primera vez que vemos esta película. Cada cierto tiempo contemplamos las flores y los globos en las escuelas, los sermones y los discursos políticos, y finalmente todo queda como estaba y los fusiles de asalto se siguen vendiendo legalmente en muchos comercios sin preguntas incómodas ni control suficiente.

Con diferentes perfiles hace tres meses 26 personas fueron tiroteadas en Texas. Hace cuatro meses 58 en Las Vegas. Se calcula que los Estados Unidos mueren por armas de fuego en torno a 30.000 personas al año. La comparativa más prudente nos diría que en ese país mueren más personas por armas de fuego en manos de civiles en un solo mes cualquiera, que la suma de todas las víctimas norteamericanas fallecidas en actos terroristas en 10 años, sea dentro o fuera del país, incluyendo los militares en zonas de conflicto.

Obama fue un Presidente muy sensible a este asunto. Se dirigió a la nación sobre este asunto en 30 ocasiones. Quiso limitar, que no prohibir, el acceso a las armas al menos la militares, al menos a los mas jóvenes, al menos con cierto control sobre su eventual peligrosidad. Sus objetivos eran muy modestos, sus logros, en este punto, nulos.

Estoy estos días en los Estados Unidos y les puedo asegurar que el debate es en esta ocasión especialmente vivo y duro. Los medios cubren el asunto casi a tiempo completo. Los periódicos dedican reportajes, editoriales y artículos de opinión sin fin. Los estudiantes en muchas escuelas y universidades salen y protestan. Supervivientes y familiares de víctimas aparecen en la televisión. Los contertulios e invitados discuten vehementemente.

Los grandes medios, como el New York Times, publicaban un anuncio a dos páginas centrales con el listado de todos los senados y congresistas norteamericanos que reciben donaciones de la poderosísima NRA (Asociación Nacional de Rifle). En la lista aparecen más de 300 miembros de ambas cámaras, con su número de teléfono incluido para que sus electores les llamen y les aseguren que su voto dependerá en las próximas elecciones de que hagan algo en relación a este problema.

El Presidente Trump ha respondido con su consabida infinita estulticia. Ante las propias víctimas es capaz de decir que está muy preocupado por la seguridad en las escuelas, pero que eso no significa limitar el acceso a las armas, sino todo lo contrario: “quiero que las escuelas estén protegidas, tan protegidas como están los bancos”, es decir, con personal de seguridad armado, con profesores armados y entrenados militarmente para hacer frente a un ataque armado.

Marco Rubio, senador por Florida y uno de los valores republicanos más en alza, hijo de inmigrantes cubanos, ha vivido estos días uno de los momentos mas difíciles de su vida política: un encuentro amplio y abierto, con preguntas directas de estudiantes y familiares de víctimas. Hubo momentos impactantes, como ese diálogo en que un padre le explica que su hija murió por un tiro por la espalda, en un ataque múltiple en su escuela, de un arma de asalto militar que no tiene otro fin que matar mucho en poco tiempo y que puede ser útil en el campo de batalla pero absolutamente inapropiado para estar en manos de un adolescente entre población civil, algo en lo que debería estar de acuerdo incluso aunque defiendas el derecho a llevar armas para defensa propia. Otro estudiante le exigió directamente que de forma pública renunciara ahí mismo a partir de ese mismo momento a recibir un dólar más de donaciones a sus campaña de la NRA. Rubio no renunció a dicho apoyo. Según informa el New York Times ha recibido 3.303.355 dólares en donaciones de los defensores del rifle.