Barcelona - JxCat y ERC siguen buscando la cuadratura del círculo. Ambos partidos han aproximado sus posiciones en las últimas horas para lograr que Carles Puigdemont sea investido, sin que ello suponga exponer a la Mesa del Parlament a un delito de desobediencia ni sufrir represalias penales. La idea es que ocupe la presidencia en Bruselas, con un Govern paralelo en Catalunya. La pelea de JxCat es garantizar que el president cesado tenga competencias y fije la línea política del futuro Govern. Las negociaciones se han encaminado a garantizar su mando en plaza y tratar de vestir con poderes ejecutivos el cargo que tendría Puigdemont en Bruselas, para que no se convierta en un jarrón chino de la política catalana. En paralelo, se podría conformar un Govern en Catalunya, como pide ERC. Para liderar ese equipo, suenan el encarcelado Jordi Sànchez, el exconseller Jordi Turull y la directora de la campaña de JxCat, Elsa Artadi.

Ayer se esfumó una de las opciones que habían sonado con fuerza. Al hilo de unas informaciones publicadas por La Vanguardia, los republicanos habían sugerido una presidencia simbólica para Puigdemont desde Bruselas, y que sea investido por la asamblea de electos de la Asociación de Municipios por la Independencia, para evitar así la desobediencia del Parlament. A continuación, sería proclamado un Govern efectivo en Catalunya que ejerciera sobre el terreno. JxCat, sin embargo, desmintió ayer ese planteamiento, aunque a primera hora del día parecía que había sido iniciativa del propio Puigdemont. Por lo visto, ambos partidos estudiaron su viabilidad y barajaron una reforma legislativa, pero finalmente JxCat enterró la propuesta, ante el desconcierto de ERC.

Esa vía intermedia apuntaba a que Puigdemont sería investido en Bruselas, pero no a través del Parlament, sino en la asamblea de electos de la Asociación de Municipios por la Independencia, para que el Parlament no incurra en un delito de desobediencia por la proclamación a distancia. A continuación, se formaría un Govern en Catalunya, con un procedimiento de proclamación al uso. A medida que avanzó la tarde, JxCat se inclinó por rechazarlo y dio un nuevo giro a las conversaciones avisando de que solo habrá un president.

La asamblea de electos estuvo a punto de tener un papel clave antes de las elecciones de diciembre y de la suspensión del autogobierno de Catalunya por parte del Estado. En ese momento, antes de que los partidos soberanistas decidieran acatar las elecciones, la CUP azuzó la idea de no presentarse a los comicios y conformar un Parlament paralelo con esa asamblea, que estaría compuesta por alcaldes, concejales, diputados y senadores independentistas. Nunca llegó a ponerse en práctica. Ahora se trataría de recuperar la idea de la asamblea de manera muy puntual y para el acto concreto de la proclamación de Puigdemont, que de ese modo tendría su investidura, entendería que goza de la legitimidad necesaria para ejercer en el cargo y fijaría la línea política. Esta vía supondría además que Puigdemont contara con cierta estructura en Bruselas, de la mano de algunos exconsellers que lo acompañan.

El obstáculo al que podría enfrentarse es el nulo reconocimiento que tendría por parte del Gobierno español de Mariano Rajoy. Madrid tendría muy poco margen para recurrir esta decisión ante los tribunales, y tampoco el Constitucional podría considerarlo fácilmente un acto de desobediencia, porque la asamblea de electos no es una institución pública reconocida ni puede adoptar acuerdos con valor jurídico; pero, al mismo tiempo, este dato plantea de manera inmediata el problema del reconocimiento institucional por parte del Estado. El PP se refirió ayer de manera displicente a esta fórmula como una “ocurrencia” del soberanismo, y avisó de que, para ser president, hay que someterse a la investidura en el Parlament. Rajoy podría responder con un boicot a Puigdemont, llegando al extremo de no reunirse con él ni entablar ninguna negociación para resolver el conflicto territorial. Podría dirigirse a su lugarteniente en Catalunya. Se da la circunstancia, además, de que Madrid prevé que el Supremo inhabilite a Puigdemont en marzo.

discrepancias ERC ha presionado para conseguir una investidura efectiva. Por ello, ayer aseguró que le “suena bien” la vía de la asamblea de electos. JxCat, incómoda con el debate de la presidencia simbólica, rechazó entrar en calificativos sobre la figura del futuro president. ERC espera que la vía de los dos gobiernos paralelos sirva para dejar atrás el artículo 155 de la Constitución española y recuperar el autogobierno. Podría suceder que el Estado no reconociera la investidura simbólica en Bruselas, pero sí tendría que reconocer al Govern que se establezca en Catalunya y, por lo tanto, levantar el artículo 155. Los soberanistas evitarían las elecciones.

Puigdemont se reunió el domingo con ERC, y ayer recibió a 27 diputados de JxCat. Por la tarde, se reunió con la CUP, que rechazó una investidura simbólica. El portavoz adjunto de JxCat en el Parlament, Eduard Pujol, por su parte, evitó entrar en calificativos y recalcó que “presidencia hay una y será la del president Puigdemont”. “La investidura será la del president Puigdemont”, dijo, para añadir que “cuando se entra a adjetivar la democracia y las acciones políticas, se va por el mal camino”. El portavoz de ERC, Sergi Sabrià, dijo que la idea de la asamblea “suena bien” y que las conversaciones “avanzan a buen ritmo”. Volvió a apostar por “restituir a Puigdemont, formar un Govern que pueda gobernar de forma efectiva y acabar con el artículo 155, es decir, con la intervención de las instituciones catalanas por parte del Gobierno del PP”. Pidió una investidura “efectiva” y no incurrir en riesgos penales con una votación que se anule en 48 horas.